Capítulo 22

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Castle sonrió abiertamente ante las palabras de su hija. Era increíble cómo lo conocía y cómo sabía lo que necesitaba. Cogió la bolsa que Alexis había dejado en el suelo, a su lado, con la comida y algo de ropa. Jim tardaría en volver a la habitación pues después de cenar algo se había ido a casa a por ropa más cómoda. Lanie charlaba con Alexis fuera de la habitación. Sonrió y miró a la puerta de la 312 donde estaba Kate. Sabía que le acababan de llevar la cena, pero también sabía perfectamente que no se la comería. La comida de hospital, ¡es horrible!.

Pasó al lado de su hija y de Lanie y dio un tierno beso en el pelo a la pelirroja susurrándole un pequeño "gracias" que la forense no pudo escuchar. Entró en la habitación y se encontró a una Kate meditabunda, revolviendo la sopa que le habían llevado y la cual no había ni probado.

"Por más que mires la sopa no se va a convertir en una buena chuleta". Bromeó el escritor acercándose a ella con la bolsa en su mano.

Beckett sonrió abiertamente al verlo entrar y rió por la broma. "Pues ya podría, porque esta comida, ¡está asquerosa!". Puso los ojos en blanco soltando la cuchara en el plato.

Castle se acercó más a la cama, sonriendo misteriosamente. "Bueno... eso quizás pueda solucionarlo yo..." Bajó su tono de voz sin dejar de sonreír, mirándola a los ojos.

"Uhumm... Y... ¿Cómo? ¿Eres mago? ¿Chef? O... ¡espera, espera! ¡Ya sé! Has asaltado el supermercado de abajo... jajaja". Beckett soltó una carcajada. Se la veía más animada. Haber estado hablando de cosas banales con Lanie la había relajado.

"Muy graciosa inspectora. Pero... ¿eso es todo lo que se le ocurre?" Fue acercándose suavemente hacia ella hasta rozar sus labios. Kate abrió ligeramente su boca, alternando su mirada entre los ojos azules del escritor y sus gruesos y llamativos labios. En el instante en que Beckett fue a besarle, él se apartó lo justo para que sus labios no chocasen. "Che che che... Primero, intenta adivinar, y si aciertas, te daré un premio". Sonrió con malicia y acarició sensualmente los labios de Kate con el dedo pulgar.

Kate mordió ligeramente su dedo, mirándolo a los ojos intensamente. "Reto aceptado... A ver, déjame pensar...". Inclinó la cabeza hacia atrás, mirando al techo, pensativa, sintiendo como el dedo de Castle recorría ahora su cuello, de arriba abajo y vuelta a empezar. Su piel se erizó y él sonrió nuevamente. "Oh, vamos Castle, ¡así no puedo pensar con claridad!" Alargó el cuello alejándolo de su mano, riéndose. "Mmmm... Veamos..." Se mordió el labio, consciente de que aquello provocaba al escritor. "Creo que ya sé lo que me has traído". Sonrió mirándolo a los ojos. "Lo que no sé es si en el hospital tendrán palillos..." Elevó los hombros mirándolo con una mueca graciosa. "Creo que esta vez me conformaré con comer con tenedor".

Castle abrió los ojos de par en par, lo que hizo que Beckett se riera. "¿Cómo sabes que tengo comida China?". Apoyó la bolsa sobre la cama de Kate y apartó la bandeja con la comida del hospital, dejándola en una mesita. Sacó los cuencos de la comida china y los colocó sobre las piernas de Kate.

"Castle, huele toda la habitación a comida china". Sonrió mirándole con cariño. "Gracias..." Susurró perdiéndose en su mirada.

"Será que con el resfriado que tengo, no lo huelo". Se rió el escritor. "De nada..." Susurró después acercando sus labios a los de la inspectora. "Siempre..." Volvió a susurrar, esta vez más bajo, terminando por atrapar sus labios. Ambos cerraron los ojos, sintiéndose. Sus humedecidas bocas se acariciaban con lentitud, saboreándose. Dieron rienda suelta a sus lenguas, quienes también se encontraron y bailaron juntas. Hasta que se quedaron sin aire y tuvieron que separarse para respirar.

Cuando Kate abrió los ojos, se encontró con los de Castle que la miraban con un brillo y un sentimiento muy especiales. En aquel momento, sintió que jamás podría apartarse de él y que por mucho que ella tuviera un muro construido para muchas cosas, él siempre sería su punto débil. Por una vez en su vida desde que había perdido a su madre, sentía que podía ser frágil ante alguien, y que no importaba, porque él la entendería y la apoyaría, siempre. Suspiró perdida en sus pensamientos, sin dejar de mirarle.

Castle acarició suavemente su mejilla, preguntándose qué sería lo que le estaba pasando por la cabeza. Pero no preguntó. No quería estropear el buen humor de Kate. Le sonrió, le dio un rápido beso en los labios y se separó ligeramente de ella, empezando a abrir los cacharros de la comida.

"Por cierto, sí que tenemos palillos. Alexis está en todo...". Sonrió a la inspectora con ternura.

"¿Alexis está aquí? ¿Ha traído ella la cena?".

"Sí.. Me ha llamado hace un rato preguntándome dónde estaba. No suele hacerlo, pero como este menda llevaba unos cuantos días sin salir apenas de casa..." Levantó los hombros. "Cuando le dije que estaba aquí, quiso venir sí o sí. Enseguida pasará a verte." Le sonrió con amor y volvió a besar sus labios. "Ummm... Son adictivos..." Ambos se rieron y comenzaron a cenar juntos, entre caricias, miradas, besos y pequeñas risas.

Kate se sentía mejor. El dolor del pecho estaba remitiendo y seguramente las pruebas que le harían al día siguiente dirían que la herida de la cabeza no había causado daños mayores. A pesar de encontrarse en el hospital y de todo lo que le había pasado, se sentía a gusto, con ella misma; y con él también.
Estaban acabando de cenar cuando sonaron unos suaves golpes en la puerta. Castle estaba sentado en el borde de la cama, mirando a Beckett. Así los encontró Alexis cuando entró en la habitación. Beckett enrojeció ligeramente cuando la hija del escritor entró y los vio a los dos sentados en la cama. No se arrepentía de estar con él, en absoluto. Pero no pudo evitar sentir cierta vergüenza de que los viera así.

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