HEFESTOS: EL FORJADOR DE LOS DIOSES

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Cuando los dioses Olimpicos montan carros a través del cielo, es Hefestos quien los hizo. Cuando llegan en busca de armas que usar en la batalla, es Hefestos quien las forjó. Cuando los estruendos de la tierra y las montañas mismas entran en erupción en abrasadoras llamas, es la rabia de Hefestos que arde.

Forjador de los Dioses, el arte de Hefestos es el fuego y forja como un artista lo haría con pintura y pincel.

Como un niño, Hefestos era tan horrible que a su madre, Era, disgustada,  lo arrojó al mar desde las alturas del Monte Olimpo. Tan grande fue la caída, que se rompió una de sus piernas, una herida de la que nunca se recuperaría. Por debajo de las olas, una ninfa del mar, Tetis, rescató al dios y lo crió como su propio hijo. Hefestos creció, y se aventuró a la superficie donde descubrió el fuego y el arte de la herrería de la mano de los Cíclopes.

Sus talentos naturales surgieron y forjo las joyas maravillosas de su madre adoptiva. Convocada a una gala en el monte Olimpo, Tetis llevaba regalos brillantes de Hefestos, pero cuando Era descubrió que Hefestos los había hecho, celosamente le exigió volver al Olimpo. Enojado, Hefestos se negó. En su lugar, envió un magnífico trono de oro y piedras preciosas que encarceló a Era en cuando se sentó en él.

Durante tres días era estuvo completamente pegada al trono, y habría permanecido así de no ser por la intervención de Zeus, el padre de Hefestos. Zeus le ofreció a Hefestos un intercambio, la libertad de Era por la mano la más bella, de Afrodita diosa del amor. Hefestos estuvo de acuerdo. 

Aunque para mal pues esta termino engañandolo con Ares, desde entonces el fuego del rencor arde en el pecho de Hefestos. Incapaz de perdonar de verdad, él se pierde a sí mismo en la fragua. Ninguno de los carros maravillosos, joyas o armas podrían llenar el dolor en su corazón, pero cada uno es digno de un Dios.




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