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-Enana... ¿Enserio quieres escuchar mi historia? No creo que..-

-¡Claro que quiero! Después de todo... Es lo justo Gajeel. Tu me preguntaste a mi, ahora yo te pregunto a ti- Levy se acomodó para quedar frente a él. Ahora, Gajeel estaba con las piernas abiertas sentado cruzado en el sillón (o sea que el mueble queda en el medio) y Levy estaba con los pies cruzados pero su costado daba al del moreno.

-Enana... Te diré esto antes de comenzar... Sabes como nos tratan, no quiero que al final sientas lástima por mi o llores, porque mírame, ahora mismo estoy bien-

-Okey, tratare de no llorar Gajeel- La peli-azul río, y después de que le sacará una sonrisa al peli-negro, este comenzó a narrar.

- Okey....Ya para el 1843, mis padres fueron encarcelados y vendidos a los españoles para atravesar el océano y llegar a las Américas. Fueron vendidos a un hacendado reconocido para ese entonces. Mis padres hicieron todo lo posible para mantenerse juntos, todo lo que pudieran. Para su mala suerte, su amo no era el mejor, y abuso de mi madre. Mi padre lo descubrió, y tomo la peor decisión de su vida, acabar con la de su amo. Mi padre escapo con mi madre hacia las montañas, con la esperanza de no ser encontrados. Fueron solo unos meces para que los atraparan, y a mi padre lo mataran de la manera más fría posible. Pero para ellos, ya era tarde, porque yo yacía en el vientre de mi madre obra del amor entre ellos dos. Mi madre fue vendida a otro hacendado, José Porla, que tenía las mismas intenciones que el anterior, pero yo estaba por venir al mundo. Sólo se que nací en el 1844, a escondidas del amo de mi madre, aunque no tardo en saberse la noticia de mi llegada. El amo de mi madre estaba enfurecido, tardo 6 años en lograr que acusaran a mi madre, para su muerte. El problema era, que me querían matar a mi también, por lo que no tuve otra opción.

***Flash back***

    Mi respiración estaba ajitada, el sudor bajaba por mi frente, y ya estaba cansado de tanto correr. Nisiquiera se a donde voy, sólo quiero escapar de los mountros que me persiguen. Ya es de noche, y me ha dado ventaja para escabullirme fuera de su vista, o almenos eso creía.

-¡Allí! Miren al pequeño esclavo! Atrapenlo!- escuche la temible voz del castigador, Abraham, y los demás que le seguían. No tenía que voltearme, podía escuchar sus zancadas como se aproximaban. Miedo, sentía miedo, horror, quería ver a mi madre. Seguí corriendo por la oscuridad sin ver a donde iba, pero pronto llegue a lo que muchos de mis compañeros llamaban "Pueblo". No tenía tiempo para apreciarlo, sólo podía concentrarme en huir de ellos. Seguí y seguí, hasta que vi una luz en un pequeño cuarto. No me detuve a pensar en mis consecuencias, o como sería el hombre hay dentro, solo se que entre por la pequeña puerta haciendo mucho ruido. Adentro hacia calor, y mucha, y cuando entre, cruce miradas con aquel hombre alto, de tez blanca, pelo largo negro, y ojos verdes. Estaba igual de sudado que yo, pero vestía diferente a mi antiguo amo, él tenía una herramienta en un brazo y un pedazo de metal en otro. Sólo fueron unos segundos, hasta que hable.

-Porfavor ayúdeme, seré su esclavo el resto de mi vida, pero ayúdeme- llegue hasta donde estaba el hombre alto, y me arrodille ante él. Su cara demostraba confusión, y mi miedo aumentó cuando escuche los pasos de los soldados.

¡PUM! -¡Hay esta!- tres de ellos vinieron a por mi, me tomaron de los brazos y me comenzaron a jalar, hasta que escuche un fuerte grito.

-¡SUELTENLO AHORA!- Los soldados miraron al hombre, que por lo alto y formado que estaba intimidaba. Ellos no me soltaron, pero dejaron de hacer fuerza.

-Señor, este niño es un fugitivo, tiene que cumplir con su castigo- Dijo uno de los hombres que me aguantaba, firme. El hombre alto soltó sus materiales, y camino hasta donde el soldado.

-He dicho, que lo suelten- dijo firme, y los tres hombres me soltaron. Por instinto corrí a espaldas del hombre alto, a refugiarme. Los guardias lo miraron mal, y luego a mi.

-Este esclavo es propiedad del Señor Porla, no lo puede detener-

-Díganle a José- Comenzó a acercarse a los guardias, yo solo le observaba. -Que si quiere al niño, que venga hasta aquí- Lo pronuncio retadoramente. Al final, los guardias sin decir ninguna palabra, se fueron. El hombre alto se volteó a mirarme, sus ojos expesaban más alivio que antes. Me tire denuevo en mis rodillas y comenze a llorar.

-Gr-gracias Señor, le recompensare con mi vida lo que ha hecho- dije con los ojos cerrados. De repente sentí una mano en mi hombro, por lo que alcé mi mirada y vi al hombre alto, mirándome con compasión.

-Levántate hijo, que aquí eres un niño libre- Lo mire denuevo, y sin pensarlo lo abrace, llorando. Después de unos minutos, me fui calmando, y le dije mi mejor opción de la vida.

-Señor, almenos déjeme pagarle con oficio, que mi deuda nunca quedar salsa con usted...-

-Ja, pequeño, no me digas señor, me llamo Metallicana, y tu?- Dijo limpiando sus herramientas.

-Bueno... Mi madre me llamaba Gajeel...-

-¿Solo Gajeel?- Asentí, el hombre que ahora era Metallicana se puso su dedo en la barbilla como pensativo. Yo me seque par de lágrimas del rostro, y al parecer lo que pensaba le llego a la cabeza. Me miro sonriendo
-... Gajeel... Gajeel Redfox, te queda bien-

***Fin de flash back**

-A través del tiempo, Metallicana se convirtió como en mi padre. Me enseño a escribir y a hablar correctamente. Claro, para que no sospecharán, trabajaba con él. Mi nuevo padre era el Herrero de la ciudad, y yo fui su único "esclavo" por decirlo así. Durante el tiempo que estuve con el, desarrolle un inmenso cariño, me dolió mucho cuando murió. Fue por una enfermedad, y lo peor a mi me llego después-

-Como fue que tienes esas incrustaciones de metal?- Pregunto curiosa la peli-azul.

-Jm, a eso voy Enana. Cuando Metallicana murió, fue algo malo para mi. No solo por haber perdido al que fue mi padre, sino por las deudas que él había dejado al los líderes. Para ese entonces, cálculo que mi edad era de 17 años, por lo que me ofrecí a pagarles con el trabajo de mi padre, que también me había enseñado a hacerlo. Pero los malditos esos... Hicieron algo peor que sólo latigazos...- Gajeel bajo la cabeza y cerro los puños con furia - Me dijeron que sólo era un ingrato negro, otro simple esclavo. Y cuando fui a luchar por mi dignidad, me pagaron horriblemente. Para recordar a mi padre... Y todo lo que pase... Cogieron restos de metales del mismo tayer, y cuando ya los fundieron.... me los incrustaron a sangre fría- Levy abrió los ojos como platos y se tapó la boca. Sabía que los hombres eran mountros para los de raza negra, pero nunca creyó que a ese nivel de crueldad llegaban. Sus ojos se aguaron, y acercó sus pequeñas manos al rostro del esclavo. Esta, la posar su mano en su mejilla, la llevo hasta la barbilla del Redfox, quien a través de todo su tacto cerró los ojos. A Levy le salió la primera lágrima mientras tocaba una de las tres incrustaciones en su mentón.

-Ey, no llores Enana, ya ni las siento. Y además, era eso o que me cortaran las manos, así que ponte contenta de mi nueva apariencia- Dijo haciendo que su dueña sonriera.

Levy río, antes de golpear su pecho -Payaso...-

-Soy un payaso que, aunque paso por todo eso, esta bien... No te preocupes enana... Es como dices: soy así porque así debió ser. Si no hubiera pasado por eso, no estuviera aquí presente-

Levy sonrió tristemente, porque tenía razón... Y aunque le doliera decirlo, estaba contenta de que pasara eso. Porque si así no fueran sus vidas, nunca se hubieran conocido...

Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora