Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*

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    Ya habían pasado dos días desde que Gajeel estuviera en la casa de Levy, pues tenía que permanecer cerca del monte por el trabajo. Dos días eternos para ambos, pero al fin hoy se volverían a encontrar. Aprovecharían que hoy era viernes, para todos, ese día en la semana era el mejor, menos para los esclavos, que los fines de semana eran para los fríos castigos que daban o los dueños o los capatazes. Gajeel iba con sus manos en los bolsillos, pensando en trivialidades mientras caminaba entre ese rústico pasillo hasta la puerta de la entrada de la casa. Como era de costumbre ya, tan pronto toco le abrió Sexta, y después de saludarse y que ella le diera su taza de café, subió las escaleras hacia la habitación de la señorita Levy.

- ¡Gajeel! Que bueno que llegaste! Buenos días- No le dio tiempo ni de tocar cuando por coincidencia ella iba a salir de la habitación.

- Hey Enana, ¿Qué tal? Buenos días igual- La chica le sonrió, lo que ya a Gajeel, le encantaba.

-¿Tienes hambre? Puedo hacerte algo-

-Je, gracias Enana, pero ya Sexta se encargo de eso- A Levy se le consumía la cabeza, tenía varias reuniones y asuntos, pero lo de mayor prioridad para ella, era recompensar con algo a Gajeel, por todo lo que ha pasado. Como él le comenzó a insistir que tenía que hacer algo en la casa pues seguía siendo un esclavo, ella lo más que pudo hacer fue que ayudara a las demás esclavas domésticas llevando canastas o cosas, mientras fue a consultar con Sexta que podía hacer.

*.*.*.*

Quizás no fuera lo más romántico, pero el consejo que su abuela sustituta le había encantado. Lo busco por toda la casa, y casi se tropieza con un Redfox con tres canastas llenas de comida.

- ¿Qué?... ¿Por qué llevas tantas?-

- ¿Esto? No es nada Enana... ¿Pasa algo?- Por dentro la McGarden retorcía de alegría, como él se preocupaba por ella.

-Etto... Ven, tengo que hablar contigo-

Levy espero a que el moreno entrara, y cerro la puerta. Se sentó junto a él en la cama *Para él era inevitable, se moría por descansar en ella*

Posó sus manos sobre las del Redfox, automáticamente se pusieron nerviosos. -Mira, quiero que me escuches, porque se que te quejarás pero esta es una desicion mía, tómalo como un regalo- el oji-rojizo la miro confuso, pero ella tomo un aire para seguir.-Me siento pésima por lo de hace días, y por todo lo que haz pasado. También estoy consiente de que ya tus tres mudas de ropa pasaron, pero igual. Te quiero regalar una camisa nueva, completamente nueva y moderna; tómalo como un estilo de disculpa Porfavor...-

Efectivamente, quería rechazar la oferta, pero en el fondo, el sabía que si no lo hacia, la dañaría porque se sentía culpable. Se removió el pelo frustrado soltando un soplo, y Levy le brillaron los ojos.

-Esta bien... Sólo porque eres mi ama- La peli-azul hizo un puchero.

-No me llames así- "Gee~hee" fue lo único que escucho antes de voltearse y tomar unas tijeras, una cinta de medir y un pequeño lápiz.

-Quítate la camisa- Gajeel abrió los ojos y miro los de su chica. Ella quedo consfusa por su cara, que cambió de sorprendido a juguetón.

-Alguien esta caliente ¿eh?- Levy se sonrojó.

-¡Deja de jugar y hazlo! Payaso- hizo un puchero, lo que hizo que Gajeel soltara otro "Gee~hee" y se quitará la camisa. Mientras el moreno se quitaba su vestimenta, Levy miro por el rabillo del ojo, pero no pudo aguantar y se volteó completa, quedando perpleja por el cuerpo de Gajeel. Sus ojos se clavaron el sus abdominales, fueron subiendo por los pectorales, y chocaron con un par de ojos rojizos que la miraban juguetonamente - ¡¡Yaaa Gajeel!!- se volteó sonrojada, mientras el Moreno a su espalda reía. Cogió la cinta de medir, y se puso en la cabeza concentrarse en las medidas y no en el formado cuerpo de su esclavo *.... Esto será dificil*