Capítulo 9: Auxilios

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Capítulo 9: Auxilios

-¿¡Que le has hecho, Amanda!? -Dina se acercó a Blanca corriendo y se agachó para ayudarla a levantarse.

-Está bien, solo se tropezó. -Amanda rodó los ojos fijando la vista en Mateo.

-O alguien... Me puso el pié en medio e hizo que me tropezara. -Dijo Blanca levantándose del suelo retorciéndose de dolor por la ostia que se había pegado.

-¿Que haces aquí? -Preguntó Mateo enfadado y Amanda le guiñó el ojo.

Maldita arpía. La odio.

-Mejor dicho... ¿Que hacéis vosotros aquí? -Amanda sonrió mientras rodeaba el cuerpo de Mateo con sus sucias manos en sus hombros.

-Apártate de mí, Amanda. -Mateo la empujó y yo sonreí.

¿Por qué sonrío?

-¿Haciendo pellas ¿eh? No os conviene que yo lo sepa... -Se puso las manos en la cintura y apoyó todo su peso en un pié.

-¿Que vas a hacer lista? -Dina contraatacó por detrás, pero era obvia la respuesta y quedó en ridículo.

-Contárselo al director. -Nos señaló amenazándonos y Dina bajó la cabeza. -Ahora qué, list...

-¡Oye, basta ya! ¡Amanda, haz lo que te de la santa gana pero a nosotros déjanos en paz!

Tenía que aplaudir, necesitaba aplaudir.

¡Ole tú, Mateo!

-¿En serio? ¿Me tenéis miedo? -Giró la cabeza e hizo un gesto con el labio lamentándose dramáticamente.

-Lárgate Amanda, yo no te tengo ningún miedo sucia arpía. -Ataqué hacia ella defendiendo a Mateo, y la sonrisa maligna de Amanda de su cara se borró y se dirigió a mí acercándose mucho. Demasiado.

-No me pienso largar, niñata. -Me susurró y volvió a sonreír, parecía que me quería estrangular. Y eso me daba miedo.

-Ya está ¿No? ¿No crees que ya has hecho suficiente? -Mateo se puso en medio de Amanda y yo defendiéndome.

Qué tierno.

Espera, ¿Qué he dicho?

Te juro Samantha Howard, que te mato como lo vuelvas a decir.

-¿Por qué la defiendes? -Amanda cruzó los brazos y frunció el ceño.

-Por que es mi amiga, y no quiero ni que la toques. -Mateo apartó a Amanda más lejos de mí y yo me sonrojé.

Eso ya es sobreprotección, y no me gusta, me sé cuidar sola.

-Adiós, pringados. -Amanda nos miró a todos de arriba a abajo y se fue.

Antes de que desapareciera, Mateo se giró diciendo algo que hizo que ella se enfadara aún más.

-Sabes que no es verdad. -No contestó y se fue caminando con aires de diva con sus tacones que hacían ruido.

-No necesitaba tu ayuda. -Entrecerré los ojos y crucé mis brazos mirándole.

-Se notaba por como tenías a la furia a punto de tirarte al suelo. -Él rió y yo rodé los ojos dándole un pequeño codazo.

-¿No me vas a dar las gracias, enana? -Mateo me sonrió pervertido y yo me reí.

Era la primera vez que me reía cuando me llamaba enana.

No sé por qué, pero ya no me molestaba que me llamara así.

-Gracias, cacho inútil. -Me incliné de puntillas hasta llegar a su mejilla y le planté un beso tierno, cuando me di cuenta, estaba muy sonrojado.

-Vamos, chicos, el plan, tenemos que coger el examen. -Dina nos distrajo moviendo las manos entre nosotros y asentimos siguiéndola.

-Está aquí, espero que no haya nadie ahora. -Blanca abrió el pomo y esta vez por suerte, no hizo ruido, así que entramos y empezamos a buscar.

Nos había pillado una vez Amanda, no podíamos dejar que nos pillaran otra vez o acabaría asesinada por parte de mi madre.

-Creo que... ¡Son estos! ¡Los encontré! -Todos se dirigieron hacia mi alrededor y les enseñé la copia del examen de literatura.

-¡Buen trabajo, Sam! -Dina me abrazó orgullosa y Blanca me sonrió.

Mateo estaba en su mundo detrás de nosotras.

-Chicas, callad. -Mateo nos advirtió y nos callamos las tres. De repente oímos unos pasos que se aproximaban a la sala. -Viene, ¡Oh, mierda! Viene alguien, ¡Escondeos, rápido! -Mateo hizo señas nervioso para que nos escondiéramos y me volvieron a temblar las piernas.

Me escondí detrás de unos trabajos de historia junto con Mateo y me asomé para ver quién era. Sí, soy muy cotilla.

Vi a una persona alta con melena rubia, y al momento me di cuenta de quién era.

¡LA SUBDIRECTORA!

Si nos pillaba, se lo podría decir al director y expulsarnos, se me cortó la respiración y puse los ojos en blanco, noté como Mateo se empezaba a preocupar.

-Sam, ¿Estás bien? No pasa nada, Blanca ha llamado a su hermano Dylan para que la distraiga y nos deje salir. -Apoyó su brazo musculoso en mi hombro y me retiró un mechón de pelo.

-Sí, sólo que es la primera vez que hago algo así. -Susurré mirando al suelo aún mareada.

-No pasará nada, enana. -Él remarcó la palabra "enana" y seguido de eso me besó la mejilla.

De repente, me di cuenta de que me sonrojé y que me faltaba la respiración.

¿Qué significaba eso?

Le sonreí tímidamente y él me la devolvió.

Por mi mirada, seguramente habría entendido un "Gracias, idiota".

Escuché unos pasos pesados aproximándose, decidí asomarme por al lado, lo único que vi fue un cabello blanco llamativo antes de que Mateo me cogiera del brazo y me escondiese.

De lo nerviosa que me había puesto, no me di cuenta de que estaba a tan sólo unos milímetros de su cara.

De su nariz.

De sus labios.

No pude decir nada por varios motivos, él me estaba tapando la boca con su mano para no gritarle, y yo estaba tan paralizada que no sabía que hacer.

Demonios, ¿Como me había metido en este lío? Gracias a Dina, Blanca y Mateo, me había vuelto una chica rebelde. No mucho, pero esto era sólo el principio.

Que alguien me diga, ¿Me estoy yendo por el camino equivocado o estoy en en camino correcto?

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora