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-¿Puedo ayudar en algo?

-Ya casi he terminado. Después sólo hay que esperar a que se cocine.

-¿Me da tiempo a deshacer la maleta?

-Claro.

-Avísame cuando esté lista, si no bajo antes.

-Ve tranquila.

Lía pensaba acabar mucho antes, había llevado muy pocas cosas. Como le había dicho a Cailean, era una mujer sencilla. Unos cuantos vaqueros, varias camisetas cómodas, ropa interior suficiente, calzado de repuesto, zapatillas para andar por casa y alguna chaqueta por si refrescaba. En Escocia nunca se podía estar segura de que no fuese a hacer frío, incluso en verano. Colgó todo en el armario y guardó la maleta en la estantería superior para que no molestase.

Había dejado el resto encima de la cama y ahora era su turno para ser guardado. Secador, cepillo para el pelo, pasta de dientes y cepillo eléctrico, colonia y cortaúñas. Nada de maquillaje para ella. Frunció el ceño al pensar en la reunión a la que debería asistir. Tal vez se comprase también una barra de labios y alguna sombra de ojos esa tarde. Aunque no era vanidosa ni presumida, le gustaba arreglarse un poco para las ocasiones especiales. Sin duda, la familia de Robert bien merecía el esfuerzo.

Vació su mochila, una vez hecho eso, para revisar lo que llevaba en ella. El cargador del móvil y varios adaptadores de corriente. El portátil y la cámara de fotos. La cartera y la carpeta donde guardaba toda la documentación importante. Guardó todo en la mesita de noche.

Satisfecha con el resultado de su trabajo, decidió dejar el móvil cargando antes de bajar. Se había olvidado de enchufarlo por la noche y ahora no dejaba de avisarla de que tenía la batería baja.

-Listo - le sonrió a Robert cuando entró en la cocina.

-O eres muy rápida o has traído muy pocas cosas.

-Ambas.

-Pues la comida todavía no está.

-Podrías contarme de qué va esa reunión familiar tan importante.

-Prefiero que lo descubras por ti misma. Sólo te diré que te gustará.

-Ya me quedo más tranquila - Robert rió y ella tuvo que imitarlo. Tenía una risa contagiosa.

Horas más tarde, ya en Inverness, Robert la llevó a varias tiendas en busca del vestido perfecto para ella. A pesar de su insistencia en que no quería falda, tuvo que desistir una vez más. Robert no aceptaba un no por respuesta y estaba empezando a comprenderlo. Se dejó arrastrar por él hasta que le dolieron los pies pero no protestó.

-Ahora necesito que me esperes aquí - le dijo él - Tengo algo que hacer pero es una sorpresa para ti. No quiero que lo veas.

-¿Y qué quieres que haga mientras?

-Mira escaparates.

-Vaya, que divertido.

-No te alejes. No tardaré mucho.

El AutobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora