Capítulo 35: Como una diosa

3.5K 257 2
                                    

Capítulo 35: Como una diosa

-¿¡Cómo que te pilló!? -Gritó Blanca y yo le tapé la boca con la mano al ver que todos los de la cafetería la habían escuchado y sus ojos estaban puestos en nuestra mesa.

-¿Quieres callarte? Alucinas cuando me ha pillado Amanda y te mueres pero si se entera la cafetería entera no te importa, ¿No? -Pregunte irónica y rodé los ojos. Una vez se calló, aparté mi mano de su boca y ella suspiró profundo.

-Aclárame. -Dijo al cabo de un rato y yo suspiré. A explicarlo todo otra vez. Blanca no pillaba las cosas a la primera, era un poco corta de mente, suerte que el resto del grupo, sí.

Le lanzé una mirada de ayuda a mi mejor amigo, Marco, y él me ayudó. Fijó su vista en Blanca y empezó a explicarlo todo de nuevo.

-Sam estaba leyendo el papel y de repente apareció Amanda delante suyo, se lo arrebató y... Le dio tiempo a leerlo todo. -Blanca agitó la cabeza varias veces y luego hizo el suspiro más largo que había oído en mi vida.

-Mierda. -Seguido de eso su cabeza cayó hacia delante haciendo estamparla contra la mesa unas cuantas veces. De no ser por que Dylan retiró la comida, ella estaría manchada. Sí que se debían conocer mucho para saber lo siguiente que va a hacer el otro.

No podía seguir viéndola como se estampaba la cabeza contra la mesa una y otra vez, mi intención era consolarla, pero todos se me adelantaron.

-Blanca, no pasa nada, es solo una chica estúpida. -Dylan la consoló y le dio un beso en la coronilla. Qué hermanos más tiernos.

Blanca levantó la cabeza de la mesa y nos miró a todos como si fuéramos los peores amigos de la historia. Sobretodo a mí.

-¿Ahora qué vamos a hacer? -Ahora dirigió su mirada a Dylan, Mateo, Marco y Bruno. -Chicos, sabéis como es Amanda. Es cruel y malvada, es capaz de hacer cualquier cosa. Y ya sabéis, que si pasa algo, no se lo podemos decir al director. -Blanca apretó los labios. Yo me los mordí hasta intentar dejarlos destrozados.

Todo esto era mi culpa. Bueno, también eran mis reglas, si fuera una cosa de los demás, me suicidaría, o antes me mataría Blanca, pero yo nunca me dejaba vencer tan rápido, y era obvio lo que teníamos que hacer.

-Romperé la regla sin que Amanda se de cuenta. -Estreché los ojos para ver si colaba. No se me ocurría nada más, y es que, ¿Qué otra opción tenía?

Mateo de repente agitó la cabeza no estando de acuerdo (Cosa que me extrañó en su comportamiento), Dylan estaba pensativo y miraba a la nada, parecía no estar en este mundo, Marco y Bruno torcieron el labio frunciendo el ceño, Blanca seguía con la mirada asesina en mí y Dina simplemente se encogió de hombros. Muchas expresiones pero ninguna respuesta.

-Romperemos. -Intervino Mateo. -Sam, estamos juntos en esto, ¿Recuerdas? Problema de uno, problema de todos. -Me lamí los labios y llevé mi vista a otro lado. Lo recuerdo. Al principio de todo, cuando entré en el grupo, me dijeron que todos nos teníamos que proteger el uno al otro fuera por lo que fuera, siempre estaríamos juntos y nunca dejaríamos abandonado a uno del grupo. Siempre estaríamos ayudándonos el uno al otro...

-De acuerdo. ¿Pero como lo pensamos hacer? -Interrumpió Bruno el silencio y yo le miré torciendo el labio.

Por el rabillo del ojo pude ver a Mateo rascarse la nuca, eso es algo que los hombres siempre hacían cuando algo iba mal o estaban nerviosos. Me dirigí a él.

-¿Tú qué piensas, Mateo? -Sonreí y él apretó los labios mientras iba apartando su mano de la nuca.

-¿Queréis que os diga que lo podremos hacer todos juntos o la verdad? -Fruncí el ceño. A nadie le gustaba que le mintieran, obvio que quería saber la verdad. Él pareció leerme la mente.

-Pues la verdad es que es imposible. -Suspiré. Eso era justo lo que yo no quería oír.

-Sí que podemos. He estado 8 malditos años cumpliendo estas malditas reglas y es hora de darles un merecido a mis padres. Cualquier cosa que yo me proponga la consigo, y si es muy difícil, me esfuerzo al máximo para llevar a cabo lo que quiero. No pienso rendirme tan fácilmente, no por que la arpía sin cerebro de Amanda me quiera hundir. Tengo las fuerzas y el coraje suficiente para, si hace falta, decirles a mis padres que he roto dos reglas de la lista y estoy dispuesta a incumplir las otras tres. Estoy a muy poco de conseguirlo y no me voy a parar ahora. No pienso dejarlo. No pienso rendirme. Y vosotros lo sabéis. -Escupí todo lo que tenía en mente y todos se quedaron mirándome como si fuera el director echándole la bronca a su hija.

No me había dado cuenta de que me había levantado la silla y que toda la cafetería me observaba callada. Cuando me di cuenta, sonreí lo mejor que pude y me senté de nuevo tapándome el rostro con el pelo y las manos.

Y lo siguiente que escuché fueron seguidos aplausos y muchas carcajadas.

Levanté la cabeza y vi a toda la cafetería aplaudiendo y los únicos que se estaban riendo eran Marco y Mateo. Genial, se reían de mi desahogo.

-¡Ya era hora! -Oí voces en el fondo. ¿Que ya era hora de qué? Lo admito, me siento como una diosa ahora mismo.

-¡Yo estoy contigo! ¡Amanda tiene que pagar por lo que ha hecho! ¡Y su padre también! -Oh no. Había transformado a la cafetería en una revolución contra Amanda, y si ella y su padre se enteraban, estaba (Literalmente) muerta.

-¿Qué he hecho? -Pregunté sin esperar respuesta, pero Mateo me contestó.

-Has hecho que la gente se revele contra Amanda, eso has hecho, Sam. -Y ahora me daba cuenta. Todo el instituto odiaba a Amanda Noelle.

Y ahora, sí que me sentía como una diosa de verdad.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora