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_____________________________________El intenso sonrojo de Lía le encantó pero, una vez más, temió haber sido demasiado atrevido para ella cuando la vio bajar la cabeza para ocultarlo. Siempre se le olvidada lo tímida que era. Le gustaba mucho que fuese así, pero a veces se convertía en todo un inconveniente, como en ese momento.
-Lo siento. No debí decirte eso.
-Tranquilo. No importa - lo miró sonriendo, todavía colorada - Me gusta que seas tan franco conmigo, aunque me pase la mayor parte del tiempo roja por tu culpa.
-Siendo francos, cada vez que te sonrojas - le dijo, yendo más allá - me entran ganas de besarte. Ya me pasaba en el autobús, ¿lo sabías?
Habían llegado a Foyers y el coche estaba ya aparcado cuando habló. Para probar sus palabras, se acercó a ella y la besó. Sabía tan dulce, que no podía dejar de hacerlo. La acercó a él tanto como el lugar se lo permitió y ahondó el beso. Su cuerpo despertó al momento, obligándolo a detenerse antes de que fuese demasiado tarde para hacerlo. Lía provocaba reacciones intensas en él y no quería intimidarla si descubría cuánto le afectaban sus besos. Probablemente querría regresar a España en el primer avión que saliese.
-Vamos - le dijo. Carraspeó al notar lo ronca que había salido su voz.
Lía no esperó a que le abriese la puerta esa vez. Salió tan rápido, que estaba seguro de que quería ocultar otro sonrojo y eso le hizo sonreír. Había adquirido esa costumbre casi sin percatarse de ello y ahora no podía dejar de hacerlo. Había costumbres peores, pensó, mientras rodeaba el coche para acercarse a ella. La tomó de la mano y la miró a los ojos para tantear hasta qué punto le había afectado su conversación. Cuando ella le sonrió, pasó el brazo por sus hombros, como había venido haciendo desde el inicio de su cita. La quería tan cerca de él como pudiese, mientras tuviese esa opción. Si no lograba convencerla de quedarse, al menos disfrutaría del tiempo que les quedase. No le había contestado a la pregunta, pero pensó que sería mejor no forzarla. Tenía tiempo para volver a preguntar antes de que su cita terminase. De hecho, la alargaría tanto como pudiese.
Caminaron en silencio un buen trecho. No se sentían incómodos por ello y eso era algo que nunca le había pasado con nadie más. Cuando estaba con una mujer, intentaba llenar los espacios vacíos entre ellos con conversaciones banales por miedo a que la situación se volviese demasiado tensa. Pero con Lía todo era distinto. Se sentía a gusto con ella de cualquiera de las maneras. Tanto si hablaban como sino.
Ella observaba todo con interés y el brillo en sus ojos le indicaba que estaba disfrutando del paseo. En algunos trechos tenían que caminar en fila pero no había perdido contacto con ella en ningún momento. Si no pasaba su brazo sobre sus hombros, la tomaba de la mano, y si no podía hacer eso tampoco, apoyaba la mano en su espalda. Buscaba su roce, como un sediento buscaba agua en el desierto. A la desesperada. Y eso era algo que tampoco le había sucedido nunca.
-¿Cuándo te irás tú a Edimburgo? - su pregunta lo sorprendió. No esperaba que ella iniciase una conversación y menos todavía sobre ese tema. Lo aprovecharía, desde luego. Sonrió antes de contestar.
-Pensaba irme después de la boda - la miró, ella lo hacía al frente - pero creo que me quedaré un par de semanas más. Mis socios podrán hacerse cargo de mis casos por un tiempo. No creo que les moleste que me coja unas vacaciones después de casi cinco años sin hacerlo.
Notó su sonrojo y sonrió. Esa era la reacción que esperaba. No había dicho que lo hacía por ella pero ambos sabían que era así. Cuando decidió subirse a aquel autobús, jamás creyó que tres días después estaría pensando seriamente en quedarse en Inverness. Su intención siempre había sido acudir a la boda de su hermana y regresar a su perfecta vida de soltero en Edimburgo al día siguiente. Y ahora, gracias a una pequeña gallega, su vida ya no parecía tan perfecta y sus planes se habían visto trastocados. Algo que, por otro lado, no le importaba demasiado. Lo haría encantado si con ello lograba hacerla quedarse más tiempo. Incluso si tenía que ser en casa de Robert.
-Seguro que tu familia lo agradecerá.
-Supongo - no había dejado de mirarla, estudiando sus reacciones - Todavía no se lo he dicho. Acabo de decidirlo.
Ahora sí miró hacia él y le guiñó un ojo en cuanto sus miradas se cruzaron. La sorpresa en su rostro le pareció adorable. Y cuando la vio morder su labio inferior su entrepierna protestó de nuevo. Bajó la cabeza y la besó. Al menos eso sí podía hacerlo.
-No deberías cambiar tus planes por mí - susurró cuando se separaron.
-¿Quién te ha dicho que lo hago por ti? - bromeó con ella.
-Sólo lo comento - sonrió cohibida.
-Yo sólo digo que intentaré que te quedes en Escocia más allá de esas dos semanas - a la mierda las sutilezas, pensó. Quería más de ella - Espero que eso no te asuste y decidas dejar de verme.
-No podría hacerlo aunque quisiese - apenas la oyó, tan bajo había hablado, pero lo entendió perfectamente.
La detuvo para enfrentar sus miradas. Su intenso sonrojo probaba que no se había equivocado en lo que había escuchado. Dios, si aquello parecía una declaración en toda regla. No lo dejaría pasar. No podía y no quería.
-¿Has dicho lo que creo que has dicho?
-Creo que es evidente que me gustas, Cailean - le temblaba la voz, estaba nerviosa, pero le sostuvo la mirada - y que quiero pasar tiempo contigo.
-Tú también me gustas - la interrumpió - Mucho.
-Pero esto no nos llevará a ningún lugar - se ruborizó más todavía - Quiero decir, tú tienes tu vida aquí y yo la mía en mi tierra. Algún día esto se terminará. Es mejor tenerlo presente en todo momento.
-No tiene por qué terminar.
-Ni siquiera nos conocemos. Vale - lo detuvo cuando iba a protestar - sabes cosas de mí y yo de ti. Pero hay mucho más. ¿Y si descubres mis defectos y decides que no te intereso tanto como ahora?
-Dudo que eso suceda pero si es lo que te preocupa, podemos conocernos mejor - se mordió el labio - Pero para eso necesitamos tiempo. Si te quedas, podremos hacerlo. No te estoy pidiendo que sea definitivo, Lía. Sólo lo suficiente para permitirme demostrarte que voy en serio contigo.
-No soy una mujer impulsiva, Cailean - intentó soltar sus manos pero no se lo permitió, necesitaba seguir en contacto con ella. Como si con aquello pudiese convencerla de aceptar su propuesta - Jamás le había dado mi número a alguien a quien acabo de conocer. Ni me he besado con él en la primera cita. ¡Qué digo cita! El día que nos conocimos ya me besaste y yo lo permití. Tú haces que pierda la razón, en más de un sentido. Pero esto es una lo...
No la dejó terminar. Para él había sonado como una confesión y sólo pudo hacer lo que su corazón le dictaba en ese momento. Besarla.

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El Autobús
Romance¿Cómo empieza una historia de amor? ¿Alguien lo sabe? Todos soñamos con conocer a esa persona especial, en un lugar especial. Pero, ¿y si no hace falta nada más que mirarla a los ojos y saber que es ella? La historia de Cailean y Lía empieza en un a...