Capítulo 44

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Casi diez minutos después, en los que Kate había aprovechado tumbarse en la cama encima de las sábanas y tranquilizarse, Richard salía del baño abriendo la puerta de par en par para que ella pudiera ver lo que había dentro. Había llenado la bañera con agua caliente y le había echado varias sales y creado espuma. Después, alrededor de la bañera, había colocado varias velas aromáticas y las había encendido. Por último, apagó la luz del baño y puso una música suave.

Cuando Kate lo vio salir, no pudo evitar fijarse en el interior. Se mordió el labio inferior en señal de que le encantaba lo que veía, todo lo que él había preparado para ella. Suspiró, encantada con aquel hombre. Le hacía sentirse increíble.

Castle le tendió su mano esperando que ella se la cogiera. "¿Le apetece venir a relajarse inspectora?". Ella sonrió y se levantó de la cama agarrada a su mano. Fueron al baño sin soltarse y una vez allí Richard se fue desnudando poco a poco bajo la atenta mirada de ella. "¿Piensas quedarte ahí mientras yo me baño?". Le sonrió con cierta picardía y terminó de quitarse los calzoncillos para meterse muy lentamente en la bañera.

"No. Sería dejarte desperdiciar esta maravillosa bañera". Sonrió y también se fue desnudando ella. Muy poco a poco, consciente de que él la observaba en todo momento. Cuando acabó, se metió también en la bañera sentándose delante de él y dejando que su cuerpo descansara sobre el de su escritor favorito. "Mmmm...". Aspiró lentamente el aroma que desprendían las sales y las velas. Se acomodó más entre sus brazos y se dejó hundir un poco más en el agua.

"Relájate...". Susurró él en su oído y después llevó sus manos a sus hombros para masajearlos lentamente, consiguiendo que Kate soltara varios gemidos de placer. "Eres perfecta cariño..". Volvió a susurrar él para después besarle el cuello muy despacio y suavemente, sin dejar el masaje.

"Mmmm...". Kate no podía articular palabra. Estaba concentrada en cada caricia, en cada beso y en cada movimiento que él hacía en su cuello o en su espalda. Parecía que estaba embrujada por aquel hombre. Pocos minutos después de que empezara con el masaje, sintió como todo su cuerpo empezaba a soltar tensión y cada músculo se iba relajando. Jamás se había sentido tan a gusto, tan cómoda, tan querida.

Tras el masaje, ninguno quería moverse. Beckett agarró las manos de Castle y las entrelazó con las suyas, dejándolas reposar sobre sus piernas.

"¿Sabes? Tú madre tiene razón. Soy el hombre más afortunado del mundo e incluso del universo. Por tenerte, por tenerte conmigo... Lo llevo siendo desde el primer día que te conocí. Ya entonces, hacías que mis días valieran la pena". Castle apretó las manos de Beckett y la abrazó con firmeza. "Llevo años soñando con este momento...". Le dio un dulce beso en el hombro.

Kate había permanecido en silencio escuchando todas y cada una de sus palabras. Sonrió abiertamente y se acomodó un poco más en su cuerpo. "Dicen, que a veces, los sueños se hacen realidad...". Respiró hondo y despacio un par de veces, sintiéndose calmada, relajada. "Y yo, corroboro eso que dicen. Mi sueño, también se está haciendo realidad...". Giró su cabeza lo justo para poder mirarle a los ojos, sonriéndole. Él correspondió aquella sonrisa y se fundieron en un dulce beso.

"Mmmm... Te quiero.". Dijo Castle entre beso y beso.

"Y yo a ti...". Susurró ella en sus labios.

Tras el baño, se pusieron ropa cómoda y se metieron en la cama. Los dos sabían que ninguno podría dormir, pero necesitaban descansar. Lo que les esperaba al día siguiente, iba a ser muy duro. Se abrazaron y se mantuvieron en silencio, dedicándose pequeñas caricias de vez en cuando. Casi un par de horas después, consiguieron dormirse.

Aún era muy temprano cuando Castle se despertó. Abrió los ojos lentamente acostumbrándose a la claridad que entraba por la ventana. Miró la cama y sonrió al verla aún acostada, dormida. Se encontraba frente a él y se dio unos minutos para dedicarse a observarla. De repente, Beckett frunció el ceño, dormida y todo su cuerpo se tensó. Le colocó muy suavemente un revoltoso mechón de pelo tras la oreja, aprovechando para acariciarle la mejilla delicadamente. Sonrió al notar como tras aquella caricia sus facciones habían vuelto a parecer relajadas y su cuerpo se destensaba. Decidió levantarse y prepararle el desayuno. Algo rápido para poder ir a comisaría lo antes posible. Cuanto antes acabaran con todo aquello, mejor. Dejó a Kate dormida en la cama y fue a la cocina. Entonces, recibió una llamada de teléfono. Suerte que llevaba su móvil en el bolsillo del pijama. Así no despertaban a Beckett.

"Castle". Contestó la llamada mientras preparaba un par de cafés.

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