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Cuando avisó a Cailean de que ya estaba lista, mentía miserablemente. Nunca estaría lista para hablar con él por Skype. De hecho, nunca lo había utilizado. Era demasiado vergonzosa para eso. Ya le resultaba suficientemente difícil hablar por teléfono, como para tener que ver también a alguien en la pantalla.

Se sentó frente a su escritorio y aceptó la llamada entrante de Cailean. Por suerte para ella, no tenía que estar de pie pues sus piernas no la sostendrían. Cuando lo vio en la pantalla, con aquella inmensa sonrisa, lo imitó al momento. Su corazón latió más rápido y su respiración se entrecortó. Había olvidado cuanto le afectaba.

-Hola, cielo - le dijo - Estás preciosa.

-Preciosísima - alzó los ojos.

-Yo nunca te mentiría - sonrió más.

-Creo que esta conversación ya la hemos tenido.

-Y parece que sigues sin fiarte de mí - le guiñó un ojo para restar importancia al pequeño reproche.

-Eso parece - se sintió cohibida de repente. Era como tenerlo enfrente de nuevo.

-Bonita casa - rió él, para borrar el ceño fruncido que empezaba a asomar en su rostro.

-Es pequeña pero funcional - se encogió de hombros.

-¿Me la enseñas?

-Vale - sonrió - Deja que le ponga la batería al portátil.

Tomó la batería del cajón y se acercó al portátil para colocarla. Se olvidó totalmente de que la cámara seguía encendida y sus pechos quedaron demasiado cerca de ella. Oyó la risa de Cailean mucho antes que sus palabras.

-Gracias por las vistas, cielo.

Retrocedió y se llevó la mano al pecho. Tenía el rostro totalmente colorado. Probablemente no habría visto demasiado, pero se sentía igualmente avergonzada. No estaba acostumbrada a usar la cámara. Todo eso era nuevo para ella.

-No tienes que avergonzarte, Lía - le guiñó el ojo de nuevo - No es como si no supiese lo que hay debajo de tu ropa.

-No lo estás arreglando, Cailean - lo reprendió.

-Lo siento - levantó las manos pero sonrió, antes de bromear con ella una vez más - Veamos tu casa, ya que parece que es lo único que estás dispuesta a enseñarme.

Su sonrojo se intensificó pero sujetó el portátil con ambas manos, procurando no mostrar nada más de su piel en el proceso. Mientras se movía, revisaba que Cailean pudiese ver bien las habitaciones.

-Este es el salón - le dijo - Pequeño pero cómodo. Y en aquella esquina está la cocina, de concepto abierto. Pequeña pero funcional.

Continuó caminando y llegó a un pequeño pasillo que daba paso a tres puertas. Abrió la primera de ellas y le enseño un baño.

-Pequeño pero coqueto - sonrió al escucharlo reír.

-Me ha quedado claro que todo es pequeño.

-Como yo - dijo mientras accedía a la habitación de invitados - Un cuarto pequeño, también, pero perfecto para visitas. Aunque no suelo tener muchas.

El AutobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora