Capítulo 19: Mudanza

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Capítulo 19: Mudanza

Coger ropa y meterla en la maleta. Coger ropa y meterla en la maleta. Todo este procesamiento se hacia una y otra vez hasta que mi armario quedase completamente vacío, así que aún me quedaban un par de horas más, y la maleta ya estaba a petar, si continuaba así, tendría que coger la maleta de mi hermana para meter mis cosas. ¡Y en esta maleta solo llevaba la ropa!

Maldito divorcio.

Maldita maleta.

Maldita custodia.

De repente oigo vibrar mi móvil en la cama y no dudo en cogerlo para hacer un descanso.

Dina: ¡Amiga! Asómate por la ventana.

Me levanté lentamente de la cama leyendo una y otra vez el mensaje y cuando lo entendí, me fui rápidamente hacia la ventana.

-¿Qué? -Susurré en cuanto las vi escalando la pared hasta llegar a la ventana.

-Ha estado tirado. Tu piso es muy bajo. -Dijo Blanca riendo mirando hacia abajo cuando terminó de escalar y entró a mi habitación.

No perdí el tiempo y me giré a ayudar a Dina.

Cuando las dos se estiraron en el suelo de mi habitación jadeando, yo me crucé de brazos y las miré a las dos con el ceño fruncido.

-¿Acaso no sabéis que para esto se inventó la preciosa puerta de la entrada? -Agité la cabeza y ellas rieron agotadas.

-No sabíamos si tu madre nos dejaría, suponíamos que hoy solo querría estar contigo ya que es tu último día con ella hasta vacaciones. -Razonó Dina y yo me giré a hacer mis cosas para dejar el tema a un lado. No me gustaba hablar sobre eso. Lo había pasado muy mal durante el divorcio, de no ser por mis amigos, yo ahora estaría cada día llorando en mi cama.

-Lo siento. -Se disculpó Dina y yo asentí sin ganas aún girada. Sólo no quería saber nada del tema. -Sé que lo estás pasando mal, y por eso estamos aquí, para ayudarte. -Dina se levantó del suelo y noté como estaba detrás mío apoyando su mano en mi hombro.

Me giré lentamente ya cansada y decidida a desahogarme.

-Es que vosotros no sabéis por lo que estoy pasando. A nadie de vuestro grupo le ha pasado nada parecido a esto y yo soy la única que lo tiene que aguantar. -Dina me abrazó y yo la abracé fuerte pero en cuanto vi la expresión de Blanca mirando al suelo con cara de tristeza, ese abrazo se fue esfumando y yo me fui acercando a Blanca mientras que Dina me miraba confundida.

-Blanca, ¿Qué te pasa? -Me senté con ella en la cama y le pasé el brazo por el hombro.

Blanca ni siquiera se molestó en mirarme a la cara, pero sí que contestó, y lo que dijo me desconcertó un poco.

-Tu no eres la única que ha pasado por esto. Y no lo digo por mí, pero yo no pienso decir nada acerca de ese problema. -Dijo Blanca algo confundida con su vista fija en la ventana.

-Bueno, dejar de estar tristes. ¡Hay que disfrutar el último día en tu casa, Sam! Además, ahora estarás más cerca de casa de Blanca y yo. ¿Qué tiene de malo? -Dina nos interrumpió alejándome de mis pensamientos en cuando vi que Dina estaba arrugando toda la ropa y colocándola mal en la maleta.

Me levanté rápidamente y la detuve cogiéndola de los brazos sonriéndole falsamente para que se apatara y me dejara a mí.

-Entiendo. No soy muy buena en esto. -Dejó la ropa en el armario como estaba antes y yo lo agradecí con una sonrisa.

Las horas se pasaron volando y por fin, estaba lista para mudarme a mi nueva casa. Las maletas estaban listas y había que tenido que coger una prestada de Dina monísima, pero luego se la tendría que devolver, por desgracia.

Me despedí de mis amigas y dije que las vería dentro de unas horas en mi nueva casa, les di mi dirección nueva y cuando llegase las avisaría para que vinieran a ayudarme y a desempaquetarlo todo.

Me subí al coche y me despedí de mi madre con un fuerte largo abrazo que pareció durarme toda la vida que había pasado a su lado. Miles de recuerdos me vinieron a la mente justo en ese momento aun que estuviese enfadada con ella.

Unas horas antes de estar en el coche yendo hacia mi nuevo hogar, revisé toda mi antigua casa, y dejé a propósito una carta especialmente para mi madre en la mesita de noche de su habitación. Era de cuando era pequeña, le agradecía que hubiese estado ahí toda mi vida y que la quería, y yo no quería desperdiciarla así que se la di. Aún espero con ganas de que la lea y me envíe un mensaje de agradecimiento.

-Quedan 10 minutos. -Anunció mi padre desde el asiento del copiloto.

A mi lado se encontraba Esther mirando por la ventana un poco triste y confundida. Ella tampoco entendía muy bien por qué había tenido que pasarnos esto a nosotras.

-Essie. -La llamé por su diminutivo y ella se giró quedando con sus ojos claros frente a los míos. De momento no se encontraban oscuros, así que eso significaba una buena señal. -Vamos a superarlo, juntas. -Susurré con la intención de que mi padre no me oyera. Sonreí divertida y ella me devolvió a la sonrisa. Esa sonrisa tan alegre que tanto echaba de menos. Ésta era mi Esther.

-¿Como crees que será nuestra nueva hermana? -Preguntó nerviosa. A ella nunca se le había dado bien hacer relaciones nuevas. Y menos si ibas a vivir con ellas.

Me encogí de hombros y seguí mirando la carretera mientras que ella hizo lo mismo.

El viaje realmente se me pasó demasiado largo, ahora me explicaba por qué tenía que salir tan pronto de casa para llegar al instituto. Mirando el lado bueno de la mudanza, ahora podría dormir más tiempo, a no ser que haya algo en la casa que haga ruido todas las noches, claro, y espero que no sea así.

Bajamos del coche cuando finalmente llegamos. Pisé un césped reluciente sin malas hierbas y con flores bonitas. Alcé la vista y me encontré con una mansión enorme de color blanco. Empezaba a pensar que mi padre solo se había casado por el dinero de esa mujer.

A unos cuantos metros vi a una mujer joven y muy alegre salir de la puerta principal de la mansión, tenía el cabello rubio teñido y los ojos negros como la oscuridad. En serio, esos ojos daban mucho miedo, pero a medida que se fue acercando ya lo entendí. Era muy guapa la mujer, y ya entendía por qué mi padre se juntó con ella.

-Hola, preciosas. -Dijo la señora simpática (Cuyo nombre aún ni siquiera sabía) y continuó hablando. -Me llamo Verónica y esta es mi mansión. -Genial, lo que una rica diría en primer lugar, como en una película. -A partir de ahora seré vuestra madrastra y espero que os sintáis cómod...

-¿¡BRITTANY!? -Esther interrumpió a nuestra madrastra gritando mirando en la dirección de la entrada de la mansión.

En cuanto la chica de la puerta de la entrada (La cual mi hermana la estaba fulminando con la mirada) escuchó su nombre, (Que suponía que era el que mi hermana había gritado), levantó la vista de su móvil y su cara de alegría cambió a una de fastidio y enfado.

Parece que ellas dos se conocen de algo, y sea lo que sea por lo que se conozcan, no se llevan nada bien.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora