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-Será mejor que vayamos a comer algo antes de continuar la visita - le dijo después de liberarla de su abrazo. Con reticencia, por supuesto, se sentía de maravilla tenerla allí - Hay un lugar increíble que quiero que veas.

-De acuerdo - sintió la pérdida cuando ella se levantó de su regazo.

La tomó de la mano y la atrajo hacia él de nuevo, envolviéndola con sus brazos. Apoyó la barbilla en su cabeza y permanecieron así hasta que la espalda empezó a molestarle.

-Tendré que subirte a algo cuando quiera abrazarte más tiempo - bromeó con ella y sonrió al ver su sonrojo - Vamos, cielo. Conozco un sitio estupendo cerca del canal que ofrece comida casera hecha con productos de la zona. Son platos muy sencillos pero están deliciosos. Además, tiene unas vistas impresionantes de las esclusas.

-¿Qué más se puede pedir? - rió ella bajito.

-Una buena compañía - le guiñó el ojo de nuevo - Pero ya la tengo.

-O tal vez la tengo yo - le sonrió.

-Sin duda el afortunado soy yo.

La llevó con él hasta Lock inn, disfrutando del contacto de su mano. En cuanto entraron, los recibió su ambiente íntimo y hogareño. Supo que a Lía le gustaba por el brillo que vio en sus ojos y su amplia sonrisa. Adoraba la expresividad de su rostro y mucho más el empezar a saber leer en él lo que pasaba por su mente. Lía era un misterio que quería desentrañar. Y esperaba que la recompensa por hacerlo, fuese ella. Ni siquiera se atrevía a pensar en lo que pasaría en dos semanas.

-Podemos subir a la primera planta, si quieres - le dijo - Allí están las mejores vistas del canal. Con suerte, puede que haya algún barco.

-Eso sería estupendo.

Lía le dejó ordenar a él la comida y se decidió por varios platos típicos escoceses. Quería que descubriese todo sobre su cultura. ¿Intentando que se enamorase de Escocia como se temía ella? Probablemente. Lo intentaría, desde luego. Ahora que la había encontrado, no renunciaría a ella sin pelear.

Durante la comida, Lía recibió una llamada de teléfono. La vio sonreír antes de contestar. Una sonrisa tan sincera que sintió una punzada de celos. No le hizo falta escuchar ningún nombre para saber que hablaba con Robert. Su humor se ensombreció un poco al ver lo alegre que parecía ella.

-Hola... Genial. Estamos en Fort Augustus... Por desgracia no. Me hacía ilusión verlas en funcionamiento pero creo que me quedaré con las ganas... Ahora estamos comiendo en el ¿Lock inn? - lo miró a él en busca de confirmación y le asintió - Sí, Lock inn... Seguro. Entre los dos acabaréis por convertirme en una escocesa de pies a cabeza... No sé. Me ha dicho que me llevará a un lugar increíble. Ya veremos...

Le devolvió la sonrisa aún cuando preferiría que dejase de hablar con él. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos hasta ahora, no podía dejar de sentir celos de aquel hombre. Sentía que en cualquier momento, si él lo decidía, podría arrebatársela. Después de todo, se conocían desde hacía más tiempo. Y ella estaba viviendo en su casa. Apartó los pensamientos de su mente. Quería disfrutar del día con Lía, no amargárselo. Decidió que le daría lo mejor de él para que no pudiese pensar en nadie más cuando tuviese que dejarla en casa.

-No te preocupes, te aviso cuando estemos de vuelta en Inverness... Sí. Adiós, Robert... Un beso - colgó y le sonrió. Parecía avergonzada - Perdona.

-¿Por qué?

-Por interrumpir la comida con el teléfono.

Adorable, pensó una vez más.

-No te preocupes. Podría pasarme a mí - le sonrió - ¿Postre?

-No creo que pueda comer nada más.

La vio tocarse el estómago con las manos y frotarlo. Sonrió. Le gustaban las mujeres que comían sin vergüenza y no tenían problemas en admitir que se habían pasado. La mayoría de las chicas con las que había estado, comían como pajaritos por miedo a quedar en evidencia delante de él. Pero a él le gustaba comer también.

-Entonces nos vamos - le retiró la silla para que pudiese levantarse sin dificultad - ¿Lista para el siguiente asalto?

-Haces que suene horrible - se rió y eso le encantó. Su sentido del humor era algo que lo atraía tanto como su sinceridad. En realidad, había muy pocas cosas que no le gustasen de Lía. ¿A quién quería engañar? Hasta el momento no había descubierto nada en ella que le disgustase.

-Será genial - le tendió la mano para bajar - Por suerte has traído calzado cómodo. Se me olvidó avisarte.

-¿Vamos a caminar? - notó la ilusión en su voz y se felicitó por haber elegido aquel destino. Ya podía saborear la victoria cuando Lía viese lo que les esperaba al final de su caminata. Intenta superar esto, Robert.

-Sí. Sólo una milla - le sonrió entusiasmado - Media hora, como mucho. Pero antes debemos ir hasta Foyers en coche.

La sonrisa de Lía fue aliciente suficiente para olvidarse de todo lo demás. Merecía la pena intentar sorprenderla a todas horas sólo por ver aquella expresión en su rostro. Rodeó sus hombros de nuevo con el brazo para mantenerla cerca de él. Cuando ella colocó su brazo en su cintura, la apretó instintivamente e intentó ignorar el despertar de cierta parte de su cuerpo. No era el momento ni el lugar para eso, por más que le sedujese la idea.

Le abrió la puerta del coche para que subiese y luego lo rodeó para entrar él. No intentaba impresionarla con sus modales, simplemente le salía solo. Y eso que nunca antes había sentido la necesidad de ser tan atento con ninguna chica. Lía estaba resultando ser especial para él en más de un sentido. No sólo le atraía como ninguna otra, sino que despertaba en él sentimientos de protección. Quería hacerla feliz y eso también era nuevo para él.

Lía no habló mientras se dirigían a Foryers pero no le importa, era un silencio cómodo. Ella miraba por la ventanilla todo el tiempo y, aunque no le veía la cara, podía imaginarse su sonrisa. Estaba claro que Escocia le atraía tanto como ella a él. Se imaginó qué pasaría si decidiese quedarse.

-¿Podrías quedarte en Escocia más tiempo? - la pregunta salió sin más. Lo había estado pensando y no pudo guardarla por más tiempo.

Lía se giró hacia él y pudo ver la vacilación en su mirada. Se arrepintió de haberlo preguntado pero ahora ya no podía dar marcha atrás.

-Quiero decir - se había puesto nervioso de repente - En el autobús me dijiste que tenías miedo de no querer irte de Escocia una vez la conocieses. ¿Podrías hacerlo?

Lía miró de nuevo por la ventanilla y se sintió decepcionado. Al parecer no iba a contestarle. Se maldijo por haber sido tan estúpido de sacar el tema. Tendría que pensar mucho antes de hablar de nuevo, no quería meter la pata de nuevo con ella.

-Supongo que podría.

Miró hacia ella cuando habló, pero ella lo rehuía. Le hubiese gustado mirarla a los ojos pero no importaba demasiado. Le había contestado y la esperanza en su respuesta era suficiente para él.

-¿No tienes un trabajo? ¿Amigos? ¿Ex pesados? - bromeó con ella para intentar no parecer demasiado ansioso.

-Puedo hacer mi trabajo desde cualquier parte. No tengo tantos amigos a los que echar de menos - lo miró, con un ligero rubor en el rostro - Y, desde luego, en el ex ni pensaría.

-Así que... - se mordió el labio - podría pedirte que te quedases y no tendrías excusas para no hacerlo.

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