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   Cuando salieron, Gajeel estaba con la cabeza hagachada, se sentía peor que cuando lo latigaban, apuñalaban, abusaban. ¡Mierda! ¡Aquel era el maldito recuerdo de su padre! ¡La representación de él! Esos degraciados...

-¡¡AAAAHHG!!- Aquel grito de agonía le distrajo un poco, y cuando logró ver, uno de los dos jóvenes nuevos era el que había gritado. Estaba en el cepo, aquella máquina de tortura que también él había vivido. Eran dos maderos gruesos que unidos formaban 2 agujeros redondos donde les ponían la cabeza o piernas a los esclavos, los cuales les causaban bastante daño por la presión y las horas que los dejaban allí. Lyon movió su cabeza evadiendo ver aquella escena, pero Gajeel se quedo viéndolo, pues para él, era algo normal. Sólo, cada vez que veía eso en sus compañeros, lo único que le causaba era ira, repugnamiento a esos que se ponían superior a ellos.

   Siguieron sus pasos, y afuera a lo lejos, encontró al otro joven, pero este estaba amarrado a un árbol, de las manos y el torso. Lloraba, pues en sus pies lo que había era un hormiguero de hormigas bravas, estaba repleto de ellas hasta la parte baja de sus muslos. Pero el Redfox no estaba sorprendido, aquellos eran raros castigos, pero no eran nuevos, y menos para él.

*.*.*.*

   El peli-blanco lo dejó recostado en un árbol dentro de la hacienda, ya estaba cansado de llevar al moreno en hombros, aquello era demasiado peso para él -Hey, se nota que quizás aquello fuera muy valioso para ti, eso explicaba el porque lo tenías tan largo...- musitó lo último -Pero mírale el lado bueno, sigues con vida-

El peli-negro mantenía la cabeza hagachada, sabía que su nuevo amigo tenía razón, pero no se lo diría. Lyon al ver que no respondía, decidió no decir otra palabra al respecto, y lo dejó allí, no sin antes decirle que debía ir al monte o a casa del Cheney, si lo ven allí acostado, le hiría peor.

     Gajeel levantó la cabeza con los ojos cerrados, pensando en todo lo que había pasado. Trataba de mantener la compostura, porque si no, mandaría todo a la mierda e iría el mismo a matar a esos desgraciados. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta que había cerrado sus puños con fuerza, debía tranquilizarse...

    Se levantó del piso, y caminó dirigiéndose a la hacienda, quizás de camino despejaría la mente. Aún tenía la furia resguardada, ¿Cómo se atrevieron? O aún peor ¿Cómo coño lo habían descubierto? Él no había musitado palabra sobre su padre, sólo cuando le preguntaron sobre los encajes metálicos de su rostro. Se llevo las manos a la cabeza aún con el revuelo de ideas, y se arrepintió el momento que lo hizo. Hasta ahora ni siquiera se había preguntado cuanto de su cabello le habían cortado, pero ya era demasiado tarde....

    Delineo sus oscuros cabellos, y no tardo solo segundos en llegar al final. Cualquiera que lo viera, juraría que había visto un espectro. Tenía su cabello extremadamente corto, pero claro, si se comparaba con el pasado cualquiera era corto. Hasta ahí había llegado su autocontrol, no podía más. Quizás no iría a matar a alguien, pero tenía que sacar todo eso de su interior.

    Comenzó a gritar, y golpeo par de árboles en la vereda. Volvió a gritar con todas sus fuerzas mientras golpeó de nuevo otro árbol, y como faltaban algunos metros para llegar a una pared, llegó en zancadas y comenzó a golpearla a sangre fría. Sus puños sangraban, quizás hasta se fracturó par de huesos, pero sólo quería sacar toda la mierda de su cuerpo. El último puño, lo dió casi sin ganas, pero había hecho un hueco en la pared, marcado por el líquido escarlata que brotaba de sus nudillos, ya vería cuando se le pasar el enojo que dolería como el demonio...

El silencio fue callado por un sollozo, y en la seca tierra calló una lágrima, lágrima que se llevaba toda la frustración, enojo, arrepentimientos, sucesos... De todo un poco, y detrás de ella, se desató un mar de ellas. Eran raras las veces que el Hombre de Hierro lloraba, tal vez nulas, pero la verdad, habían pasado muchas cosas en estos días...

Quizás habían pasado minutos, o casi una hora, pero se había tomado su tiempo para sacar todos los sentimientos de dentro de él. Aprovechó la ocasión que nadie lo podía escuchar, y Gajeel agradecía eso, pues lo menos que le gustaría era que lo vieran así de débil. Cuando término de llorar, respiró hondo y miro al cielo ¿Cuantas veces había hecho eso hoy? Bah, que más da. Se dedicó a escuchar el viento remover las hojas de los árboles, así se lograría tranquilizar y recomponer de nuevo. *-Pero mírale el lado bueno, sigues con vida...-* Abrió los ojos, analizando las palabras del Vastia, y rápido, una imagen se le vino a la mente.

-Levy...- Rápido busco aquel símbolo en su mano. El aniño de su unión. Aquella ya no era solo su "Ama" era la mujer de su vida, la que amaba, y actualmente, era mucho más que cualquier otra persona, su esposa... Y inconscientemente estaba sonriendo como estúpido. Quizás había sufrido, tenía cicatrices que sangraban, y heridas que nunca se curarían, más allá de ser físicas, eran emocionales... Pero ahora estaba ella. Ella, que había venido a ayudarlo, que poco a poco le había enseñado las cosas bonitas de las personas, la quien le enseñó el otro lado de la vida... Era verdad, debía estar alegre de seguir viviendo, sin mencionar que si su padre lo veía llorando por el mientras había una chica, le partiría el culo.

Se río por aquella ocurrencia, y se levantó y sacudió sus ropajes. Miro las chozas de la hacienda, y luego llevo la mirada a la gran casa de su chica, y lo único que podía hacer, era sonreír pensando en su reacción por su nueva apariencia.

*-Soy así porque así debió ser. Si no hubiera pasado por eso, no estuviera aquí presente...-*

-Jm, al parecer tenías razón Enana...- Y condujo sus pasos para la montaña. Ahora quería pasar algo de tiempo con su mascota Pantherlily, Rogue podía esperar a ser visitado otro día....

*.*.*.*.*

-¡Hay miamol! ¡estoy muy contenta!- Sexta abrazaba a su ama efusivamente, pues estaba desbordando alegría por aquella noticia.

-¡Si Sexta! Por eso había llegado tarde aquel día...-

-¡Así que te haz casado con el señolito! Oh Dios, con mi nieto... ¡Miamol estoy tan contenta por ustedes!- La esclava tenía lagrimosos sus ojos, pero nunca había sentido tanta felicidad como en aquel momento.

-Hay Sexta... Kami-sama nos ha bendecido... Pero no se por cuanto tiempo lo tendremos en secreto...- Se miro la sortija en su mano, el como apenas hace una semana era mujer de aquel que ella amaba... Era algo que aún no se creía.

La anciana tomo sus manos, y se las beso con delicadeza -Sabes que te deseo lo mejol miamol, que mil bendiciones caigan sobre utedes' Mija...-

La peli-azul espero a que se sentará junto a ella en aquel salón principal -Gracias Sexta... No sabes lo especial que es para mi, que tu lo sepas-

-Claro que si miamol, tu sabe' que para ti, lo que sea'. Yo...- De repente la McGarden se lleva las manos a su boca, respiro solo dos segundos, antes de salir corriendo, dejando a su esclava con las palabras en la boca.

-¿¡Miamol que pasa!?- Sexta sale corriendo tras ella, cuando llega, su niña estaba vomitando en un lado del patio. -¡¡Miamol!!- Se arrodilla para aguantarle algunos de sus cabellos, normalmente ahora estaba usando mucho su azulado pelo suelto.

Unos pocos minutos después, Sexta excoltó a su ama denuevo al interior hasta una silla en la salón. -Levy, ¿esta' bien?-

La joven recuesta su rostro en las manos para recuperarse de los mareos -S-si Sexta... Todo bien...-

-Quédate aquí miamol, quizá' la comida te cayó mal... Te prepalale un té, no te mueva' okey?- Su rostro mostraba preocupación, sólo espero a que la McGarden asintiera para salir a la cocina y preparar el té que había dicho.

Se levantó de la silla, ya recuperada. Caminó hasta el ventanal de su salón, y la abrió para tomar aire.

-Hm... En algún momento se enterara... pronto tendré que decírselo...- Pensó en voz alta, algo decaída, pero luego, le salió una sonrisa. Quizás sería difícil, pero ya no había marcha atrás... Bajo la mirada, y se toco la parte baja de su vientre, aunque la difeerencia solo era notiria para ella Debía tener alrededor de más de tres semanas.

-.... No me arrepiento de nada...- Sonrió aún más, pues aunque si sería un reto, nada ni nadie la haría darse por vencido....

Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora