Capítulo 30: Lo que sea por ti

3.7K 278 6
                                    

Capítulo 30: Lo que sea por ti

*SAMANTHA'S POV*

-Te ayudaré. -Dijo Mateo detrás de mí.

Le tuve que acompañar a casa ya que no se quería ir de la mía, y después del "Beso" no quería hablar con él, más bien, evitar el tacto y la mirada. Mateo no me había hecho nada, solo había cambiado nuestro primer beso, pero ¿Por qué? Me incomodaba que las personas me besaran y luego no me dijeran el por qué. No estaba nada molesta, pero quería saber por qué me había besado.

-¿A qué? -Me giré hacia él mirándolo con el ceño fruncido. ¿A qué me tenía que ayudar? Él solo entrecerró los ojos.

-No te hagas la tonta. Tus reglas. -Rodé los ojos y sonreí. Él no podía hacer nada. Todas esas reglas dependían de mí, no de él.

-No puedes ayudarme.

-Claro que puedo. Enséñame la lista.

-¿Sabes? No la llevo encima a todas partes. -Me sentí ofendida. Ellos pensaban que yo dependía siempre de esa maldita lista, y no era verdad. -Pero me la sé de memoria.

Mateo asintió para que hablara y abrí la boca pero al momento la cerré rápidamente. No es que no quisiera decirlas, es por que en alguna de ellas puede que sí que me pudiera ayudar y yo quedaría en evidencia. A la mierda la evidencia. Se lo cuento.

- N° 1: Nunca hacer algo tan malo como para que me expulsen.

Regla N° 2: Estudiar y sacar buenas notas.

Regla N° 3: Contestar educadamente y no decir palabrotas y no beber alcohol o drogas.

Regla N° 4: Obedecer a mis padres cuando ellos me lo digan.

Regla N° 5: No enamorarse ni traer a ningún chico a casa hasta los 20.

Me giré de nuevo sin escuchar su respuesta y seguir caminando.

-Es muy fácil. Ya has roto dos, podrás con las otras tres. -Asentí sabiendo que estaba de espaldas a él.

Me subí a un escalón más alto, de esos que parecen bancos pero muy estrechos y empecé a caminar por ahí con las manos extendidas.

Noté unos brazos que rodeaban mi cintura lentamente. Alcé la vista y me encontré esos ojos marrones tan oscuros, pero desde el primer momento supe que era él. Mateo se había subido conmigo.

-Y... ¿Como piensas romperlas? -Dijo intentando que no hubiese un silencio muy incómodo entre nosotros mientras caminábamos, él cogido a mi cintura y yo con las manos estiradas. En un banco muy alto. El uno pegado al otro.

-Dijiste que me ayudarías. -Qué tonta soy. ¿Me dejado a mí misma en evidencia diciendo que quiero que Mateo me ayude a incumplir mis reglas y quedar libre? Sí, eso es lo que parece.

Mateo solo rió y noté que su boca se acercaba a mi oído y me susurraba algo.

-Por ti lo que sea.

Y tan solo con esas palabras paré de andar por que me tropecé con el borde del escalón. Dejé escapar un grito ahogado preparada para caer al suelo. La caída la noté, pero no fue tan dura. Los brazos de Mateo me habían rodeado entera y él había caído de espaldas por mí. Le oí gemir de dolor y me aparté en seguida de él, bueno, o eso es lo que pretendía, por que estaba tan agarrado a mí que no pude soltarme.

De pronto empezó a reír.

Mateo Sellers empezó a reírse de la caída. Lo iba a matar.

-Te dije que por ti lo que fuera. -Se encogió de hombros y yo preparé mi puño riéndome con él, pero no pude evitar preguntar.

-¿Prefieres acabar tú en un hospital antes que yo?

-¿Hace falta que te responda a eso? -Me lo estuve pensando varios segundos. Creo que ya sabía la respuesta pero solo era para aseguarme.

-Sí.

-Ya te lo he dicho. Por ti lo que sea. -Esta vez me soltó y yo me levanté primero. Una vez de pié, le ofrecí mi mano y él la aceptó sin pensarlo. Se sacudió un poco la ropa y yo le miré confundida.

-¿Estás diciendo que darías tu vida por mí?

-Supongo que eso es lo que se hace cuando se trata de la persona a la que quieres.

Contestó... Demasiado directo. Estaba demasiado confiado. Aún así, no sabía qué responder, a lo mejor me quería como amiga, y era normal, por que, ¿Quien no quiere tener de amiga a un ángel como yo?, pero a lo mejor me quería como algo más que amigos...

Así que lo que hice fue seguir con el silencio.

Mala idea.

-¿No vas a contestar? -Preguntó Mateo tímido. Le miré a los ojos y rápidamente negué con la cabeza apretando los labios.

-No me has hecho una pregunta. -Dije lo primero que se me ocurrió.

Mateo no dijo nada, simplemente siguió caminando. Ya habíamos llegado a su casa pero ninguno de los dos dijo nada.

-Supongo que... Adiós. -Sonreí escondiendo las manos en la espalda y él frunció el ceño.

Ahora, ¿Qué pasaba? Dios, yo ya no sabía ni qué hacer, Mateo se comportaba raro últimamente y siempre estaba a mi lado (La cual cosa no me molestaba por que me hacía sentir bien), pero su comportamiento me extrañaba mucho y estaba preocupada por él. Quizás sí que le pasaba algo grave. Además, después de nuestro... Beso, cada segundo que pienso después de que pasara eso era evitar su mirada, pero se me hacía imposible. Tenía unos ojos irresistibles y la forma en la que me miraba... Era diferente. Diferente a como miraba a Dina o a Blanca o a cualquier otra chica.

-¿Aceptas mi ayuda? -Dijo alzando una ceja y al momento ya supe a lo que se refería.

Me lo pensé varios segundos. Si le decía que no, solo conseguiría un Mateo más pesado, y si decía que sí, a lo mejor me ayudaba a ser por fin libre.

Aparté la vista de sus ojos unos segundos y me crucé de brazos, luego me volví hacia él con una sonrisa muy grande en mi cara.

-Claro. Si es que puedes. -Él frunció el ceño y tardó unos segundos en pillarlo.

-¿Me estás retando? -Sonreí al ver que por fin lo entendía.

-Puede que sí. -Sonreí como una niña pequeña pero su sonrisa me preocupó bastante. Esa sonrisa egocéntrica y esa mirada asesina...

-Pues, prepárate Howard, por que esto no va a acabar muy bien.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora