Capítulo 2

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Se había pasado toda la mañana en la cama, con un dolor de cabeza terrible que no le dejaba ni abrir los ojos, a pesar de que las cortinas de su habitación estaban completamente cerradas. Debía de ser ya mediodía por el olor a comida recién hecha, pero seguía sin ganas de levantarse. De repente, la puerta de su cuarto se abrió bruscamente y un rayo de luz le cegó.

"¡Buenos días Papá! Buena juerga te debiste de pegar anoche... No sé a qué hora habrás llegado, pero ya son más de las dos y media, así que ve levantándote que la abuela ya ha preparado la comida". La adolescente pelirroja besó la cabeza de su padre y salió dejando la puerta entornada.

El escritor fue directo a la ducha y salió al salón con el ceño fruncido por la resaca. Sin mediar palabra se dirigió a la nevera y se sirvió una copa de vino.
"¡Pero hijo! ¿Vas a seguir bebiendo?" protestó su madre mientras colocaba tres platos sobre la mesa.

"Madre, ¿a ti nunca te han dicho que lo mejor para las resacas es seguir bebiendo? Igual que para quitar las agujetas, hay que seguir haciendo ejercicio...". Se bebió la copa de un trago y se sentó al lado de su hija dispuesto a comer. "Por cierto, no quiero ni una pregunta con respecto a mi fiesta de anoche. No me acuerdo de nada". Mintió a la perfección; aunque a su cabeza vinieron flashes de los momentos vividos aquella noche.

Comieron los tres en silencio por imposición del hombre de la casa mientras abuela y nieta se dirigían alguna que otra mirada rápida, con preocupación por su hijo y padre respectivamente. Desde hacía unos meses sus salidas nocturnas se habían intensificado, pero al día siguiente, él volvía a ser el de siempre. En cambio, aquel día ambas supieron que algo le había pasado por la noche.

Cuando Te VeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora