Habían pasado alrededor de tres semanas desde aquel encuentro de los abolicionistas y la española con su esclavo. Las cosas para la pareja no parecían mejorar. Desde que el padre de Levy había vuelto, para todos allí se había duplicado el trabajo. Más demanda de materiales, producción, significaba más esfuerzo para los de piel negra; en especial al Redfox, pues lo tenían bajo la mira. Se levantaban más temprano aún, y volvían más tarde. Hasta los castigos se habían intensificado, y en uno de ellos le tocó a Gajeel; pero ya que no tenían excusas válidas, apenas fueron 150 latigazos.
-Gh...Mierda...- Gimió cuando el guardia lo dejó en su choza.
-Joder Gajeel, ¿cómo puedes? Si apenas tienes piel en la espalda- le preguntó el Vastia, sacando del medio algunos trapos -...¿Eso de tu récord es cierto, Hombre de Hierro?-
El peli-negro tardó un poco en contestar a esa pregunta -....Si... Pero tenía más fuerza... Y si ahora estoy así, nada más imagina como estaba entonces mi espalda... De hecho, ese día apenas me podía mover, si no fuera por las mujeres, creo que hubiese muerto... Tardé más de un mes en cicatrizar, y durante la primera semana me desmayaba del dolor... Pero, aquí me vez- Dijo antes de hacer una mueca de dolor por el ardor de las heridas.
El peli-blanco iba a irse, hasta que la voz del esclavo lo detuvo -Oye Lyon... ¿Crees que hoy me lo den?-
Su semblante cambio -... Sabes que no Redfox... Pero me encargaré de que mañana te den, se lo debo a la jefa-
El peli-negro sonrió amargamente con la cabeza abajo, llevaba cuatro días sin tener buen un bocado, y ya comenzaba a ver los efectos -Ya déjame... Estaré bien- Y con eso, lo dejó solo.
Cerró los ojos con fuerza mientras se arrastraba hasta una pared. Podía sentir como la sangre y su sudor bajaban por su espalda, pronto tendría que llamar a una de las esclavas, o eso se le infectaría. Decidió vagar por sus pensamientos para distraerse. Algo bueno de el exceso de trabajo era, que podía pasar más tiempo con Pantherlily, que con el tiempo que llevaban, notó que se había alargado par de centímetros y había crecido.
"Je, hasta nuestra pantera crece más que tu Enana..." Aquello lo había hecho soltar par de risas, pero rápido se desvanecieron. La extrañaba... Hace días que no sabía de ella. Pero las palabras que de dió su amigo, le dejaron marcado...
~ -¡Gajeel! ¿Qué te han hecho?- El Cheney vino corriendo hacia su compañero, encadenado a un poste afuera. Almenos era tarde, aunque llevaba allí horas. Gajeel levantó la cabeza y divisó al muchacho.
-¿Pues que parece?- Se levantó del suelo, pues solo tenia encadenada las manos. Rogue se quedó observándolo de frente.
-Joder... ¿Pero que hiciste para esto?-
-¿Sabes?... Nada- Contestó sarcásticamente y el español solo rodó los ojos. Recordó a que había venido corriendo. -Gajeel, debo de contarte algo, no me lo vas a creer...- Le narró todo, incluso la parte más importante, donde venía envuelta Levy. Para los tres, eran excelentes noticias.
-Al fin, porque.... sólo mírame Rogue- Le mostró los grilletes que lo mantenían atado al poste. - Esto es una mierda... Algo miserable... Creo que debí hacerle caso a ella, cuando sugirió que nos fuéramos...-
VEl peli-negro se quedo callado, analizando palabras para su amigo moreno, y finalmente sonrió. Caminó hasta su amigo y le tomó sus gruesas manos. -Gajeel... Te quiero preguntar algo que mi amigo Gildarts me dijo hace mucho pero no había entendido... "Las cadenas de la esclavitud, sólo atan las manos. Es de nuestras mentes, decidir si somos libres o esclavos"... Dime Gajeel...- Le levantó la mano izquierda, mostrándole aquel signo que lo unía a su ama -¿Qué eres?...-
El Redfox se le fue el aire del cuerpo, mientras se quedaba observando su sortija plateada. No tenía ni que pensarlo, el Cheney tenía razón. -.... Soy libre Rogue...- ~
Con la poca fuerza que tenía, logró llevar su mano a su campo de visión, y se quedó admirando aquel aniño entre sus dedos, aquel símbolo de unión, y pensó que aquello era quizás, lo único que lo mantenía en vida... Lo que le daba la fortaleza, de seguir adelante....
