Capítulo 1: Nueva vida en Los Ángeles

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Capítulo 1: Nueva vida en Los Ángeles

-Lo siento Samantha, tu padre ha encontrado trabajo en Los Ángeles y tenemos que mudarnos allí.

Definitivamente, me he muerto.

¿¡Que!? No puede ser, no quiero mudarme, mi padre es un desastre, de los miles de sitios de trabajo que hay en Providence, ¿¡Tuvo que encontrar trabajo en Los Ángeles!? ¿Eso significa que tenemos que cruzar todo el continente solo para un maldito trabajo?

No, no, no y no. No me pienso mudar, me niego.

-Se que resulta difícil Samantha, pero ya sabes que tenemos crisis y esa era la única opción que teníamos. Empezaremos a empaquetar cosas mañana y el viernes nos vamos. -Dice mi padre intentando animarme, lo único que él ha hecho es que odie los viernes.

Obviamente, no le puedo contestar en contra suya y enfadarme un montón por que esa es una de sus reglas para mí, y dice que él solo piensa lo mejor, pero es mentira.

Como se lo explicaré a mis amigas? Las echaré mucho de menos y no me gusta tener que irme.

No, esto tiene que ser una pesadilla.

Esto, sin duda, es lo peor que me ha pasado en la vida... Toda mi vida entera está aquí, en Providence, no sé como me lo haré para superar todo esto.

De repente, mi padre me mira con los ojos muy abiertos y rompe mis pensamientos:

-Hija, ¿Estás bien? Parece que hayas visto un fantasma.

Él sabía perfectamente qué me pasaba, así que le miré a los ojos, fruncí el ceño, apreté los labios y mis manos se convirtieron en puños, tenía unas ganas tremendas de golpearle la cara, pero por otra estúpida regla, no puedo hacer eso, así que me calmé y me fuí de la habitación como si nada, sin responder.

Llegué a mi habitación y me quedé parada en la puerta observándola. Me fijaba en todos los recuerdos que tenía aquí, aún no me creía que íbamos a vender la casa y mudarnos, los cuadros que la adornaban eran preciosos, uno estaba hecho por mi abuela, que pinta muy bien, y los demás eran cosas mías.

La verdad, era pequeña, me pregunto como será mi habitación en Los Ángeles... Y como será la escuela... Y como será la gente allí... Y muchas cosas más que no podré saber hasta que llegue allí y deje mi vida aquí.

Empecé a empaquetar cosas de mi habitación, cuando vacié el cajón de abajo, me di cuenta de que lo tenía abandonado, y cuando vi las cosas que habían se me empezaron a caer lágrimas.

Decidí tirar todos esos trastos viejos, y deshaogarme de ellos ya de una vez por todas.

Y era en esos momentos en los que pensaba en la cara de mi hermana Esther al enterarse de la noticia de que nos íbamos. Sinceramente, a ella le costaba mucho hacer amigos nuevos, y lo pasaría fatal en el nuevo colegio de Los Ángeles. Los amigos que tenía aquí, podían ser definitivos, podían ser los que la habrían acompañado hasta el final de su vida, pero no, por extrañas razones del destino, ha querido separarnos de nuestro mundo.

Y de ahí venía el tema de mis amigas.

Escribí una carta a mis amigas para que la recibieran después de que yo me fuera, pero no lo conseguí. Sonó el timbre de casa y yo me golpeé la frente, debí haberla entregado justo el momento en que me iba a ir.

Salí de mi habitación corriendo y abrí la puerta, y ahí estaban, tal y como yo imaginaba.

Marina, Imma y Sonia estaban paradas en frente mío con la cara más tristes que había visto nunca en sus rostros. ¿Como iba a arreglármelas sin ellas?

-Chicas... -Dejé escapar un sollozo de tristeza y las abracé.

-¿Por que no nos dijiste que te ibas? No hemos tenido ni tiempo a hacerte una fiesta de despedida. -Me río en la espalda de Sonia, ella siempre me dibujaba una sonrisa en la cara en cualquier momento.

-Habría sido genial la fiesta, pero prefiero no decir adiós.

Me aparté de ellas un momento para secarme las lágrimas descontroladas que ya caían por mis mejillas muy rápidamente.

-Lo entendemos... -Murmuró Imma con la cabeza gacha.

-Abrazo de grupo. -Marina nos abrazó a todas fuertemente, sobre todo a mí.

Esos minutos duraron muy poco, y la puerta de mi casa, o más bien la de la amistad, se cerró definitivmente y no las volví a ver.

Les agradecí todo lo que habían hecho por mí, pero en serio, tenían que olvidarse de mí, que siguieran con sus vidas, por que yo no iba a volver.

Volví a mi habitación mirando al suelo y las esperanzas de quedarme y seguir con mi vida aquí, eran nulas.

Mis padres me llamaron para ver si ya tenía las maletas hechas, y sí, ya estaba lista, si lista significa lista para dejar mi infancia y mi vida aquí, sí, lo estaba.

Subimos las maletas y las cajas en un camión de transporte que pagó mi padre y ya estaba todo, solo íbamos a pasar nuestra última noche ahí, y mañana por la mañana decidiríamos irnos de nuestro hogar.

A la hora de irme a dormir, me hacía preguntas a mí misma sin obtener ninguna respuesta.

¿Por que me pasa esto a ?

¿Acaso he hecho yo algo para merecer esto?

Con solo esas preguntas me estaba poniendo nerviosa, me estresaba no tener respuestas, estuve toda la noche dando vueltas entre las sábanas, no conseguí dormirme, pero sí conseguí darme cuenta de algo.

Que cuando llegue a mi nuevo hogar, ya no seguiría siendo la misma, y que todo lo que tenía, lo iba a perder.

Estaba lista para empezar desde cero.

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¿Quien quiere empezar de nuevoo?

Holaa, soy Paula

Dos cosas:

Primero: Siento que los capítulos sean tan cortos ya que mi móvil va muy lento y no me deja escribir más de 1000 palabras por capítulo, escribiré siempre al máximo.

Segundo: Acepto comentarios ya sean buenos o malos para corregirme por que sé que tengo muchos errores. Pero siempre tienen que ser con respeto.

#NoOfenderALaGente✋

Graciaaas

Abrazoos

Paula❤

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora