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_____________________________________-Olvídalo, Helena - le dijo por enésima vez - No voy a denunciar a tu hermano. Además, ¿tú no deberías estar defendiéndolo? Podría ir a la cárcel si lo hago.
-Se ha pasado de la raya - negó con la cabeza - Merece un escarmiento.
-Pues dáselo tú. Yo sólo quiero pasar página - suspiró y miró de nuevo su teléfono.
Lo había encendido esa misma mañana temprano y le decepcionó no encontrar ninguna llamada. Prometiste llamarlo tú, se recordó una vez más. Cailean sólo estaba dándole el espacio que ella le había pedido. Regresó la mirada hacia su amiga y vio el reproche en la suya.
-Llámalo.
-No sé si querrá hablar conmigo - no quería admitir que estaba asustada, pero era así - Debió creerme una loca con el mensaje que le envié. ¿Y si me corta la llamada?
-Llámalo - insistió.
Tomó el teléfono en sus manos y marcó el número. Si no lo hacía ella, se encargaría Helena y eso era algo que la asustaba todavía más. Esperó los tonos de llamada impaciente y nerviosa, pero recibió otros muy distintos. Colgó y miró preocupada a su amiga.
-Está apagado.
-O fuera de cobertura - se encogió de hombros - Puede que esté en algún lugar donde no tenga señal. Piensa en verde, Lía.
-Ojalá fuese como tú. Pero ya me conoces. El verde no es mi color - se levantó del sofá - Voy a preparar algo de comer. ¿Te quedas?
-No puedo - fue su turno para suspirar - Trabajo por la tarde. En realidad entro en una hora.
-Pues vete ya o llegarás tarde.
-Me quedaré diez minutos más - la siguió hasta la cocina y se sentó en un taburete.
-No hace falta. Estaré bien.
-Claro que hace falta - rió - Te obligaré a llamarlo de nuevo en diez minutos. Ya me iré después.
Rió con ella. Helena siempre sabía sacarle una sonrisa incluso en sus peores momentos. Era tan distinta de su hermano. Desechó aquel pensamiento y empezó a preparar su comida. Su amiga hablaba sin parar sobre Raúl. Su moreno de ojos verdes ya tenía nombre para ella también.
Aquello parecía serio, porque nunca le daba el nombre del chico si no tenía intención de continuar la relación con él. Se alegró por ella. Se merecía un poco de felicidad en su vida y Raúl parecía justo lo que ella necesitaba. Sus pensamientos volaron hasta Escocia, hasta Cailean. Miró de nuevo su teléfono.
-Hora de intentarlo de nuevo, Lía - Helena levantó las cejas y le sonrió.
-Apagado - le informó, después de unos segundos.
-O sigue en ese lugar sin cobertura - se acercó a ella y la besó en la mejilla - Sigue intentándolo, Lía. No te des por vencida.
-Gracias por todo, Helena. No sé qué haría sin ti.
-Aburrirte - la abrazó - Ya me contarás. Me voy.
-No trabajes mucho - se burló.
-Lo justo para que no me echen - rió ella, ya en la entrada.
Diez minutos más tarde, llamaron a la puerta. Se limpió las manos en el delantal mientras se acercaba para abrir. Sonreía pensando en qué se habría olvidado Helena para tener que volver. Era tan despistada que se olvidaría la cabeza si no la tuviese bien sujeta sobre los hombros. Abrió la puerta sin mirar primero quien era, segura de que Helena estaba al otro lado.
-Helena, Helena, ¿qué te has olvida...? - su voz se apagó cuando comprendió que no era ella. Permaneció inmóvil, con la mano todavía en la manilla de la puerta y sin pestañear. Su boca se había quedado abierta pero no era capaz de cerrarla. Ninguna parte de su cuerpo parecía responder a sus órdenes. Aunque tampoco estaba segura de estar enviando alguna.
-Hola, cielo.
-Cailean - pestañeó al fin - Estás aquí.
-Sorpresa - sonrió mientras extendía los brazos.
Entonces recobró el control de su cuerpo y se lanzó a ellos. Temblaba de emoción cuando sintió cómo la sostenía. Lo había echado tanto en falta. Y no había sido consciente de ello hasta ese momento. Todas sus dudas, como cada vez que estaba con él, habían desaparecido. De repente, no había nada que temer del futuro porque su futuro acababa de entrar por la puerta.
-No me lo puedo creer - lo miró a los ojos, los suyos bañados en lágrimas - Estás aquí.
-Estoy aquí, Lía - le sonrió - Contigo. Créetelo.
Lo besó. Necesitaba asegurarse de que era realmente él. Cailean avanzó con ella en brazos y cerró la puerta tras él, sin dejar de besarla. Ella se aferraba a él, temerosa de que fuese un sueño. Si se despertaba en ese momento, su vida acabaría también.
-¿Estás bien? - le preguntó él intentando mirarla a los ojos - ¿Qué...?
-Ahora no - lo besó de nuevo - Más tarde, por favor.
-Suerte que conozco tu casa - rió él entre beso y beso, mientras avanzaba por el pasillo en dirección a su habitación. No había necesitado que le dijese lo que deseaba de él en ese momento, porque también él lo quería.
La ropa desapareció de sus cuerpos y con ella todos los pesares y todos los miedos que habían sufrido ambos en los últimos días. Las caricias compartidas trajeron promesas de amor futuro y los besos, la confirmación de que el destino quería que ellos estuviesen juntos. Nada más importaba salvo ellos dos. En ese momento y a partir de él en adelante.
Hicieron el amor lentamente, abrazados, mirándose a los ojos, para estar seguros de que ya nada los separaría más. Mientras se movían al compás, sintiéndose piel con piel, comprendieron que no sólo estaban unidos por sus cuerpos. Había algo más profundo en aquel acto. En aquel momento. Cailean la besó en el mismo instante en que ambos alcanzaban la liberación. Había sido una promesa de futuro.
-No es un sueño - permanecían unidos, ninguno de ellos quería moverse todavía.
-No - la besó - Estoy aquí. Es real.
-Lo siento, Cailean - se abrazó a él - No debí dudar de ti. Yo...
-No digas nada, cielo - la interrumpió - Ya no importa.
-Claro que importa. No te lo merecías.
-No, Lía. El pasado no importa. Ni el tuyo ni el mío - la acarició con ternura - Ahora sólo importa el futuro. Y yo quiero que tú estés en el mío.
-Yo también quiero que estés en el mío - le sonrió con timidez. Por primera vez, no se había sonrojado.
-Te quiero, Lía. Debí decírtelo antes pero tenía miedo. Parecías tan temerosa de confiar en mí, que creí que si te confesaba la verdad te alejarías para siempre. Estos días han sido una auténtica tortura para mí. Si llego a...
-Yo también te quiero, Cailean - lo interrumpió tapándole la boca con la mano - Intenté no hacerlo por miedo pero te ganaste mi corazón mucho antes de que pudiese protegerlo de ti.
-Te quiero - la besó - Te quiero. Te quiero mucho, Lía.
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El Autobús
Romance¿Cómo empieza una historia de amor? ¿Alguien lo sabe? Todos soñamos con conocer a esa persona especial, en un lugar especial. Pero, ¿y si no hace falta nada más que mirarla a los ojos y saber que es ella? La historia de Cailean y Lía empieza en un a...