El Autobús

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-Ya llegamos, Cailean - Kirsty detuvo el coche y lo miró - ¿Vamos?

-Vamos.

Se bajó del coche mientras escribía de nuevo a Lía.

-Estoy deseando verte de nuevo. ¿Qué haces mañana?

-No lo sé.

-Queda conmigo. Te llevaré a Fort Augustus, si todavía no habéis ido.

-Te digo después, en cuanto hable con Robert.

Cailean maldijo de nuevo a Robert y corrió hacia su hermana, que lo esperaba frente a la entrada de la iglesia. Parecía molesta por el retraso pero él le guiñó un ojo y entró.

-Eres imposible, Cailean - susurró ella, adelantándolo - Buenas tardes, padre Angus. ¿Se acuerda de mi hermano Cailean?

-Recuerdo a un muchacho inquieto que no quería acudir a misa - su sonrisa desmentía el reproche de sus palabras - Has crecido.

-Sólo un poco, padre.

-Duncan, quiero presentarte a mi hermano.

Cailean estrechó la mano del prometido de su hermana y comprobó que no era mayor que ella. Si no viese el amor que se tenían, habría intentando detener aquella boda. Ambos eran demasiado jóvenes para casarse. Pero quién era él para interponerse en su amor. Era el padrino y cumpliría con su deber de llevarla hasta el altar, si eso era lo que su hermana quería.

El ensayo trascurrió sin incidentes y Cailean se emocionó, algo que nunca admitiría delante de su hermana, cuando los vio intercambiar los anillos. Todo fingido, por supuesto, pero igual de intenso.

Cuando salieron de la iglesia, Cailean comprobó el teléfono mientras su hermana se despedía de Duncan. Tenía un mensaje y lo leyó. Estaba nervioso.

-Robert aprovechará para atender algunos asuntos en Inverness mañana por la mañana. Puedes recogerme allí. ¿Frente al escaparate de ayer? ¿A eso de las diez?

-Allí estaré.

Cailean sonrió todo el camino de regreso pero tuvo el buen tino de ocultarlo a ojos de su hermana, fingiendo mirar el paisaje por la ventanilla del coche. Aunque estaba de muy buen humor, no tenía intención alguna de contarle nada a su hermana. La conocía bien e insistiría en conocer a la chica que lograba hacerlo sonreír de aquel modo. No, si no podía llevarla a la boda, no quería compartir a Lía.

-¿Querrías acompañarme mañana a...?

-No - la interrumpió.

-Ni siquiera te he dicho a dónde.

-Tengo planes, Kirsty.

-¿Planes? ¿Qué planes? Hace cinco años que no vienes. ¿Con quién puedes haber hecho planes?

-Los amigos no se pierden en cinco años, hermanita - le dejaría pensar aquello, más fácil para él.

-Está bien pero el viernes vendrás conmigo a buscar mi vestido - lo amenazó.