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_____________________________________El teléfono de Lía sonó de nuevo al poco rato. La vio leer el mensaje y luego suspirar. Murmuró algo en español y escribió algo con dedos ágiles. Se disponía a guardarlo cuando sonó de nuevo. Contestó una segunda vez. Tenía el ceño fruncido y Cailean no pudo contener su pregunta.
-¿Algún problema?
-El hermano de mi vecina - le dijo - No sé por qué no lo bloqueo y termino con todo esto de una vez.
-¿Me permites? - extendió la mano hacia su teléfono y Lía se lo dejó con reticencia - Acércate.
La rodeó con los brazos y acercó su rostro al de ella. Lía permanecía inmóvil aunque estaba seguro de que sabía lo que se proponía. Podría detenerlo en cualquier momento pero no lo hizo. Cailean sacó una foto de ambos y se la envió al vecino de Lía.
-Ahora dile lo que quieras de mí - le sonrió - aunque seguramente se imagine lo peor.
Lía rió y Cailean volvió a quedarse sin aliento al escucharla. Le gustaba mucho aquella risa. En realidad, le gustaba todo de ella. La observó mientras escribía y la vio sonreír. El teléfono no volvió a sonar.
-Gracias - le dijo - aunque tendré problemas cuando regrese, seguramente.
-Vaya, no pretendía...
-Tranquilo - lo interrumpió - No pasa nada. Se merece eso y mucho más.
-¿Tan mal salieron las cosas?
-Peor.
Cailean se debatía entre insistir y respetar su privacidad. Cuanto más sabía de ella, más quería saber pero tampoco pretendía incomodarla. Se movió inquieto en su asiento y le rozó un brazo en el proceso. Lía se apartó un poco y le sonrió.
-Tendrían que hacer autobuses a medida.
-No es mala idea. Aunque así los altos como yo nunca conocerían a las bajas como tú - le sonrió y ella se sonrojó.
-Todo tiene sus inconvenientes.
-Yo creo que prefiero estar un poco más apretado.
Estaba tonteando con ella. Definitivamente lo estaba haciendo. No debería, no llegaría a nada, pero quería hacerlo. Fantasear con que aquello podría convertirse en algo más un día. O al menos, lograr que Lía pensase en él cuando estuviese en la casa de su amigo Robert.
La segunda parada fue más corta. Lo justo para ir al baño y fumar un cigarro aquellos que lo necesitasen. Como ninguno de ellos fumaba, otro pequeño dato para recordar de ella, aprovecharon todo el tiempo del que disponían para estirar las piernas y despertar el trasero, sonrió al recordarlo.
-¿Sabes si falta mucho?
-Algo más de una hora, ¿por qué?
-Para avisar a Robert.
-Claro - frunció el ceño.
-Soy Lía - la oyó decir por teléfono - Bien. Está resultando muy ameno... Claro, tengo un compañero de asiento muy agradable... Sí, ya sé, todos los escoceses sois agradables... No le he preguntado pero dice que llegaremos en una hora más o menos... Vale... Nos vemos después, entonces.
-¿Todo arreglado? - estaba tenso - Tenemos que subir ya.
-Sí. Vamos.
Cailean la ayudó de nuevo a subir. Esta vez no pudo contenerse y deslizó su mano por su espalda mientras subía los escalones. Por un momento, la dejó descansar sobre su trasero. ¡Qué trasero! Apartó la mano, alertado por su intensa reacción.
Cuando se sentó junto a ella, comprobó que estaba roja como las brasas. Se sintió mal por haberse propasado pero no lo lamentaba. Si no volvía a verla, tendría tan sólo aquellos pequeños detalles para recordarla. Porque, a cada minuto que pasaba en su compañía, se convencía de que sería imposible olvidarla.
Parecía un encuentro de película, de esas que tanto gustaban a su hermana. Ella había sido siempre la romántica. No él. Él era el práctico y como tal, aprovecharía el momento para disfrutar de Lía y de las sensaciones que le provocaba.
