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    Gajeel seguía serio a Levy, que también iba callada. Después de aquella disputa con Jet, ella abandono la biblioteca y siguió sus pasos hasta el interior de la casa, seguida por Gajeel. Y así se encontraban, entrando al salón donde estaba el piano y el fonógrafo.

    Su ama se sentó aún en silencio, y él solo se sentó a su lado aún callado, pues no sabía que decir. Y su problema era que pronto se iría, ya así era el medio día. Se quedo tranquilo, hasta que el sonido de un sollozo le puso alerta. Miro a Levy, y la marca de la gota estaba en su falda.

-Hey, Hey.... Sh sh sh... ¿Por qué lloras Levy?- Poso su mano en el mentón, haciendo que la peli-azul levantara la cabeza, delatando sus ojos dorados llorosos.

-Lo siento.... Lo siento por haberte hecho pasar por eso- Cerro por completo sus ojos, dejando sacar otras dos lágrimas. Cuando los abrió, poso sus dos delicadas manos en la callosa de él posada en su mentón. El Redfox nunca se sintió más roto, y aunque antes había sufrido, el ver llorar a la McGarden era otro tipo de sufrimiento, uno que como cualquier otro, al ser la primera vez, es el que duele más; aún peor si se trata de algo sobre uno mismo.

-No llores, eso no fue tu culpa Enana... todas esas palabras salieron de él. No te sientas culpable por lo que no puedes controlar...-

-Pero también te llame siervo... Perdóname Porfavor- El moreno no aguanto y la abrazo. Era una nueva experiencia para ambos, pero el sentimiento los reconfortaba, y a ambos les hacia sentir.... Como en su hogar. Por respeto, no le toco la espalda, pero si paso si mano por su azulado cabello, dándole apoyo. -Se que lo dijiste sin la intención, que no lo quisiste decir... Tranquila Enana, yo estoy bien.-

    Sus sollozos cesaron, y poco a poco se separaron, ya al fin calmada. Sentía que su alma se tranquilizaba al mirar esos ojos rojizos frente a ella. Quizás el aún no lo tenía del todo claro, pero a Levy no le cabía duda, ella estaba enamorada de él. Se quedaron observandose por unos minutos, y ninguno de los dos se dio cuenta cuando se comenzaron a acercar. Sus ojos vagaban de sus cabellos de diferente color a los labios, luego a los ojos y denuevo a uno de esos tres puntos, casa vez menor la distancia. Así fue, hasta que sus frentes casi chocaron, podía sentir como respiraban hasta el mismo aire. La tentación por cerrar la distancia era mucha...

    ¡Ding! ¡Dong! ¡Ding! El reloj sonó, ya eran las una de la tarde, hora en que venían a buscar al Redfox.

-E-enana... Me tengo que ir, pronto me vendrán a buscar para trabajar en el monte- El peli-negro solo vio a su ama asentir, pues le tuvo que de la espalda para que no viera el sonrojo que tenía encima la pobre peli-azul.

-¿T-te veo mañana Gajeel?- dijo deteniéndolo en la puerta.

-Gee~hee, sabes que si Enana- Le dio su típica sonrisa, y se marchó. Espérate... ¡¿Típica?! ¿Desde cuando el sonreía tanto?.... Si, desde que le hablaba. Gajeel no era un hombre de brindar sonrisas hasta a la hoja que pasaba, pero con ella... Todo era distinto.

-¿Sexta, te puedo pedir algo antes de irme?-

*.*.*.*

-¡¡¡Vamos Olgazanes!!! No tenemos todo el día!- El capataz andaba por el lugar pendiente a los esclavos, mientras el Redfox y el Strattus llevaban los pedazos de caña a la máquina moledora.

-Te dije que no hicieras mi parte maldito- Gajeel estaba algo enojado con su amigo, aunque le quería ayudar, el debía hacer su trabajo.

-¡Oh vamos! No fue ni la mitad, almenos te adelante como media hora de trabajo- Y era cierto, debía cortar y llevar, y gracias a Elfman, la mayor parte de "cortar" estaba hecha, ahora solo era la más sencilla, llevar la caña. En eso ninguno tenía problemas, pues ahora el peli-blanco llevaba dos montones y Gajeel casi cuatro, dos en cada brazo para avanzar.

    Cuando Elfman soltó su cantidad, lo vinieron a buscar, sólo debía quedarse Gajeel a terminar su parte (que prácticamente era nada) y como hoy le tocaba con el Vastia, este le dejo solo el el monte, diciéndole que se tomará su tiempo.

"Esta es mi oportunidad..."salió del lugar, ya acabando su trabajo, y se adentró más en el pastizal. De su bolsillo saco un paño que envolvía... Un pedazo de carne cruda. Él sabía que la bestia estaba cerca, debía estarlo....

-¡Guaaaw!- Gajeel término en el suelo, y encima de él, la bestia que había visto. Pero esta vez, tenía una cicatriz en un ojo. Dejaba ver sus blancos dientes, y su piel marrón oscura casi negra demostraba efectivamente lo que Gajeel había leído.

Era una pantera.

    Tomo el trozo de carne y lo tiro lejos, y el felino rápido salió tras él. Se levantó apresurado, esperaba a que le quedarán más.... Y que el hambre de ese animal fuera grande. Tan pronto término, se volvió a voltear al esclavo. Gruño caminando suave, y Gajeel, aunque estaba intimidado hasta la médula ósea, el quería hacer algo...

    Cuando estaban frente a frente, el moreno extendió su pedazo de carne, y la pantera lo vio. Se bajó doblando la rodilla, y le ofreció la carne al animal. Este inseguro se acercó poco a poco, hasta que comenzó a comer de la mano del moreno. Gajeel sonrió victorioso, había logrado lo que quería. Intento pasar una mano por su cabeza, pero cuando la pantera lo noto se alejó y gruño.

-Eh, ¿quieres más? Creo que me queda un....- Gajeel quedo estático, al ver que en vez de carne, le habían dado... ¡¿Un kiwi?! Porqué Sexta le dio un maldito kiwi!? Ahora si que moriría comido por la bestia.

    Gajeel sudaba frío, deacuerdo al libro que leyó con Levy, esto no era una buena señal. Pero noto que la pantera comenzó a olfatear el aire, y poco a poco se volvió a acercar, hasta mover su hocico en el puño donde Gajeel tenía el condenado kiwi. De los nervios, él se lo ofreció, rezando por su vida, pero se sorprendió cuando vio que la pantera se lo comía... Y con la alegría que lo hacia. Cuando terminó, le dio la vuelta al esclavo olfateandolo, mientras el seguía sin moverse. Y cuando paró, se sentó frente a él ¡Se sentó!

-.... ¿Eh?- El aún no se lo creía, que un maldito kiwi le salvará la vida. Se volvió a bajar hasta la altura de la pantera, y cuando alzó la mano para acariciarla, ella misma poso la cabeza y camino para que le recorriera el cuerpo entero. -¿Eso es lo que te gusta? Los kiwis? Pero que animal más raro...-

-¡¡Redfox!!- Escucho como un guardia le gritaba, era Lyon, de seguro y se tardo demasiado.

-Mierda, me tengo que ir.... Hasta mañana felino- Se levantó, y salió corriendo para que el animal no lo siguiera. Suponía el que volvería mañana, aún no lo sabía.

Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora