Capítulo 3: Una yo diferente

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Capítulo 3: Una yo diferente

-Uy, parece que hay una chica nueva...

Una voz chillona me hizo girarme y pararme delante suyo.

Una chica rubia con ojos marrones oscuros y vestida como una completa puta, estaba delante mío riéndose.

De ti Samantha, no cortes las frases.

La miré con cara de chula y posé mis manos en mi cintura.

Detrás de ella habían dos chicas también riéndose DE MÍ, debían ser sus "amigas".

Entonces, la muy puta, interrumpió mis pensamientos:

-¿De dónde has sacado la ropa? ¿De un vertedero?

Sus amigas y ella rieron tan fuerte que casi me explotan un tímpano.

La fulminé con la mirada y le contesté:

-¿Qué problema tienes con los nuevos?

Se rió de mí, se acercó más a mí y me susurró en el oído:

-Ves con cuidado.

Se rió por última vez y caminó por mi lado empujándome con un hombro suyo y alejándose con sus amigas que parecían perritas falderas.

¿Pero quién se cree que es para recibirme de tan mala manera?

Me quedé allí parada con la vista fijada en la nada, hasta que alguien se acercó a mí y trató de hablarme.

-Es Amanda, la típica puta del instituto que cada noche se acuesta con un chico diferente. -Esa era Blanca, la reconocía por su pelo tan llamativo blanco y esa voz tan fina.

-Lo de puta, lo he notado con tan sólo mirarla. -Dije y ella rió.

-¡Hey, Sam! ¿Te vienes con nosotros a la cafetería después de clase? -Se me acercó Dina con una sonrisa que hacía ver todos sus dientes, parecía estar muy contenta hoy.

-Claro, pero, no me llames Sam por favor, odio que me llamen así. -Le respondí un poco molesta.

Se cortó un poco y me lanzó una sonrisa de "Vale, está bien", yo la entendí y le devolví la sonrisa.

××××××××


Se me pasaron las clases muy lentas, desde la mañana no me había encontrado ni con Blanca ni con Dina. Al acabar recogimos, y Mateo, que estaba en mi clase, se me acercó con una sonrisa:

-Samantha, ¿Quieres que te acompañe a la cafetería ya que hemos quedado con los demás?

-Eh, claro, no sé donde está la cafetería, y así aprovecho para conocer a Marco, Bruno y Dylan. Me han hablado de ellos.

Él hizo un gesto con la cabeza asintiendo y me empujó con su mano en mi espalda para decir que yo iba primero para salir de clase.

Seguimos todo el pasillo recto y luego bajamos las escaleras, cambiamos de dirección y volvimos a bajar más escaleras, este instituto ¡Parecía un laberinto!

Al fin, vi un cartel a lo lejos en el que ponía "Cafetería", debía de ser allí.

-Ya estamos. -Dijo Mateo señalando la puerta de la cafetería para que entrara yo primero.

Los primeros que vi fueron a Marco, Bruno, Blanca y Dina, estaban en una mesa grande en el fondo reservando nuestros sitios.

Espera, ¿Donde estaba Dylan? ¡Lo quería conocer! Deducí que uno de ellos era Marco y otro sería Bruno, y Dylan ya se notaba que no estaba por su pelo blanco.

Me acerqué a ellos y me recibieron genial.

-Hey Samantha, siéntate aquí. -Dijo Dina con una sonrisa señalando el sitio libre de su lado.

Me dirijí a ese sitio y me senté a su lado, mientras que Mateo se sentaba justo en frente mío.

-Así que... ¿Tu eres la famosa Sam?

Me sonrojé un poco, ¿Famosa? ¿De donde diablos había sacado eso? ¿Y ese quien era? ¿Bruno o Marco?

-Eh... Si, ¿Famosa?

No pude evitar preguntarlo, tenía curiosidad por como me había llamado.

-Sí, aquí hablan mucho de ti.

Les dediqué una sonrisa a Blanca y a Dina, sabía que habían sido ellas.

-Yo soy Marco, el novio de Dina, encantado.

Me dijo eso extendiéndome la mano para estrecharla.

¿Novio? ¿Por que Dina no me había dicho que Marco era su novio? Era muy guapo la verdad, tenía buen gusto.

Miré de reojo a Dina que se encontraba roja como un tomate y le dediqué una sonrisa pícara.

-Encantada. -Al final le estreché la mano después de unos segundos. -Así que... ¿Tú eres Bruno? -Hablé apartando mi mano de la mano de Marco, y dirigiéndome al chico con ojos azules y cabello rubio de su lado.

Él se quedó perplejo mirándome, ¿Pero que estaba haciendo ese chico? Me intimidaba bastante, al final decidí poner las manos bajo la mesa y mirar hacia abajo.

-Sí, soy Bruno. Encantado, Samantha. -El chico habló sin que yo me lo esperara y me estrechó la mano.

Estaba un poco sonrojado y apartó la mano de la mía de un golpe.

-Chicos, voy a comprar la comida con Dina, quedaos aquí, ahora volvemos. -Después de un largo segundo, Blanca dijo eso y le cogió del brazo a Dina haciendo que se apartara de la mesa hacia la cola.

Me dejaron plantada. Me dejaron sola. Con ellos. Chicos que aún ni siquiera los conocía. Las iba a matar.

-Bueno Sam, ¿Te importa que te llame así? Me da palo decir Samantha. -Preguntó el muy estúpido de Mateo.

-Ya lo has hecho. -Dije eso y dejé escapar una risa.

-¿Puedo?

Asentí con la cabeza rodando los ojos sonriendo, si él ya me conocía sabía que era nombre de chica y no de chico.

-Vale, ¿Que tal ibas en tu antiguo instituto? -Preguntó Mateo mirándome.

Ya era más que obvia la respuesta.

-Bien, hasta que mis padres dijeron que me iba a mudar.

Dicho eso, Mateo soltó una carcajada floja por mi comentario.

-Vamos, no puede haber sido tan malo, has hecho amigos, aquí ya te consideramos de nuestro grupo. -Dijo Marco defendiendo.

-Si a penas os conozco.

-Nos conocerás.

Asentí y Mateo y Bruno miraron a Marco con una cara como si hubiese dicho alguna cosa imposible.

-Por la forma en que miráis a Marco, parece que haya dicho algo imposible... -Dije un poco indignada mirando a Bruno primero y luego a Mateo.

-No, guapa. Solo que aquí tenemos una norma, para ser de nuestro grupo has de incumplir al menos una regla. -Mateo dijo eso guiñándome un ojo como confiando en que lo iba a hacer. -Piénsatelo.

Me quedé en blanco al saber que para ser de ese grupo tenía que incumplir una regla, en mi vida nunca había hecho algo así. Lo tenía prohibido, de parte de mis padres y de parte del instituto, ¿Que iba a hacer? Tampoco quería ser una cobarde, no creo que fuera a encajar en otro grupo.

Cuando por fin llegaron Blanca y Dina con bocatas y refrescos en las manos, me salvaron la vida ante aquel silencio incómodo entre los chicos y yo.

Repartieron los bocatas y empezamos a zampar, por primera vez desde que llegué aquí, no me sentía sola, pero sí insegura.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora