Capítulo 27: Borracha peleona

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Capítulo 27: Borracha peleona

-Oye, Sam. -Escuché a Mateo pronunciar mi nombre y me volví hacia él.

Estaba en la cafetería de McMahon junto con Dylan, Bruno, Marco, Mateo, Dina y Blanca sentados en una mesa comiendo. No sabía qué era lo que Mateo tenía que decirme, pero él y yo aún teníamos que hablar sobre lo que pasó ayer.

-Podríamos ayudarte. -Fruncí el ceño. No sabía a qué se refería, pero si era sobre contarme lo que había hecho en la fiesta, a mi me bastaba. -Ya sabes, tus reglas.

Oh. Justo de eso no quería hablar. Ya había roto dos reglas. ¡Dos! Ni siquiera podía romper una, si me pillaban estaba muerta. ¿Pero qué más da dos que cinco? Era igual, me castigarían igualmente.

-¡Sí! ¡Sería genial! Y todos te ayudaríamos a conseguirlo. -Exclamó Marco, mi mejor amigo, y me miró sonriendo. Le quería tanto.

-Ah, esa lista. -Pronunció Dylan y yo alcé las cejas. Aquí todos se contaban todo o qué?

-Dina y yo te ayudaremos encantadas. -Dijo Blanca y yo les dediqué una sonrisa.

-Dylan, Bruno, faltáis vosotros. ¿Ayudaréis? -Preguntó Dina, y Dylan ni siquiera alzó la cabeza. No estaban interesados en ayudarme. Y lo entendía por que eran chicos, y ¿A qué chico no le da palo algo?

Un silencio incómodo se formó en la mesa y decidí romperlo. No me gustaban nada los momentos incómodos, como ese.

-Oye chicas, no tenéis por que hacer esto, además, si mis padres se enteran estaría castigada de por vida. Ha sido una mala idea. Lo siento. -Seguido de eso, me levanté de la mesa, me aparté el pelo a un lado y caminé hacia la puerta de salida sin permitir que nadie dijera nada.

No pude dejar de pensar ni un segundo en lo que hice en la fiesta. Despertarme en la cama de Mateo fue confuso y en aquellos momentos tuve miedo, pero en cuanto me vino el periodo ya no tenia por qué preocuparme. Aun que igualmente quería saber qué había pasado en la fiesta y si realmente había hecho una estupidez.

Iba caminando por los pasillos nerviosa con la mirada fija en el móvil, pero de pronto me estampé con algo duro.

Miré hacia arriba y vi unos ojos azules. Pues va a ser que eso duro de antes era su tableta...

-Hey, mi lady. -Saludó Dylan con una sonrisa de disculpa. Desde que me conoció siempre me llamaba así, no sé si era una estrategia para que yo acabara en su cama, aún así, no iba a funcionar.

-Hey, Dylan. -Saludé tímidamente. Estaba muy distraída últimamente.

-Oye... Solo quiero decirte que lo siento por lo de antes. Estaba ocupado pensando en mis cosas y estuve ausente durante toda la conversación. ¿Me podrías perdonar? Y, si aún sigue en pié lo de ayudarte, cuenta conmigo. -Me guiñó un ojo y yo sonreí mordiéndome el labio inferior.

-Oh, qué caballeroso. Disculpas aceptadas. -Dylan alzó la cabeza como un soldado sonriendo y yo reí de nuevo. Dylan no era como yo me pensaba que era.

-Ahí viene. Te dejo a solas, creo que tenéis mucho de qué hablar. -Susurró Dylan y se fue sin dirigirme la mirada de nuevo. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza. ¿Qué...?

-Auch. -Dije en cuanto noté otra cosa dura. ¿Hoy era el día de darse trastazos con los abdominales de los chicos o qué?

Mateo se rió y me recogió los libros que se me habían caído al suelo tras chocarme con él.

-¿Es tu torpeza o quieres tocar todas las tabletas del instituto? -Dijo Mateo de la nada y yo reí falsamente.

Está claro que este chico me cae mal desde el primer día que lo conocí. Tan egocéntrico ahora como antes.

-Creo que me debes una explicación. -Sacudí la cabeza y él asintió convirtiendo sus labios en una fina línea.

Mierda, Samantha. No le mires los labios. ¡Concentrate!

-Bueno... Es largo de explicar. -Me empujó hacia las escaleras y nos sentamos allí.

El silencio incómodo volvió a aparecer pero, ¿De qué servía? Lo iba a tener que decir de una manera u otra. Y parece que le transmití mi pensamiento por que Mateo empezó a hablar.

-Ayer... Bueno, estabas muy borracha, entonces te perdí de vista y te fuiste con unos chicos. Peleaste con ellos y ellos la tomaron contigo y te tiraron a la piscina del jardín. Llegué justo a tiempo para sacarte de la piscina. Dylan echó a todos los de la fiesta solo por ti, y como no sabía cómo entrar en tu casa y encima estabas inconsciente, no me quedó otra que llevarte a mi casa. Te puse unos pantalones de mi hermana que era lo único que tenía y tu ropa la dejé a secar. Bueno, se puede decir que no dormí en casi toda la noche. -Ahora me sentía culpable. Era genial que no hubiésemos hecho nada, y eso me hacía feliz. Pero el hecho de que la haya cargado por mí y encima le eché la culpa y le grité en la cara... Pues sí, ahora me sentía muy mal por él. Y por Dylan también, canceló la fiesta solo por mí, y está claro que me equivoqué con él. Aun que lo de Brittany aún me dejase en dudas.

-Oh... De verdad que lo siento mucho, Mateo. Yo no quería hacerte una carga, y no quería tampoco que te fastidiases por mí, te ocupaste de mí, me secaste la ropa, me vestiste con ropa de ti hermana, y yo solo... -Movía las manos rápidamente muy nerviosa pero Mateo me las agarró y me interrumpió.

-Sam, cuidarte fue un privilegio. No me molestó en absoluto. Me gusta que siempre estés protegida, y más si es por mí. -Estaba tan absorta pensando en lo que había hecho, que no me di cuenta de que Mateo me había agarrado las manos. -Y quiero que sepas, que a partir de ahora siempre habrá un chico que esté dispuesto a defenderte y cuidarte para lo que sea. -Seguía mirándole fijamente y él hizo una pausa, pero continuó. Y lo siguiente, me dejó helada. -Y ese chico soy yo.

Sonreí y apostaría lo que fuese a que en aquellos momentos mi cara estaba como un tomate. Me devolvió la sonrisa y noté como algo dentro de mí se iba derritiendo y mi corazón me dejaba de funcionar poco a poco.

Mierda, no corazón, no dejes de funcionar ahora. No, ahora.

A pesar de todo lo que había dicho Mateo, siempre me seguía la duda en mi cabeza, así que pregunté sin rodeos y él se quedó paralizado.

-¿Y tu hermano?

Me arrepentí al momento.

-Esa ya es otra historia.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora