El Autobús

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-No - le puso la mano en la boca - Si vas a decir que no, no quiero oírlo.

-¿Me dejas hablar? - apartó su mano de la boca y la sonrisa que amenazaba con salir minutos antes, estaba allí, aliviando su corazón.

-Lo siento - le sonrió - Creí que me rechazarías.

-Y eso es algo que te sucede muy a menudo.

-Lía - le rogó - Por favor.

-Estoy asustada, Cailean. Creo que eso es algo más que evidente - le sonrió y sostuvo sus manos para animarla a seguir hablando - He tenido un par de novios pero siempre han llegado después de años de amistad. Jamás me había... nunca había pasado directamente a la relación y eso me pone nerviosa. Pero tú te has arriesgado por mí confesándome como te sientes y me siento en la obligación de corresponderte de igual modo.

-No quiero que sea una obligación, Lía.

-Si me conoces, como dices - fue su turno para taparle la boca a él - sabrás que si no me obligo a hacerlo, no hablaré. Lo que siento es genuino, no una obligación.

-De acuerdo - le besó los dedos y ella se ruborizó todavía más, si era posible. Estaba tan adorable que deseaba besarla, pero se contuvo porque necesitaba con mayor urgencia saber lo que ella tenía para decirle - Te escucho.

-Cuando nos conocimos en el autobús, me quedé totalmente embobada contigo. Eras tan guapo, tan educado, tan agradable. Me parecía una suerte haber coincidido contigo y quería aprovecharlo al máximo. Jamás creí que nos seguiríamos viendo después. Ni en mis mejores sueños pensé que estaríamos hoy aquí. En innegable que me gustas. Dios, sería una hipócrita si dijese que tus palabras no me han afectado. Pasaría el resto del día besándote sólo por lo que acabas de confesarme. Pero la vida me ha enseñado a base de golpes que las cosas buenas sólo le pasan a los demás así que, si vamos a intentar que esto funcione, has de tener mucha paciencia conmigo.

-Lo que haga falta, cielo - la interrumpió, incapaz de contenerse. Había aceptado, al menos eso le parecía a él, y quería besarla. Se acercó a ella pero lo detuvo.

-No he acabado. He dicho que te debía una confesión y pienso dártela en cuanto reúna el valor suficiente - se mordió el labio y su rostro continuó rojo como las brasas. Después de unos segundos y un largo suspiro, continuó hablando - Me encanta la forma en que me miras, tan sincera y directa. Me encanta tu guiño de ojo, aunque suela seguir a alguna frase que me coloree el rostro. Me encanta tu sonrisa y la forma en que te muerdes el labio. Me encanta cuando me tocas, cuando me abrazas, cuando me besas. Me encanta lo que me haces sentir aunque también me asuste su intensidad. Y me encanta saber que yo te hago sentir lo mismo. Puede que la mitad del tiempo esté con mis dudas rondando mi cabeza, pero la otra mitad soy plenamente consciente de que lo nuestro podría funcionar. Si puedes conformarte con eso de momento, estoy dispuesta a intentarlo.

-Me conformo - la atrajo hacia él - pero te prometo que haré desaparecer esa mitad llena de dudas.

Ni siquiera le dejó continuar, si es que todavía no había terminado. Había aceptado y con eso le bastaba. La besó con tanta pasión como pudo reunir, demostrándole con los labios lo que con palabras no podía, por el momento. Todo a su tiempo, se repetía mientras profundizaba el beso. Ahora era suya, por más dudas que dijese tener. Él estaba lo suficientemente seguro por los dos y le demostraría que no había nada que temer. Funcionaría.