Capítulo 28

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Eran las siete y media de la mañana cuando el despertador sonó. No llevaba más que cuatro horas en la cama y además, no había descansado en condiciones. Abrió los ojos con pesadez y apagó el despertador. Miró hacia la ventana. Las cortinas estaba corridas pero entraba bastante luz. Se frotó los ojos, dio un brinco y corrió a meterse en la ducha. Tenía que arreglarse y desayunar algo antes de ir al hospital.

En el hospital, Jim llevaba un buen rato despierto. Tan sólo había dormido un par de horas, o tal vez tres. No estaba seguro. Simplemente sabía que estaba agotado y que le dolía todo el cuerpo de dormir en aquella incomodísima postura. Se incorporó estirándose tratando de desentumecer sus músculos. Miró a su hija quien dormía y parecía tener una pequeña sonrisa en los labios. Se acordó de su fallecida esposa y suspiró sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Aquel suceso había cambiado tanto sus vidas... Él la echaba demasiado de menos, pero tenía que ser fuerte y no volver a caer en el alcohol. Debía hacerlo por su hija. Y Katie... ella había cambiado totalmente de carrera para tratar de encontrar al causante del dolor que ambos sentían desde hacía tantos años. Y, a pesar de ser de las mejores, no lo había conseguido... Su vida corría peligro y el poco podía hacer para protegerla. Paró sus pensamientos cuando notó como el cuerpo de la inspectora se movía y se estiraba. Parecía que se empezaba a despertar.

"Mmm...". Kate se estiró con cierta dificultad. Le dolía la espalda y la cabeza. Acercó una mano a su cabeza para tocarse la zona de la herida a ver si de aquella manera le dejaba de molestar. Pero no lo consiguió. Fue abriendo lentamente los ojos hasta acostumbrarse a la luz. Su padre se había levantado y había descorrido una de las cortinas por la que empezaba a entrar un rayo de sol. "Buenos días papá..". Susurró al verlo junto a ella. "¿Has podido descansar algo?". Entrecerró un ojo observando a su progenitor. Tenía unas profundas ojeras.

"Unas tres horas o así." Jim le dedicó una sonrisa. No valía la pena mentirle.

"Lo siento... tendrías que haberte ido a casa...". Kate bajó la cabeza y respiró hondo. Miró el reloj de su padre que siempre llevaba en su muñeca izquierda. Eran las ocho menos cuarto de la mañana. "¿Por qué no te vas yendo a casa? Castle vendrá enseguida, no estaré sola. Y seguro que en una hora el doctor vendrá a hacerme esas pruebas y probablemente para la tarde me haya podido ir a casa". Trató de convencerlo. Pero sabía que era tan cabezota como lo era ella.

"¡Ni hablar! Me iré cuando vea que no estás sola". Le besó el pelo en el lado opuesto al que tenía la cicatriz. "Y no sigas intentando convencerme". Le amenazó con un dedo mientras sonreía. Beckett sonrió ante aquello y asintió dándose por vencida. "¿Cómo estás tú? ¿Has podido dormir?".

"Sí, he dormido alguna horita. Y me siento mejor". Le sonrió aunque omitió el hecho de que la herida de la cabeza le tiraba. No quería preocupar en vano a su padre. Bastante tenía ya el hombre... "¿Por qué no bajas a por un café y me traes algo a mi también? Tardarán en traerme el desayuno y ¡me muero de hambre!". Su padre aceptó y salió de allí en dirección a la cafetería.

De repente, se oyeron unos golpes en la puerta. Alguien pedía permiso para entrar. Kate sonrió deseando ver a Castle y miró rápidamente a la puerta, quedándose asombrada al ver de quién se trataba.

"¿Qué haces tú aquí?". Se sentó en la cama mirando a aquella persona con el ceño fruncido.

Bueno bueno aquí termina este maratón de fin de año, con la duda se aceptan Castle theories!

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