*.*.*.*
Dentro de la casa de los McGarden, las cosas no eran tan diferentes. Si a los de tala les exigían más, igual a las domésticas adentró. Durante el transcurso de las semanas, cada dos días, un español de pelo naranja venía a visitar con la excusa de atender unos asuntos para el Sr.McGarden, pero la verdad era, que venía a verla a ella.
Había un problema... El padre de Levy y Jet pudieron notar que hubo un cambio el la joven peli-azul. Ya no era aquella chica sumisa, callada y tímida, que sólo se quedaba viendo sin poder protestar. Ahora, tenía sentido de autoridad, se daba a respetar, y sobre todo, cuando quería o veía algo incorrecto, abría la boca y lo decía. Para Sexta, eso era un orgullo, pero uno que aveces traía conflictos...
El plan del español era conquistarla, y no estaba saliendo bien para nada. Por sus puntos de vista distintos, aquellas visitas se transformaban en peleas entre padre eh hija, y cada día, empeoraban. Se levantaban el volumen de la voz, de parte del hombre salían insultos y de ella demandas, y la de hoy, estaba excediendo los límites...
-¡No me interesa tu opinión acerca del trabajo en la hacienda! ¡Aquí será lo que yo dicte!-
-¡¿Que no ves que ya casi pierdes a dos de los esclavos?! Debes de dejar estos malditos abusos. ¡Tiene una vida! Almenos comida...- Su hija trataba de hacerlo razonar siempre, estaban dentro de su oficina, y Sexta atrás con la cabeza hagachada.
-¡He dicho que te calles!- Golpeó la mesa frente a él, haciendo que varios objetos cayeran y se rompieran -¡Necia!, así nunca encontrarás un marido ¿¡Por qué no escuchas a Jet?! Deberías de aprender de él, tiene las cosas bastante claras-
La McGarden iba a decirlo todo, hasta que un malestar llegó. Se llevó la mano a la boca, y su padre la miró extrañado. De repente salió corriendo de allí, y fue seguida por la anciana del lugar -¡Levy!- Sexta trató de seguirle el paso. Llegó hasta la habitación de arriba, y cuando abrió la puerta, pudo escucharla en el baño, denuevo vomitando.
Esperó a que terminara para poder ayudarla. Le peinó denuevo su azulado cabello, la limpio un poco, y luego la recostó en su cama. -Miamol... Tiene' fiebre... Iré abajo a buscal trapo' con agua... No tardo- y con paso apresurado la dejó allí. No tardó mucho, ya había regresado y puesto un paño para bajar la temperatura.
-Hay mi niña... ¿Eta's bien?-
- S-Si Sexta... Creo que estoy comenzando a estar enferma- Mentira, ella sabía muy bien que era, pero aún no se veía preparada para decírselo...
-Oh Miamol... Tranquila, yo estaré pendiente'- Se sentó en la cama. Le llegó un pensamiento a la mente -Oye, que no me ha' dicho na' acerca del señolito o de Natsu...-
La McGarden se sentó en la cama - Es cierto... Pues... Respecto a Gajeel, hace días que no lo veo...- Bajó su semblante triste - Hace más de una semana... Aunque logro observarlo mientras trabajan en el tiempo de las visitas de Jet-
-Oh mi niña'... Cuanto lo siento ...-
-Mjm, pero hay otra cosa...- Tomó el paño de su frente, y lo cambió por otro con ayuda de la esclava -Exactamente hace seis días, vinieron de visita Rogue y Natsu...-
-¡Oh si! Ya me acoldé...-
-Pues, lo que vinieron fue a...- se acercó más para poder susurrarle -Mandarme un mensaje de los abolicionistas...-
Sexta se tapó la boca de la sorpresa, pero dejó que Levy continuara -Ambos hablaron con los jefes, ¿y sabes qué? Me quieren conocer-
La anciana tenía una sonrisa en su rostro, al igual que la heredera -Eso es grandioso miamol... Pero explícame'... ¿Cómo convelcieron a ellos para ayudal a un McGalden? Si tu tiene' la historia de tu familia-
-Bueno, pues verás... Esto fue lo que me dijeron...-
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Rompiendo las cadenas... {Gajevy/GaLe A.U.} *EN EDICIÓN*
FanfictionHace dos centenarios, el mundo vivia en la cruel realidad donde lideraba el racismo y la dicriminación. Pero con todo y sus incoherentes ideas, habian personas en contra de esta injusta demanda. Levy era una española, Gajeel un esclavo, y ambos teni...