Capítulo 21: Solo te lo advierto

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Capítulo 21: Solo te lo advierto

-He de ir a casa de Dina, ya. Adiós. -Le di un beso a mi hermana Esther por toda su ayuda y de despedida y salí corriendo hacia la casa de Dina enviándole un mensaje para quedar con ella. Tenía que avisarla. Avisarla sobre Dylan. Aún estaba a tiempo de impedir que rompiera con Marco y se fuera con Dylan para que él le rompiera el corazón.

Ya sé que conocía a Dylan desde hace muy poco y que a penas sabía nada de él, pero si estaba con Britt el otro día, debía de haber algo ahí. Tenía que descubrirlo cuanto antes, pero esto primero lo tendría que saber Dina. Ella sabría qué hacer.

Llegué a su casa en 2 minutos jadeando del cansancio. Apoyé mis manos en las rodillas intentando recuperar el aliento pero terminé por caerme en el suelo. Lo cual agradecí un poco. Sí, sé que soy un poco vaga en esto de hacer deporte y que no es un punto que a mi me guste. Realmente, soy pésima en el deporte.

Levanté la vista y vi a una Dina a lo lejos un poco preocupada.

Mierda.

-¡Sam! ¿Estás bien? -Preguntó ella acercándose más y yo intenté buscar las palabras correctas para que se pensara que yo estaba bien.

-Sí. Sí, estoy genial. -Me levanté rápidamente y ella frunció el ceño extrañada.

Apoyé mis brazos en sus hombros y me llevó hasta su casa sin decir ni una palabra.

Me sentó en el sofá y empezó a hablar.

-¿Qué tenías que decirme? -Ladeó su cabeza y puso sus manos en las rodillas a mi lado.

Suspiré antes de hablar.

-Es... Sobre Dylan. Mira, yo... No sé cómo es él y no le puedo juzgar, pero me han dicho algo que creo que lo deberías saber. -Suspiré cansada.

Ella frunció el ceño extrañada. Tenía que seguir.

-Primero de todo, dime una cosa. -Afirmé para asegurarme de algunas cosas sobre Dylan. No se lo podía decir todo de golpe. Tenía que ir despacio para que lo pillara.

-¿Cuál cosa?

-¿Te puedes esperar cualquier cosa de Dylan? -Solté rápido casi interrumpiéndola por los nervios.

Sí, y sé que antes había dicho que yo tenía que ir despacio, pero es que no podía.

Dina se quedó en blanca ante mi pregunta y segundos después, sacudió la cabeza confundida.

-Oye Sam, ¿Por qué me preguntas esto? ¿Ha hecho acaso... Algo malo?

-Tú solo dilo. -Insistí.

-Bueno, se ha acostado con casi todas las chicas del instituto excepto tú y otras pocas más. Conociéndole desde hace años, creo que se podría decir que sí, se puede esperar cualquier cosa de él, pero la verdad, no lo sé, puede que haya cambiado al decirme aquellas palabras el otro día. -Ella se equivocaba.

-No lo creo. -Susurré respirando profundo para recuperar el oxígeno, y ella frunció el ceño. Vale, a ver, Sam, empecemos por lo básico. -Dina, ¿Sabes quién es Brittany?

-Claro, cómo no. Todo el mundo la conoce, es tan popular que podría hacerse amigo de cualquiera y la aceptarían sin siquiera conocerla. -Dina hablaba de ella como si... Como si tuviera envidia o como si fueran amigas desde hace ya tiempo y le molesta que hablen de ella. Algo así.

-Bien... Ella es mi hermanastra. -Solté sin pensármelo dos veces.

-Es... ¿¡Tú hermanastra!? -Dina chilló y retumbó toda la casa. Por instinto me llevé las manos a las orejas y apreté los ojos cerrándolos. Sinceramente, no me esperaba esa reacción por su parte.

-Sí, además de una puta. -Añadí intentando recuperar el sentido de los oídos.

-¿Cómo?

-Mi hermana vio a Brittany y a Dylan paseando por la calle solos juntos, y parecían ser pareja por que Dylan... La besó. -Me costó decir las dos últimas palabras, pero cuando las dije, pensé que ya no había vuelta atrás, y sin embargo, yo creía que había hecho lo correcto.

Pude ver el enrojecimiento en la cara de Dina. Podía jurar que en este momento iba a explotar. Me aparté de ella asustada, puede que explotara si no cambiaba esa cara que tenía de tomate.

-Vete. Necesito estar sola. Por favor, Sam. -Dina señaló la puerta. A veces me encantaba lo comprensiva que era, le explicaba algo que la ayudaría mucho y ni siquiera me daba las gracias, sino que encima me echaba de su casa. Esto es realmente injusto.

Suspiré y me dirigí a la puerta, salí de casa y cerré la puerta de un golpe. Ahora me daba pena.

Me giré suspirando decidida a volver a mi casa, levanté la vista y pegué un grito que se pudo oír desde aquí a China.

Mateo simplemente estalló a carcajadas.

-Te. Voy. A. Matar. -Hize una pausa en cada palabra y solo conseguí hacerlo reír más. A veces los chicos eran realmente imbéciles. ¿Y si yo iba en serio? ¿Es que nada se lo tomaban en serio en la vida?

-Hola, enana. Te echaba de menos. -Saludó Mateo una vez la risa paró. -Y a tu cara como un tomate, también.

No. No podía ser. Otra vez no. ¿Estaba sonrojada? ¡Pero si solo me había llamado enana! Y que me ha echado de menos y... ¡Basta! Rodé los ojos y me crucé los brazos en mi pecho.

-¿Como sabías donde estaba?

-Deducí que estarías con Dina o con Blanca. -Se encogió de hombros y yo suspiré. Notaba como mi cara ya no ardía. -No he... Podido evitar oírlo. Había una ventana abierta y... Yo solo... ¿Es verdad lo de Dylan? -Demasiado directo.

-No lo sé, pero mejor no meternos en ese triángulo amoroso... -Fui bajando la voz a medida que hablaba y él asintió.

-¿Me acompañas a casa? -Pregunté alzando las cejas y el asintió con una sonrisa burlona. Odiaba su sonrisa. Era la más bonita que había visto en mi vida. Y de nuevo, ¡Basta, Sam! ¡Ya vale! ¡Sabes que tienes prohibidos esos comentarios en tu mente!

Me rodeó el brazo por encima de los hombros y me apretó a él abrazándome. Me sentí incómoda por el gesto que hizo, pero a la vez segura. Sentía que con él, nadie me podía hacer daño y que estaba muy protegida. Muchas chicas tendrían la misma sensación.

Miré hacia arriba y vi lo alto que era Mateo, él no me vio que le estaba observando y su mirada estaba fija al frente, concentrada. Seguramente pensando en lo de Dylan, ellos eran mejores amigos, y creo que lo siguen siendo, y es por eso que no quería que Mateo se enterara de algo así sobre una persona a la que él quería.

Me quedé embobada mirándole, pero de un momento para otro, él bajó la vista hacia mis ojos y quedamos cara a cara. No me di cuenta de que estaba sonrojada hasta que dijo:

-¿Sabes? Mirarme es gratis, pero tú abusas del privilegio.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora