Capítulo 32

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Kate se miraba en el espejo mientras terminaba de vestirse. Llevaba unos pantalones negros con unos zapatos de tacón no muy altos, negros también. Se había puesto el sujetador y tenía entre sus manos, el colgante del anillo de su madre. Lo miró con una media sonrisa, triste. Besó aquel tesoro para ella y se lo colgó, observando cómo caía justo encima de su cicatriz. Respiró hondo y miró su cara en aquel espejo grande del cuarto. Una pequeña lágrimas resbaló por su mejilla mientras no podía dejar de culparse por la muerte de Josh. Llevaba toda la noche pensando que si ella hubiera hecho mejor las cosas en aquel caso, todo se habría resuelto sin más víctimas. Suspiró secándose los ojos. Tendría que ver a la familia de Josh y ella sabía perfectamente cómo estarían sintiéndose en esos duros momentos. Respiró hondo y terminó de vestirse y se maquilló ligeramente. Salió de su habitación, con pasos firmes. No quería que su padre la viera sufrir más.

Jim Beckett había dormido aquella noche en el sofá de casa de su hija. No quería moverse de su lado y le había parecido perfecta la idea de Castle de que Katie se fuera a casa a dormir. Para cuando Kate salió de la habitación, él ya se había vestido y estaba preparando el desayuno.

"Mmm... ¡Qué bien huele papá!" Sonrió Kate al salir y ver a su padre cocinando. Le encantaba verlo metido en la cocina. Se acercó a él dándole un suave beso en la mejilla y miró lo que preparaba. Tortitas. No pudo más que sonreír. Las hacía por ella, porque sabía que le encantaban y, desde que era una cría, siempre que algo malo le había pasado, él las preparaba para ella. Se mordió el labio recordando viejos momentos.

"Ya están casi listas. ¿Por qué no preparas un buen zumo de naranja mientras termino?" Kate asintió y se puso manos a la obra. "¿Quieres que vaya contigo al funeral?". La miró de reojo esperando alguna respuesta, pero su hija permaneció en silencio mientras preparaba el zumo. Él sabía que aquello era duro para ella así que le dio un momento para que respondiera.

"No... no hace falta papá. Será sólo un momento e iré todo el rato acompañada por Jason". Jason era el "guardaespaldas" que le habían asignado. Ella lo conocía de vista en la comisaría. Era un tipo majo. Supuso que tras haber dormido en un colchón en casa de Kate, ahora estaría en la puerta esperando a que ella saliera. "Espérame aquí. Cuando acabe vendré a casa". Dejó dos vasos con zumo sobre la mesa mientras pensaba en lo que Castle le había pedido que hiciera después del funeral. Suspiró mordiéndose el labio.

Jim no insistió más y desayunaron charlando de cosas banales. A las diez de la mañana, Beckett salía de su apartamento seguida en todo momento por Jason. Se montaron en el coche. Ella conduciría. Se abrochó el cinturón, y antes de arrancar miró cómo Jason también lo hacía. Le sonrió agradecida. Sabía que no era un trabajo fácil el de tener que proteger a alguien. Miró su móvil y decidió mandarle un mensaje a Castle

Rick, ¿cómo has pasado la noche? ¿Qué tal estás?.
Voy de camino al funeral. Tranquilo, Jason va conmigo y no me alejaré de él.
Te veo luego.
Un beso cariño.
Pórtate bien anda.

Guardó el móvil en el bolsillo de su chaqueta y arrancó, conduciendo en silencio hasta el cementerio.

Castle aquella noche no había podido dormir mucho. Su hija se había quedado con él, cosa que agradecía, pero él echaba de menos a Beckett. Tenerla cerca le daba paz y le hacía sentirse mejor. Además, estaba preocupado por ella. Por el funeral y por la grabación de casete que tenía que buscar. Leyó los mensajes de Kate e inmediatamente, sonrió. Le gustaba ver que se preocupaba por él. Respiró hondo para controlar sus nervios y preocupaciones y le respondió al mensaje.

Ten mucho cuidado, por favor.
Llámame cuando vuelvas a casa.
Yo estoy mejor, no te preocupes
Estate tranquila. Hablamos después.
Un beso.

Dejó el móvil sobre la mesita que tenía cerca de la cama y cerró los ojos intentando volver a descansar. Le habían llevado el desayuno hacía rato y aunque no le gustaba nada la comida del hospital, el hambre le había podido y había terminado acabándose todo lo que le habían llevado. Martha había llegado hacía poco y estaba en cafetería tomándose un café. Alexis aprovecharía que no tenía clase para ir a casa y descansar en condiciones.

Kate, acompañada por Jason, entró al cementerio y se dirigió al lugar en el que se realizaría el funeral. Iba con unas gafas de sol intentando disimular su mala cara, y por qué no decirlo, las lágrimas que era muy probable que acabase derramando. Se quedó un poco alejada de la multitud. Apenas conocía de vista a la familia de Josh y no quería meterse en medio. Jason se quedó junto a ella, mirando siempre a su alrededor por si veía algo extraño. Beckett se mantuvo con la mirada fija todo el tiempo que duró el funeral y consiguió aguantar las lágrimas, apretando los puños. Cuando acabó, la gente poco a poco se fue acercando a los familiares a darles el pésame. En aquel momento, ella dudó qué era lo correcto: ¿Acercarse o no? Al fin y al cabo, el médico había fallecido por culpa de ella. Suspiró y dudosa se acercó a la madre y los que la rodeaban. Se levantó las gafas de sol para poder mirarlos a los ojos.

"Lo siento en el alma, de verdad". Su voz sonaba triste, culpable. "Era un buen chico...". Susurró dirigiendo su vista al suelo para no tener que soportar por más rato las miradas rotas de los miembros de aquella familia. Ellos no dijeron nada. Simplemente aceptaron el pésame con seriedad y tristeza y continuaron recibiendo los de otra gente.

Beckett se acercó a la tumba de Josh, de nuevo con las gafas puestas, y dejó una pequeña flor sobre ella, mirando con alguna lágrima su nombre. No sabía qué le dolía más en aquel momento. Si la muerte de él, el hecho de que el caso estuviera resultando mucho más difícil de lo que jamás habría imaginado, o el sentirse culpable por todo. Suspiró y se giró sobre sus pasos, seguida por Jason. Caminó en silencio hasta el otro lado del cementerio y allí se acercó a una lápida, la de su madre. Se paró frente a ella y se levantó las gafas para releer por milésima vez cada palabra allí inscrita. Jason le dejó cierto espacio, pero manteniéndose a la vez bastante cerca como para poder protegerla.

Kate se agachó y acaricio aquellas letras: "Vincit Omnia Veritas". Dejó escapar un par de lágrimas y apoyó en el suelo y en la lápida un pequeño ramo de flores que llevaba, retirando el viejo. Besó sus propios dedos para después llevarlos sobre su nombre y susurrar: "Te quiero mamá". Se levantó secándose las lágrimas, se colocó las gafas y caminó cabizbaja al coche para volver a casa.

Cuando Te VeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora