Capítulo 49: Mi cumpleaños

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Capítulo 49: Mi cumpleaños

Ya había llegado el día...

¡MI CUMPLEAÑOS!

Lo que más me gustaba de ellos es que podía hacer lo que me daba la gana y pasármelo genial con mis amigos. Solo esperaba que se acordaran... Jaja, claro que se acuerdan.

En cuento a lo de mi padre... No es verdad, no le pensaba dejar ahí una semana entera, se moriría de hambre, le bajaría toda la sangre a la cabeza y se podría llegar a morir. Ni loca, no quiero ir a la cárcel. Lo que sí que haría sería estar enfadada con él de por vida, me había pedido perdón mil veces, pero eso no se perdona en una semana, ni en 18 años.

Me desperté con muchas fuerzas, me vestí y me arreglé cómoda con el bikini debajo una camiseta larga por si hacía calor. Hoy era sábado y era el día perfecto para organizar una fiesta. Pero en cuanto salí al jardín ya la tenía.

Habían un montón de globos, decoraciones y la piscina ya estaba lista para el verano con hinchables divertidos dentro de él.

-¡FELICIDAES! -Gritaron todos mis amigos, incluido Esther, Brittany y... ¿Kevin? Me molestó que estuviese allí después de haberme mentido pero no le di importancia y no le hice ni caso. No quería problemas el día de mi cumpleaños.

Mateo se acercó hacía mí y me susurró en el oído.

-Felicidades, enana. -Y me dio un casto rápido beso en los labios.

Mateo se separó de mí y se quitó la camiseta. No pude evitar mirar su abdomen.

OH. DIOS. MÍO.

Nunca imaginé que mi novio tuviera six pack.

Me quedé embobada mirando, y no noté como Mateo me cogía como una princesa y se dirigía hacia la piscina.

Cuando me di cuenta de lo que pasaba, me empecé a retorcer en los brazos de Mateo diciendo que me soltara.

-¡No! ¡Mateo, no! -No había remedio. Él seguía a lo suyo y no me soltaba.

Me agarré a su cuello y él saltó a la piscina conmigo en sus brazos.

Noté el agua fría invadiéndome el cuerpo y mojándome entera.

Y por fin, noté el aire. Salí a la superficie gracias a Mateo, aún no me había soltado, y en cuanto habló, ya sabía a que se refería.

-Era parte del plan. -Se rió ante mi cara y mi pelo mojado y yo le pegué flojo en el pecho. No tardé en hacerme daño en la mano.

-¡Ah! ¡Pareces una roca! -Dije sacudiendo la mano y él estalló a risas. Mi día empezaba bien. -Mira lo que me has hecho. Ni siquiera me quité la camiseta. Me has mojado toda. -Me queje deshaciéndome de su agarre y yendo hasta el borde de la piscina para quitarme la camiseta y dejarla en el sol secándola. Pero justo cuando le estoy escurriendo el agua, un rostro se acerca corriendo hacia mí.

-¡BOMBA! -Escuché decir a Dylan encogiéndose mientras saltaba a la piscina por encima mío.

Grité de la impresión, y él rió.

-Pues una bomba sí que ha sido. -Dijo Mateo mientras se reía de mi cara de asustada. No hacía gracia, casi me daba un ataque al corazón.

-¡Dylan! -Exclamé, nadé hacia él y me colgué de su espalda para darle puñetazos.

Me giró para delante y pude ver su abdomen. Él también tenía six pack. En este instituto todos los chicos parecían modelos.

Y no sé como, todos acabamos todos en la piscina. Dina, Blanca, Mateo, Dylan, Bruno, Marco, Brittany, Esther, y... Kevin.

-Creo que tienes que hablar con él. -Me susurró Mateo en el oído señalando con la mirada a Kevin que estaba platicando con Brittany en la otra punta de la piscina.

-¿Estás seguro? La última vez no acabó muy bien. -Torcí el labio y me sorprendió su respuesta.

-Ahora ya sé lo que sientes por mí.

Alcé las cejas y él me empujó. No tuve más remedio que hablar con él. Me acerqué nadando hasta Brittany y Kevin y me mandaron una mirada de confusión.

-Hola... -Dije tímida hacia los dos y me dirigí a Kevin. -¿Podemos hablar a solas? -Pregunté y Kevin señaló a Brittany. La miré y ella a mí.

-Claro, ahora me voy, hermana. -Se sumergió dentro del agua y se fue disparada. No me dio tiempo ni a decirle las gracias.

-Lo siento. -Dijo Kevin directo y sincero. Me sorprendí, después de lo que yo le había hecho, él estaba enamorado de mí y yo lo traté como una basura.

-Perdóname tú a mí. No sabía que seguía significando algo para ti.

Esta conversación nos estaba costando, no iba a durar mucho.

-No, en serio, Sam, me arrepiento mucho de haberle hecho caso a mi padre, simplemente debería haber... No importa. -Sacudió la cabeza y yo le miré con el ceño fruncido. No sabía qué quería decir con lo último, pero no me di importancia.

Me acerqué lentamente a abrazarle y él me devolvió el abrazo dulcemente. Ahora supongo que seríamos... ¿Amigos? Algo así.

Sonreí hacia él y no me contuve las ganas de preguntar algo.

-Oye... ¿Por qué no te quitaste el medallón? -Dije mirando el medallón de su pecho, no podía creer que lo llevara hasta a la piscina.

-¿No te acuerdas, verdad? -Preguntó y yo negué con la cabeza. -Te prometí que nunca me la quitaría. -Ahora sí que me acordaba.

Esa promesa tuvo principio gracias a mí. Le pregunté si me prometería que no se la quitaría y él dijo que lo prometía. Y sigue cumpliendo la promesa. Estoy orgullosa de él y seguramente él mismo también, pero algún día, lo perderá o lo tirará. Las promesas no duran para siempre. Y menos cuando la amistad ya está un poco estropeada.

Estuvimos un montón de horas en el agua hasta que nos cansamos. Mi madrastra preparó la comida en el jardín e hicimos como un picnic sólo los que habían venido esta mañana y yo. Nada de padres. Me alegraba mucho saber eso, ya que aun seguía de mal humor con mi padre y no tenía ganas de entablar una discusión el día de mi cumpleaños.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora