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   Corría y corría. Corría como si la vida dependiera de ello, hace mucho que no sentía esa adrenalina. El sentir el pulso hasta en la cabeza, la sangre bombeando, mezclado con los sentimientos de miedo, angustia, furia, se remotaban a cuando era apenas un pequeñuelo. Sabía que así sería toda su vida, escapando de su destino, una carrera sin fin, el abismo el cual sería imposible de evitar.... Y todo por ser quien era.

    Pero ahora no era por él, sino por los demás. Una vida fuera de sus manos estaba debatiendose, y era algo grave. Se sacudió la cabeza, tratando de sacar todos esos pensamientos, y apresuro aún más el paso si podía. Su oscuro cabello danzaba con el viento, mientras el moreno sacaba todos los matorrales que se pasaban en su camino, tratando de correr por el camino menos obvio que tenía hasta su destino, el centro del pueblo, donde estaban los del Consejo.

    La gran estructura llamaba mucho la atención, no solo por su tamaño, sino por lo que pasaba hay. Algunos dices que en un pasado fue la primera universidad de la Isla, otros que fue un lugar donde entrenaban para la guerra, pero la verdad nunca será descubierta; solo se sabe que ha sido una de las primeras estructuras construidas por los españoles al llegar, claro, mucho después que los indígenas ya habitando.

    Gajeel corrió aún más rápido por los pasillos de aquel lugar, el ambiente era frío, para nada tranquilo. Cada paso que daba lo hacia preguntarse ¡¿Donde coño se encontraban Natsu y Macao?! Mierda, si no los encontraba, él mismo se metería en problemas. Quiso seguir corriendo, buscando una maldita puerta abierta que le mostrará donde había gente, hasta que una voz lo detuvo.

-¡Oye tu! ¡No puedes estar aquí!- Cuando se volteó, habían dos guardias con la marca del consejo, muy parecida a la del carimbo. -¿Qué diablos haces por aquí negro? Largate-

    Gajeel apretó los puños, apunto de decirle cuantas cosas se le ocurrieran y partirle la cara, digamos que no estaña en su mejor estado. -Déjenlo en paz, anda conmigo- Alguien le toco el hombro, y cuando el Redfox se volteó, vio que era su amigo peli-rosa.

Aquel guardia solo los miro, y sin decir nada más se fue, seguido por el otro. -Mierda Gajeel, no puedes hacer eso y menos en un lugar como este-

-Tsk, son unos estúpidos... Oye Salamander, ¿dónde esta Macao?-

-Acabo de dar mi parte del juicio, pero mierda Gajeel, sabes como son estos.... Tu y yo sabemos bien lo que pasara....- Rara vez, el peli-negro había visto a su amigo de esa manera, con la mirada apagada, y la voz solo expresaba su ira, irá por no poder hacer nada, y decepción, más por si mismo.

    Se quedaron unos segundos callados, pues ninguno sabía que decir para salir del ambiente, hasta que una puerta se abrió. Ambos se voltearon, viendo como como un hombre, con ropa de prestigio, salía de aquel salón seguido por varios guardias más (este lugar estaba lleno de ellos) Natsu tenso su mandíbula y nudillos, ese era el hombre que menos quería ver en estos momentos.

-Thomas Waterson....- Ahora Gajeel entendía, ese era el desgraciado que acuso a Macao.

-Señorito Dragneel, nos volvemos a encontrar-

-Desgraciadamanente.... ¿Por qué diablos lo hizo?-

El hombre, de algunos 50 años, alzo una ceja mientras los miraba, su cara estaba seria -¿Qué pretendías? ¿Que dejara ir al hombre que se acostó con mi mujer? ¿Con el que cometió adulterio?-

   《Antes de que nadie pudiera reaccionar, Natsu tenía tomado al Waterson del cuello, Gajeel se sorprendió por lo rápido que fue, pero no hizo nada al respecto, hasta el mismo lo quería matar.

Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora