Capítulo 44: Odio no poder odiarte

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Ya habían pasado unas semanas desde que mi famoso (Aún no, pero lo será) novio Mateo y yo empezamos a salir, y aún no me he planteado decírselo a mis padres de una vez por todas que había roto las cinco reglas.

No me lo podía creer ni yo, la Samantha niña buena de antes se había esfumado y ahora estaba la de ahora, la rebelde y sin límites.

Ahora mismo me encontraba en el instituto junto con Dina, Marco y Dylan. Los demás no sabía donde se habían metido. Suponía que llegaban tarde al instituto o se saltarían clase, si fuera así, no me extrañaba, además de que Mateo siempre llegaba tarde, así que aún tenía posibilidades de que él viniera.

-¡Sam! ¡Mi querida amiga Sam! ¿Qué tal estás? ¿Qué tal te va con tu castigo por romper tus cinco reglas? -Una voz chillona vino de atrás y me giré instintivamente para encontrarme con una melena rubia teñida y unos ojos marrones oscuros.

Me quedé sin palabras al oírla decir eso, Amanda era una completa puta que solo me intentaba arruinar la vida, pero aún no lo había conseguido.

-No soy tu amiga. -Me crucé de brazos. Lo primero era lo primero. -¿Como diablos sabes eso? -Agité la cabeza confundida esperando respuesta pero me cansé. No quería escuchar su respuesta. Ahora ella ya lo sabía todo sobre mí, no sé cómo se había enterado, pero ya no había nada que yo pudiese hacer. No podía negarlo, alomejor tenía pruebas, y tampoco podía admitirlo, puede que me estuviese grabando y esa fuera la prueba.

-Mírate, Amanda. Estás sola. No tienes a nadie, has perdido a todos los amigos que podrías haber tenido si no fueras como eres. Ya ningún chico te hace caso. Hasta Kevin se ha enterado de lo zorra y puta que eres. -Solté sin pensármelo y no me arrepientí. Pero eso que dije que no me arrepentía se convirtió en una mentira de un segundo para otro.

Kevin se aproximó a nosotras habiendo escuchado lo que le llamé a Amanda, y en cuanto su boca habló, no podía dejar de pensar en los golpes que le iba a dar a ese cabrón. Se supone que estábamos perdonados, pero nunca me debí de fiar de él...

-Perdona... ¿Como has llamado a mi novia? -Intervino Kevin y besó a Amanda delante de mis narizes. Aparté la vista tensando la mandíbula.

¿Si dolía? Claro que dolía, ver a tu ex novio de toda la infancia y el primero con el que saliste besándose con otra chica, pues sí, duele.

Y lo peor es que él me traicionó, me traicionó de una manera que yo nunca perdonaría a nadie. Ahora ya sé por qué Amanda lo sabe todo sobre mí.

Quien más bien me conoce en todo este maldito instituto es Kevin. Kevin y sólo Kevin. Él es el causante de que Amanda se enterara de todo y le contase a mi padre. Ahora lo entendía todo, no sólo Kevin me había arruinado la vida de pequeña, sino que ahora también me la quería destrozar de nuevo.

-Embobada, ya sé que soy muy guapo, pero tampoco hace falta acosar con la mirada. -Dijo Kevin rompiendo el silencio con una risa falsa.

Amanda me lanzó una mirada que por supuesto no era nada buena y abrió la boca para decir una estupidez.

-Que te quede claro que es mío. Ni te acerques a él. -Me señaló con el dedo y yo puse cara de asco mientras miraba a Kevin.

-Oh, venga ya, ¿Yo me iba a acercar a él? Amanda, puedes estar tranquila, ni en mil años saldría con él. -Rodé los ojos y ella asintió alejándose un poco de mí.

Y el chico insoportable volvió a romper la tranquilidad.

-Saman, ¿Quieres contestar? ¿Como has llamado a mi novia? -Kevin se refería a que me había oído llamar a Amanda zorra y puta, pero no me importaba y simplemente cambié de tema.

-Kevin, en serio, no sé por qué me haces esto, ya me arruinaste la vida una vez de pequeña y ahora me sigues y me la intentas destrozar otra vez. ¿A ti qué te pasa conmigo? -Lo solté todo alzando la voz con una arruga en la frente. No la veía, la notaba. Estaba demasiado cabreada.

Kevin miró al suelo y agitó la cabeza varias veces con un par de suspiros profundos antes de hablar. Estaba nervioso.

-Que te odio. Te odio desde el primer momento en que me enamoré de ti. Odio como no me hiciste caso y nuestra relación terminó. Odio cada momento que pasamos juntos que ya no volverá. Y por eso te hago la vida imposible, por que odio no poder odiarte. -Kevin dejó caer su mochila al suelo y se acercó hacia mí demasiado rápido.

No tuve tiempo de reaccionar, cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde, Kevin me estaba besando.

Me estaba besando justo como lo hizo la primera vez de pequeños, y mil recuerdos me vinieron a la mente.

Recuerdos malos y buenos. Recuerdos que nunca volverán. Recuerdos que me dolieron más que mi propia lista de reglas. Recuerdos esfumados por el tiempo y la separación.

Y ahí reaccioné, puse las manos en el pecho de Kevin y lo aparté de mí. Me quedé mirándolo como si hubiese hecho lo peor en este mundo.

Vi detrás de Kevin a Amanda apretando los labios y sus ojos brillantes, como si... Estuviera a punto de llorar. Por alguna razón, esa era la primera vez que sentía pena de verdad por Amanda.

-¿Ni en mil años, eh? -Dijo Amanda antes de irse corriendo alejándose del instituto. Me sentí mal por ella.

Miré a Kevin de nuevo con cara enfadada, él seguía igual que antes, mirándome atónito por lo que él mismo acababa de hacer.

Giré la cabeza hacia todos los lados asegurándome de que poca gente lo había visto, pero mis gritos y la discusión de Kevin y yo era demasiado como para no llamar la atención.

Y, algo me detuvo en seco rompiéndome el corazón en mil pedazos. Mateo estaba en la esquina con los ojos brillantes a punto de llorar y lo había visto todo.

Rompiendo Mis Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora