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-Eh, Hombre de Hierro, ¿qué es eso?- Droy que estaba tomando su cena, señala la mano de Gajeel, refiriendose al anillo plateado en su dedo.

-¿Hm? ¿Esto? Nada... un pequeño recuerdo- Sonrió para su mismo, mirando el valioso significado de ese simple objeto el cual le habían dado el pasado día.

-Oh... Bueno, cuando no lo quieras me avisas, eso debe valer almenos 100 pesetas- El Redfox fulminó con la mirada a Droy, quizás tuviera razón, pero se notaba que el no sabía su verdadero valor. Y aunque quisiera contárselo y gritárselo, no podía, no debía...

El esclavo se levantó, se estiró un poco - Bueno chicos... Voy a mover algo atrás, regreso pronto- Dejo su sopa allí, y camino hacia la parte trasera de la casa. Entro por el rústico pasillo, y se fijó en el, hace tiempo que no lo hacia. Como los últimos rayos del sol anaranjados se adentraban por las verdes enredaderas de ese pasillo, aún sentía ese sentimiento de estar en un cuento de hadas. Siguió su paso, y justo cuando fue a tocar la puerta, se abrió.

-¡Señolito! Que hace por... No, venga', Porfavor- Sexta con algo de alteración tomo la mano del moreno y se lo llevo a la pequeña oficina de aquel lugar, sabía que el Sr.McGarden nunca pasaba por allí , amenos que hubiera visita o algo.

- Sexta, ¿Qué esta...-

-El jefe a vuelto' miamol- Gajeel quedo paralizado, sentía como el aire abandonaba su ser y volvió unos segundos después. Tenía los pelos de punta, ¿pero cómo?...

-¿Q-qué?-

-Mjm. Se que quiere' ver a Levy... Y por mi, no hay problema... Pero haga silencio... Quédate' aquí, la traeré pa'ca- Sexta, con su característica manera de hablar, dejo la sala.

Arriba en él segundo piso, Levy estaba en su habitación preocupada, y con sus dedos tocaba delicadamente su sortija, con el pequeño diamante que le daba el toque de elegancia. No pudo evitar pensar en él, en cómo serían las cosas ahora. Ella sabía, que su padre no traería tiempo próspero, sino de amargura. Como odiaba que así fuera él. No pudo enviar soltar unas lágrimas de imprudencia, sabía que no podía hacer nada...

Tocaron tres veces en la puerta, antes de que su esclava se adentrara a su cuarto -Miamol...-

Levy se secó las lágrimas, y se abrazo a ella misma -¿Qué pasa Sexta?...-

A su casi abuela se le partió un poco el corazón al verla así -Ven cariño... Quiero mostrarte algo-

La española se levantó, y siguió a la anciana, creyendo que era algún capricho de su padre. Ni siquiera noto cuando salieron de la casa, hasta que notó los últimos destellos del día en su rostro, y se dio cuenta que estaban en el pasillo de atrás.

-¿Sexta, por qué?...-

-¡Sh!... Mi niña, que nos pueden escuchar- Levy ahora estaba algo confundida, ¿a donde la llevaba? Se detuvieron frente a su oficina, esa que su padre le mandó a construir hace años. Antes de que pudiera emitir palabra, Sexta se había ido. Suspiro, antes de girar la manija, pero su preocupación se fue al ver aquella melena negra.

-¡Gajeel!- Él se volteó, justo para atrapar a su chica en los brazos. Se abrazaron unos segundos, justo antes de que Levy levantara su cabeza y uniera sus labios.

- Yo... No sabes lo que paso...- Dijo separándose de él solo un poco, pues por el brinco habían caído ambos al suelo.

-De hecho, Sexta ya me dijo- Gajeel tomo el rostro de Levy en sus manos, viendo su mirada triste que le recorría hasta lo más profundo de su ser.

-No... No se que haremos. Yo no quiero dejar de verte-

-¡Eh! No lo haremos... Tu como antes, irás a alimentar a los niñatos, mientras yo este allí, iré a verte. Cada vez que pueda vendré a trabajar en algún oficio, de seguro que me lo piden. O incluso nos volvemos a escapar, pero no nos dejaremos de ver Enana- La peli-azul toco las callosas manos que acunaban su cara, deseando nunca separarse de él.

- ¿Pero cómo?... Él estará más atento... Gajeel no...-

-¿Confías en mi?-

-¿Eh?- A Levy la pregunta la había tomado por sorpresa, sin contar el hecho que la había interrumpido.

- Enana, ¿confías en mi?- Gajeel seguía viéndola directo con esos ojos rojos de él, a los dorados de ella. La McGarden mirándolo fijamente, sonrió y asintió. El moreno le beso la frente - Ya verás... Saldremos de esta...-

-¿Me lo prometes?-

-Gee~hee, claro que si, Levy- Unió denuevo sus labios, y después de dejar el tema de un lado, se quedaron hablando allí otro rato más.

*.*.*.*.*

    Eran cerca de las 9:40 p.m, el manto estelar ya cubría el cielo oscuro, y los esclavos ya estaban resguardados en sus chozas atrás en el hacendado. Dentro de la casa de los McGarden solo había silencio, incluso la joven heredera se había acostado temprano también. Arriba, en la gran habitación del medio. Se encontraba el Sr.McGarden tomando una copa de vino, aún esperando a sierta persona. Sexta estaba aún dejando todo limpio para mañana, cuando la puerta principal sonó "¿Quién será a esta' horas?..." La anciana camino a la entrada, y cuando abrió, no pudo evitar un gesto de desagrado, igual que el de afuera.

-Buenas noches Señolito...-

-¿Y el Sr.Mcgarden?- La esclava trataba de no enojarse, pues ya debía estar acostumbrada a la falta de educación y respeto del peli-naranja.

-Arriba en su oficina... Le llevare hasta allá'- Jet siguió algo asqueado a la esclava, pero poco fue el camino hasta allá arriba. El joven toco la puerta, cuando un grave "entre" sonó.

-¡Hey! ¿Cómo esta Jet?-

-Muy bien, ¿y usted Señor?- Se saludaron de manos, para luego tomar asiento ambos.

-Dime Jet... Que tal los avances con mi hija... Creo que te dí suficiente tiempo para que trataras de conquistarla, fueron más de dos meces...- Se recostó un poco de la mesa, poniendo el peso en sus codos. Jet cerró los puños, recordando para que vino en realidad.

-De hecho Señor... Debo de contarle algo, una desgracia para usted...-

*.*.*.*

-¿¡PERO CÓMO ES POSIBLE!? Mi hija, y un ESCLAVO!? Es INACEPTABLE!!- Tumbó todos los objetos de la mesa. Jet le había contado todo, he incluso más de lo que había pasado, inventando par de cosas por el camino (pero quizás las había adivinado). Sabía como era el hombre con su hija, y veía eso como la mejor oportunidad para al fin mover a aquel maldito del medio.

-Asi es señor. Desde el primer día que se fue, estuvo merodeando por la casa, muchas veces con su hija. No me quiero imaginar las atrocidades que habrán hecho- El peli-naranja se llevo la mano a la cabeza demostrando algo de drama falso, cualquier cosa por ganarse a aquel hombre.

-¿¡Pero que demonios!? Esto es ininteligible! Mañana en la mañana tomaré cartas en el asunto. Mi hija, y una ¿¡ESCORIA!? Kami-sama reprenda- El hombre se volvió a servir más vino, para despejar la mente. Logró tranquilizarse un poco -Gracias por la información Jet... Yo mismo me encargaré de él, pronto...-

La anciana se llevo las manos a la boca, sentía remordimiento hacia ambos, más al señorito que, en parte, había mentido. "debo de decírselo a ambos pronto' ... El destino no juega' a favor de Gajeel..."

Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora