Capítulo 36: Hermana necesita hermana

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Capítulo 36: Hermana necesita hermana

Estaba lista para romper la segunda regla. Aun que se me hacía casi imposible, no iba a estudiar nada esta tarde para el examen de mañana. Simplemente me estiraría en mi cama a hacer el bago o leer algún libro. Y, ¿Como se puede enterar Amanda si ella no está aquí? Lo de que ella me iba a pillar, ha sido estúpido. Yo no la conozco tanto como para saber si me va a descubrir o no, pero tampoco pensé que nadie podría ser tan cruel como para querer arruinarle la vida a otra persona.

De repente, justo después de estirarme en la cama, el móvil suena.

Me levanto a duras penas como un zombi que se acaba de levantar a las seis de la mañana y cojo el móvil. Me sorprendo un poco al oír quién es.

-¿Sam? ¿Estás estudiando? ¿No, verdad? Dime que NO LO ESTÁS HACIENDO. -Marco gritó por el otro lado de la línea y yo no pude evitar reírme. Sí que se fiaban poco de mí.

-Tranquilo Marco, no estoy estudiando. Justo estaba en la cama y me he tenido que levantar por tu culpa.

-Fue culpa de Bruno. -Interrumpe de golpe y de fondo se oye a Bruno quejándose. No sabía que estarían juntos ahora mismo.

-¿Bruno? ¿Qué haces ahí? -Pregunto pero no oigo respuesta de Bruno, sino de Marco.

-Ah, déjale. Nos aburríamos y hemos quedado.

-¿¡Habéis quedado sin mí!? ¿¡Qué clase de amigos sois!? -Grité para ellos en gesto de broma y rieron. A veces podía ser como mi hermana, cruel y graciosa.

No tenía tiempo que perder y me aburría un montón, ya que no tenía que estudiar para el examen, podía salir por ahí. Y no me importaba salir con Bruno y Marco.

-Chicos, me aburro mucho, ¿Salimos? -Pregunté cruzando los dedos. Si me decían que no, no sabía lo que iba a hacer. Posiblemente me moriría del aburrimiento.

-Claro. ¿Donde? Nosotros estamos en mi casa ahora mismo. -Respondió Marco a lo que yo suspiré de alivio, pero por dentro grité de emoción.

Sabía donde vivía Marco y podía llegar en dos minutos. Colgué sin decirles nada y me vestí para ir a su casa.

Cuando terminé me fui de casa a escondidas de que mi padre no me viera o sino me pondría una excusa de que por qué salgo a estas horas, además de que tengo un examen el día siguiente, o simplemente me miraría y me ignoraría.

Estaba un poco preocupada por si Marco se pensaba que me había pasado algo, le corté la llamada así sin más y no me pareció bien.

Saqué él móvil del bolsillo cuando estaba en frente de su casa y vi 12 mensajes de parte de él. Claramente, nunca más voy a volver a colgarle en medio de una conversación.

Le dije que se asomara por la ventana y eso hizo. Y ahí estaba él, el típico chico malo en bóxers. Espera, ¿¡EN BÓXERS!?

Me reí un poco por la bajo y solo le miraba a veces, él sonreía como un tonto y volvió a dentro a ponerse algo y abrirme la puerta. O creo yo que fue así.

Abrió la puerta de la entrada y aún seguía sin camiseta, lo único que se había puesto eran unos pantalones de verano. Me impresioné cuando Marco se tiró encima mío a abrazarme.

-¿Por qué no contestabas? ¡Me tenías preocupado. -Por fin me soltó de ese abrazo inesperado (Y que casi me deja sin vida) solo para gritar.

-He venido aquí para pasarlo bien, no para que mi mejor amigo protector me diga las consecuencias de no se qué. -Me quejé rodando los ojos apoyando todo el peso en una sola pierna.

-Vamos, pasa. -Marco rió y se apartó de la puerta para que pudiera pasar dentro de su casa.

Lo primero que me llamó la atención fueron las paredes. Sí, raro, pero es imposible que una persona no se fije en esas paredes tan horrorosas que tenía esa casa. Tenían un tono de verde basura, ese color lo odiaba y siempre lo odiaré. Miré con asco a las paredes mientras seguía avanzando, cuando Marco se puso en frente mío, quité mi cara de horror y la cambié por una sonrisa falsa. Él me la devolvió mientras subía por las escaleras hasta su habitación. ¿Por qué en todas las casas habían escaleras que te llevaban a tu habitación? ¿Acaso los padres querían que nos matáramos con las malditas escaleras? Lo digo por que yo soy muy patosa, y algún día, eso pasará.

Seguí a Marco hasta su habitación y entré en ella donde se encontraba Bruno jugando a la play. Pero no fue en lo primero que me fijé, la habitación de Marco era muy grande y tenía todo lo que podías soñar, o sea, el paraíso de cualquier chico. Me embobé con cada detalle de la habitación pero algo me despertó. Y ese algo fue la mano de Marco por en frente de mi cara. Me aclaré la garganta y sonreí antes de hablar.

-Eh... ¿Tus padres son millonarios? -Fue lo único que se me ocurrió decir en aquel momento.

Chafardera.

Marco rió y por su expresión pude ver que era verdad. Este chico vivía como un príncipe, ya me gustaría a mí vivir así.

Me dirigí al sofá con Bruno y me senté a su lado, acto seguido cogí un mando de la play.

-Hola, hermana. -Me saludó Bruno com una sonrisa y yo le abracé.

Era inquietante estar en una casa sola con dos chicos, pero si esos chicos eran Marco y Bruno, no pasaba nada, les tenía confianza.

-Vaya, no sabía que a una chica le gustara jugar a esto. -Marco se interpuso y se sentó a mi lado tirándose como un niño pequeño muy bruscamente haciéndome reír. A veces pensaba que Marco estaba loco.

Volviendo a lo de antes...

-Que sea una chica no significa que no me gusten este tipo de cosas. -Rodé los ojos sonriendo y él frunció el ceño ladeando la cabeza.

¿Ahora qué, Marco?

-Entonces... ¿Eres como una pequeña marimacho? -Sabía que lo decía con amor. Si no lo hubiese hecho su cara ya estaría llena de moratones.

Los tres reímos y empezamos a jugar a la play. Me encantaban los días que la pasaba con mis amigos. Pero no todo siempre era perfecto.

Mi móvil empezó a sonar varias veces muy rápidamente. Tuve que parar la partida y avisar a Bruno y Marco.

Los dos me miraban con confusión, cogí el móvil y vi que no era una llamada. Era mi hermana con 39 mensajes que decían que solicitaban mi ayuda urgentemente. Y de repente, 14 mensajes más llegaban a mi móvil.

¿En qué lío te habías metido ahora, hermana?

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora