JING WEI: LA GUARDIANA DE LOS JURAMENTOS

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Contra el naciente sol rojo, la forma de unas alas barre hacia el mar, sus uñas se agarran alrededor de un guijarro. Con el grano centrado, lanza la pequeña piedra en las fauces acuosas, dando vueltas por encima mientras se hunde en la oscuridad. Se resuelve sobre si misma y da la vuelta para recoger otra. Jing Wei no cesará hasta que se llena el océano. Ese es su juramento. Y ella no va a romper un juramento.

Una vez, ella era una niña, una princesa, enamorada por la gloria de la luz del amanecer. Miró con asombro como su padre, Yan Di, el emperador de las Llamas, servia de guía del sol desde el mar oriental. Desesperadamente, anhelaba llegar al lugar donde sabia que salia primero el sol, pero su padre se negó llevarla en las aguas.

Una noche, la princesa navegó en solitario, con la secreta esperanza de tener una visión clara llegada el amanecer. Pero las aguas se agitaban en una tormenta. Gigantescas olas chocaron contra su pequeña nave destrozándola. Y el mar se tragó sin dejar rastro alguno.

Yan Di despertó y hablo con  el sol en el horizonte al no encontrar a su hija, el sol la busco pero sólo pudo encontrar los restos destrozados de la pequeña barca de su hija en la orilla.

Sin embargo, estando el aun triste, una diosa apareció en una brillante ráfaga desde el océano, sus alas se agitaron y se elevó por encima. "Jing Wei!" gritó. Yan Di sabía que su hija había vuelto a nacer. 

Ella tomo rocas, pedazos pequeños de la tierra y las montañas, todo con el fin de llenar el mar para que nadie padeciera lo que ella, el mar se burlo diciendo que no sería capaz de llenarlo ni en un millón de años. Jingwei clamo entonces que procedería a llenarlo en diez millones de años o incluso en cien millones sin importar cuanto tiempo le tomara cumpliría su juramento.


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