Capítulo 70

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Cuando llegaron a Nueva York, pidieron a los de seguridad del aeropuerto que les sacaran de allí por una zona más segura. Es probable que alguien estuviera esperando su vuelta para atraparlos, quitarles la información y Dios sabe qué más cosas. Pidieron dos taxis para acercarse los cinco a comisaría. Apenas habían pronunciado palabra desde que se montaran en el avión.
Beckett estaba nerviosa, aunque trataba de disimularlo. Igual que Castle. Pero éste, no dejaba de mirarle de vez en cuando y de dedicarle pequeñas sonrisas para tratar de animarla. Ella respondía con una mínima sonrisa y volvía a centrarse en sus pensamientos.

En el primer taxi iba McCalister con uno de los agentes. En el de detrás, Beckett y Castle en los asientos traseros y el otro guardaespaldas de copiloto. Kate llevaba todo el camino del aeropuerto a la comisaría jugueteando con el anillo de su madre que colgaba de su cuello: señal inequívoca de que estaba nerviosa, cada vez más. Temía que los encontrasen. Quería llegar cuanto antes a comisaría y acabar con todo aquello. Y luego estaba lo de huir. Odiaba tener que hacer eso, pero era por su bien, por el de su padre e incluso por el de Castle y su familia. Suspiró fuerte negando ligeramente con la cabeza. Rick notó aquel gesto y colocó tímidamente su mano sobre la rodilla de la inspectora. Comenzó a dejarle suaves caricias sin dejar de mirarla, serio, pero con mucho amor en la mirada.

"Tranquila...". Susurró de forma que sólo ella pudiera oírle. Beckett le correspondió con una sonrisa, esta vez algo más amplia que las anteriores. Ella colocó su mano sobre la de Castle y la entrelazó entre sus dedos. Rick sonrió ante el contacto. "Cuando esto acabe, te voy a llevar a donde tú quieras. Vamos a hacer un viaje, los dos solos. Sin huir. Simplemente, de vacaciones". Volvió a hablar en voz baja sin que el taxista y el guardaespaldas le oyeran. Después, se acercó a la mejilla de Kate y le dio un dulce beso, muy cerca de la comisura de sus labios. "Pronto habrá acabado todo". Apretó su rodilla con cariño y le sonrió con dulzura.

Kate sonrió al escritor cada vez más abiertamente. Era increíble con qué facilidad él era capaz de cambiar su estado de ánimo. "Gracias". Murmuró apenas audiblemente, volviéndole a sonreír.

"Siempre". Contestó él del mismo modo y ambos volvieron a sonreír.

Cuando estaban llegando a comisaría, Beckett se fijó en que un coche grande, probablemente todoterreno, con las lunas tintadas, les seguía. Su pulso se disparó y miró a Castle para que él también mirara al coche. Éste lo hizo y con el corazón latiendo a mil por hora, miró a Beckett. Parecía que los estuviera siguiendo. Beckett miró hacia delante y comprobó que justo delante de ellos iba el otro taxi con McCalister y el otro guardaespaldas. Por suerte, se habían dividido la información. Por si algo así ocurría. Tras un par de calles, ese coche se había aproximado más a ellos.

Castle se inclinó hacia delante para hablar con el guardaespaldas. "El coche de detrás no sigue". Le informó totalmente serio y tenso por el miedo.

El guardaespaldas miró por los espejos al coche de detrás e informó a su compañero por teléfono. Hablaron medio minuto y cuando colgó le indicó al taxista que siguiese al taxi de delante. Comenzaron a meterse por distintas calles, a la máxima velocidad que podían. Intentaban despistar al coche de detrás, o al menos sacarle cierta ventaja. Ambos taxis iban con rapidez, pero apenas conseguían separarse unos metros del coche negro.

El guarda espaldas llamó por teléfono al otro. "Separémonos. Vosotros por la izquierda y nosotros por la derecha. Sólo podrán seguir a uno. Al que le sigan, que siga intentando despistarlo mientras el otro llega a comisaría y pide refuerzos. Nos informaremos constantemente de nuestras posiciones". Escuchó lo que su compañero decía y colgó. Se giró al taxista. "Gire a la derecha en la siguiente calle".

Y así lo hicieron, cada taxi fue hacia un lado y al todoterreno negro no le quedó otra que seguir sólo a uno. El taxi de Castle y Beckett consiguió despistarlo y supusieron que había seguido al otro taxi. Aceleraron cuanto pudieron y en apenas 5 minutos, llegaban a la entrada trasera de la comisaría. Aquella que sólo los policías conocían. Subieron a todo correr e irrumpieron en la doce con prisas. Todos los compañeros de Beckett se giraron al oírlos correr apresurados. Sus caras eran de completo asombro. Ryan y Espo no se encontraba en la comisaría en ese momento. Sin decir nada, los tres irrumpieron en el despacho de Gates.

Ésta al ver al escritor y a la inspectora levantó la mirada con el ceño fruncido y después miró al guardaespaldas sin comprender absolutamente nada. "¡Inspectora, señor Castle! ¿Qué narices están haciendo aquí y por qué irrumpen de esta forma en mi despacho?". Estaba furiosa por aquella aparición tan repentina.

"Señor, necesitamos hablar con usted". La voz de Beckett no auguraba nada bueno. Castle cerró la puerta del despacho de Gates y se acercó al escritorio depositando sobre éste las carpetas que ellos se habían quedado.

"¿Qué es esto?". Gates miró las carpetas. Después se centró en la mirada de Beckett.

Beckett miró a Gates y después al guardaespaldas. Éste recibió una llamada, probablemente de su compañero y salió del despacho para atenderla y enterarse de dónde estaban y si estaban bien.

"¡¿Qué es esto inspectora?!". Volvió a preguntar la capitana, enfadada, sorprendida, irritada.

"Son los documentos que pondrán, para siempre, entre rejas al senador Bracken y todo su equipo. La otra parte de estos documentos están en manos del expolicía McCalister. Están intentando llegar hasta aquí". Beckett apretó los labios tras pronunciar aquellas palabras.

La cara de la capitana pasó del enfado al asombro. Antes de que pudiera hablar, el guardaespaldas volvió a entrar rápidamente.

"Señor Castle, tenemos un problema". Beckett y Castle se giraron bruscamente a mirar al guardaespaldas y en sus miradas se expresó el miedo. ¿Habrían alcanzado a McCalister? ¿Qué habrían hecho con él?.

Cuando Te VeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora