El lunes llegó rápidamente. Ginny se subió al auto de Emmeline, y la castaña condujo hasta la empresa de Potter. Una serie de reporteros se encontraban en la puerta.
- ¿Sucedió algo? – preguntó la pelirroja observando a su compañera de piso. Ella se encogió de hombros sin saber la respuesta.
- Entraremos por el estacionamiento – le notificó la treintañera. Emme realizó un giro en "U" y se dirigió a la entrada hacia el subsuelo del edificio. Sawyer las recibió. Un hombre de alrededor de cuarenta años, con cabello largo y rubio, barba prominente y realmente sexy. El muchacho les sonrió cuando entraron – Buenos días, Sawyer. ¿Tienes idea de porque hay tanta prensa fuera?
- No lo sé. Nadie nos quiere decir nada. Sé que tiene que ver con la herencia de los Black y la empresa de Malfoy – comentó el guardia – Pero nadie nos dice mucho.
Emmeline y Ginny se miraron. Ambas sabían lo que era más que probable: Harry había jurado vengarse de Malfoy por hablar de Hermione como si fuera un juguete, y Sirius había comentado su odio acerca de la injusticia de que la herencia Black fuera para gente como la madre de Malfoy, o la otra hermana de Andrómeda, y Emmeline lo había escuchado. Ambas aparcaron en el espacio reservado para Ginny, que era mucho mejor del que podía conseguir Emmeline, y subieron ambas en el ascensor hasta el piso de Potter.
Cuando llegaron, dejaron sus carteras y sus abrigos detrás del mostrador y corrieron hacia el despacho del jefe. Él y Black se encontraban observando una tele, leyendo satisfechos el diario, y parecían más felices que nunca.
- ¿Qué sucedió? – preguntó Ginny, algo agitada por la corrida. Harry la sentó sobre su regazo y besó su cuello. Emmeline se sentó a un lado de Black, enfrentado al sillón del jefe. La televisión rezaba: Quiebra la empresa de autos Malfoy.
- Es increíble – predicó Emmeline, absorta. Sirius, con una carcajada, la calló.
- La empresa de autos Malfoy anunció su quiebra el viernes por la noche, pero recién hoy se supo con claridad que una de las empresas de autos más reconocidas de Londres, está en bancarrota. Pudimos hablar con su propietario, el señor Draco Malfoy, quien confirmó que las ventas no estaban siendo óptimas, de manera que tuvo que invertir mucho dinero de su propio bolsillo. Por problemas legales, la sucesión de bienes y la herencia de su abuelo materno, Cygnus Black, se vio destinada a solo uno de sus beneficiarios: el multimillonario accionario de la empresa Marauders' de publicidad, ya que es el único heredero vivo del matrimonio de Orion y Walburga Black, primos en segundo grado, y posteriormente, marido y mujer; Sirius Black. Al parecer, todas las propiedades y las cámaras acorazadas en el banco estaban a nombre del matrimonio. Finalmente, después de que la herencia se repartiera en cuatro partes durante muchos años: Las tres hijas de Cygnus: Bellatrix, Narcissa y Andrómeda; y el joven Sirius Black; ahora quedará simplemente para este último, dejando en la calle a las dos primeras muchachas, ya que su prima Andrómeda Tonks, de soltera Black, vive con él – concretaba la periodista con una cara severa y complacida por toda la información que pudo recopilar – Además, el empresario Draco Malfoy culpa de la repentina quiebra de su empresa a un ex compañero de preparatoria y empresario afamado, Harry Potter. Curiosamente, el ahijado de Black y el dueño de la empresa donde es accionario. Sin embargo, el señor Potter niega que el último juicio empleado a la empresa de autos por calumnias e injurias haya sido el detonante para su inminente quiebra. Los mantendremos informados.
Potter apagó la televisión y le sonrió a su padrino, complacido.
- ¿Acaso eso era lo que estuvieron cocinando con mi hermano? – preguntó Ginevra, algo confundida. Harry asintió.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...