-Pareces nerviosa - no debería haberle dicho eso, pensó después.
-Estoy nerviosa desde que inicié este viaje - lo miró.
-¿Por Robert?
-Claro que no - negó con la cabeza - Por el viaje en sí. Por Escocia. Por si me gusta tanto que no desee regresar nunca.
-¿Y eso es malo?
-No lo sé - miró por la ventana - Y eso es lo que me tiene nerviosa.
-Disfruta del momento. ¿No es lo que dices tú?
-Sí - lo miró de nuevo sorprendida.
-¡Eh! Además de agradable, sé escuchar, ¿recuerdas?
Lía se sonrojó y Cailean sonrió. Aquello se estaba volviendo en una costumbre. Y, aunque a Cailean le hubiese gustado verla sonrojarse más veces, el autobús continuaba su camino inexorablemente. Antes de que pudiese prepararse para ello, habían llegado a su destino. La ayudó a bajar su equipaje y le sorprendió lo poco que llevaba con ella.
-No necesito gran cosa - le dijo ella encogiendo los hombros - Soy una chica sencilla.
Tímida, bonita, adorable. Gallega y con raíces celtas. Adoraba la historia. No le gustaba el limón. Tenía un ex insistente. Un trasero increíble. Miedo a enamorarse de Escocia y decidir quedarse para siempre. Y era una chica sencilla. Se llamaba Lía. Era tan poco. Insuficiente para él.
La acompañó hasta la salida de la estación y esperó junto a ella. Ni aquel tal Robert ni su familia habían llegado aún. Disponían de unos minutos más para ellos solos y comprendió que no quería separarse de ella todavía. Trasladó su peso de una pierna a otra mientras reunía el valor para hablar. Nunca antes había dudado de nada y era una sensación que no le gustaba.
-Oye - comenzó - Igual te parece una tontería. O una locura. No sé pero me preguntaba, si tal vez... Vaya, parezco idiota.
-Para nada - le sonrió con ternura y eso le dio valor.
-Me preguntaba si te importaría darme tu número de teléfono. Por si nos podemos ver una vez más antes de que te vayas. Me ha gustado mucho hablar contigo.
-A mí también me ha gustado hablar contigo, Cailean - que bien sonaba su nombre en sus labios - Está bien. ¿Tienes donde anotarlo?
A Cailean le temblaban las manos cuando cogió su teléfono. Anotó su nombre en la agenda y Lía le indicó el número para que lo guardase. En cuanto lo tuvo a buen resguardo, le sonrió.
-Te enviaré un mensaje para tengas el mío.
-Gracias.
-Gracias a ti, Lía.
Y sin poder evitarlo, se agachó hacia ella y la besó. Sólo fue un roce pero le abrasó los labios. Se apartó sobresaltado y vio que también ella lo había notado. Esta vez no tenía la menor duda. Cuando se inclinó de nuevo hacia ella, el claxon de un coche los separó al momento.
-Cailean - alguien lo llamó.
-Tengo que irme.
-Diviértete en la boda de tu hermana.
-Y tú en tus algo así-vacaciones - le sonrió.
-Gracias - rió bajito.
Cailean cruzó la calle y se abrazó a la mujer que lo esperaba junto al coche. Se parecía a ella y Lía pensó que tal vez era su madre. Suspiró, no sabía si de alivio o de frustración. Aquel viaje en autobús había sido el más extraño que había tenido en su vida. Rozó sus labios con las yemas de los dedos y sonrió. Si no volvía a saber nada de él, al menos tendría algo que recordar.

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El Autobús
Romansa¿Cómo empieza una historia de amor? ¿Alguien lo sabe? Todos soñamos con conocer a esa persona especial, en un lugar especial. Pero, ¿y si no hace falta nada más que mirarla a los ojos y saber que es ella? La historia de Cailean y Lía empieza en un a...