Capítulo 48: Los padres también merecen ser castigados
-Mateo. -Dije su nombre suspirando, me quería lanzar contra él, abrazarle y besarle, pero no podía. Quería decirle un montón de cosas y atosigarle a preguntas, pero de nuevo, no podía.
Mateo bajó la mirada y yo me encogí de hombros y apreté los labios metiendo mis manos en los bolsillos de mi sudadera.
-Te quiero, Mateo. -Dije sin más y él levantó la vista hacia mis ojos.
Me miró atónito a lo que acababa de decir y yo estaba con la boca entrecerrada mirándole sin apartar la vista de sus ojos. Suspiró antes de hablar.
-Y yo también... -Miró abajo de nuevo y no me imaginé que dijera eso. -Pero no lo parecía cuando besabas a Kevin. -Dijo rascándose la nuca. Mierda. Ya sacábamos el tema. ¡Y yo solo quería besarle a él!
-Mateo, fue un malentendido, Kevin me besó a mí. Y ahora estoy enfadada con él, en serio me arrepiento de lo que hice. Debí haberle parado. -Agité la cabeza esperando convernecerle, pero lo que hice fue en vano.
-Debías.
Suspiré cabreada y solté lo que sentía y la carga enorme que llevaba dentro se mí.
-Oh, Mateo, en serio, ¿Que no te das cuenta? ¡Que al único que quiero eres tú! Me importa una mierda Kevin, me mintió e hizo de mi vida un infierno. Pero entonces llegaste tú y la cambiaste. Tú eres el único que tengo, por favor, no me falles. No ahora, cuando más te necesito. -Le rogué y por cada palabra que decía, mi voz se iba desvaneciendo.
Y algo que no me esperaba para nada en esos momentos, sucedió. Mateo se acercó a mi rostro muy rápidamente, me cogió de la cintura y me besó.
Fue un beso triste, desesperado, y si tengo que ser sincera, no me gustó mucho.
-Ahora ya no puedo parar. -Dijo él contra mis labios.
Ni siquiera estaba sonriendo, le devolvía el beso sin ganas, estaba triste y desganada. Toda mi vida había a sido una mentira y yo aún no lo acababa de asimilar.
Me separé de él y le miré a sus ojos que estaban tristes por el gesto que acababa de hacer, pero rápidamente cambiaron y el dedo de Mateo pasó delicadamente por mi mejilla secando una lágrima.
Ahora me sentía débil. Tan débil que los demás tenían que secar mis lágrimas en vez de yo. Había sido una completa estúpida.
******
Había quedado con todo el grupo después de arreglarlo con Mateo. Mis padres se merecían un castigo y lo pagarían muy caro.
Blanca venía con un montón de ideas locas en la cabeza y tendríamos que hacer alguna de ellas.
Mientras hablábamos, un rostro conocido apareció detrás de Dina.
-Perdona. No he podido evitar escuchar. ¿Vais a vengaros de quién? -Preguntó Brittany y yo suspiré. Era mi hermana y merecía saberlo. Ya, bueno, mi hermanastra, pero en cierto caso, mi hermana.
-De mi padre y mi madre. Me mintieron... -La miré fijamente y acabé la frase. -Toda mi vida.
La cara de Brittany era para hacerle una foto. Tenía la boca abierta y las cejas alzadas con el cuello hacia delante.
-Os puedo ayudar, si queréis. -Dijo Brittany sonriente y se sentó a mi lado. Me aparté para que ella se sentara y empiezamos a planear.
Una vez puestos de acuerdos, nos levantamos de la alfombra de mi habitación y fuimos a la habitación de mi padre dispuestos a darle su merecido.
Mateo estiró un cuerda por medio de la habitación y la agarró de la lámpara resistente del techo, Dylan y Marco colocaron un proyector en la pared blanca de delante quitando el televisor, y Bruno se encargó de apagar la luz de toda la casa. Cualquier persona no entendería nada de qué estamos haciendo, pero cundo lo vean, ya lo entenderán. Solo esperaba que de verdad funcionase.
Tardamos una hora en prepararlo todo, hasta que sonó el timbre dos veces.
-¡Ya viene! ¡Todos a sus puestos! -Susurró Dina y todos nos escondimos en algún rincón de la habitación. Estaba todo a oscuras así que no se vería nada.
Escuché las pasas pesadas de mi padre detenerse al ver que estaba todo a oscuras y ningún interruptor funcionaba. Me encantaría ver su cara.
-Qué raro... ¿Qué diablos le ha pasado a la luz? -Dijo extrañado desde la entrada encendiendo una y otra vez la luz del salón.
Mi padre se rindió y se dirigió hacia su habitación, o sea, donde estábamos nosotros.
Lo siguiente pasó muy rápido.
-¡AH! ¡MIERDA! ¡OH, DIOS MÍO! -Gritó mi padre en cuanto pisó la cuerda y ésta llevó su cuerpo alzándolo haciéndolo quedar colgado del techo del revés. -¿¡QUE MIERDAS ES ESTO!? -Exclamó mi padre intentando deshacerse del nudo, pero era imposible, a Mateo se le daba muy bien hacer nudos fuertes.
-¡Ya! -Susurré hacia Brittany y ella le dio al botón del proyector para que éste empezara a reproducir un vídeo sobre las cosas por las que odiaba a mi padre con mi voz y un papelito escribiéndolas.
-Cosas por las que odio a mi papá:
-Es un mal padre.
-Me ha separado de mi madre.
-Me cuida muy mal.
-No se preocupa por lo que me pasa.
-Me castiga sin motivos.
-No me deja ir a fiestas.
-Es muy probable que me castigue después de esto.
-Me echa la bronca por tonterías.
-Me puso la estúpida lista de reglas gracias a las cuales no puedo ser yo misma.
-Ni siquiera parece mi padre, simplemente un desconocido.
-Me ha estado mintiendo toda mi vida.Se acabó el vídeo y las luces se encendieron.
Mi papá estaba desconcertado y no sabía lo que acababa de pasar, pero yo sí. Que de esta forma, no habrían más reglas, ni más castigos, ni más broncas. Sería libre y lo disfrutaría cada segundo de mi vida.
Todos salimos de nuestros escondites y yo me puse delante de él. Sabía lo que iba a decir.
Mi padre suspiró profundamente y yo le puse la mano delante de su cara para que no hablara.
-No hacen falta explicaciones. Muchas gracias por haberme mentido durante toda mi vida.
Me junté con mis amigos y nos dirigimos a la puerta.
-¿No me vas a bajar? -Pregunto mi padre y yo reí. Era increíble, para mí esto no había acabado, ni siquiera empezado.
-Te dejaría 18 años ahí, pero te perdono, solo estarás una semana. -Rodé los ojos y me fui con mis amigos dejándole colgado del techo a oscuras mientras suplicaba que le bajara.
Me daba pena, pero en cierto modo, se lo merecía, y si madre estuviera aquí, también lo habría hecho, pero mejor me ahorro otros problemas.
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Rompiendo Mis Reglas ©
Teen FictionIba tan concentrada en mis cosas que sin verlo venir, me estampé contra una puerta de las aulas de ese maldito instituto nuevo. Pero algo o alguien me cogió e hizo que no me cayera de culo al suelo. -¿Eres nueva, verdad? Aun que para ser nueva no ha...