Capítulo 37: Todo cambio

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Un silencio se prolongó por treinta segundos, hasta que Emmeline notó la cara que llevaba Sirius.

- Sabes que puedes decirme lo que sea, Sirius. ¿Nuestra hija está bien?

Sirius se sentó a un lado de la castaña y la tomó de la mano.

- Ella está bien. Antes que nada, quiero que sepas que todo lo que dije a la mañana es verdad. Te quiero más que a mi vida, y no hay nada que quiera más en este mundo que estar contigo – continúo, mientras le acariciaba el cabello con su mano libre – Y debes saber que para que la beba naciera, tuvieron que hacerte una cesárea de emergencia.

Emmeline asintió, mirando a Sirius, quien se debilitaba a cada palabra, y no tardó en derramar lágrimas de sus mejillas.

- Una vez que nació nuestra hija, tuviste una hemorragia interna muy grande. Por lo que me dijo Ginny, intentaron detenerla pero estabas perdiendo mucha sangre, así que la mejor opción que tenían era una... Una histerectomía – tragó su saliva y se aclaró la garganta para continuar – Y pedían mi autorización, y se las di.

- Con histerectomía... Sirius, ¿me estás diciendo que me sacaron el útero?

- Yo sé que no me competía a mí tomar esa decisión, Emme. Lo sé y lo lamento, pero firmé ese papel, Ginny me dijo que yo debía hacerlo, y que la mejor opción era dejar que te lo sacaran. Lo lamento, de veras lo hago.

- Eso quiere decir – comenzó a sollozar ella - ¿Qué no tendré más hijos?

El silencio de Sirius fue todo lo que necesitó para confirmar la respuesta. Nunca había pensado en hijos, pero quizás, luego de quedar embarazada de Sirius, y es más, después de acercarse tanto a él, había contemplado la posibilidad de formar una familia. Black se acercó a ella y la abrazó mientras ella lloraba desconsoladamente, ante la peor noticia que puede recibir una mujer.

- Me siento igual que tú, ¿sabes? – le susurró él, sin dejar de abrazarla – Nunca pensé en tener hijos, siempre fue algo lejano que creí que nunca ocurriría, y ahora, aquí estoy, recibiendo a mi primer y única beba, con la mujer más maravillosa del planeta. Y claro que en el momento que decidí que te quería pensé en que debíamos darnos a la tarea, porque quería tener veinte millones de niños contigo. No será así, y duele hoy como va a doler durante toda nuestra vida, pero siempre la tendremos a ella, ¿sí? A nuestra hija y a nosotros. El uno al otro. Te quiero, Emmeline.

- Quiero verla – sollozó la castaña – Necesito ver a mi hija.

- Ahora tienes que descansar, cariño.

- ¡Si todo lo que me has dicho es verdad, Giennah será mi única hija, así que quiero verla!

- ¿Giennah, dijiste? – la castaña se quedó paralizada unos segundos, y luego asintió, mientras se secaba las lágrimas con la yema de los dedos - ¿Por qué Giennah?

- La tradición de tu familia. Giennah es una estrella de la constelación Cygnus. La tercer estrella más brillante de ella, para ser más precisa. Busqué demasiado, y esa fue la que más me convenció.

- Giennah Black. Es precioso, Emmeline. No podría haber elegido un mejor nombre – ella medio sonrió.

- La quiero ver.

- Iré a ver qué puedo hacer – le respondió él y besó su frente. La castaña se quedó esperando a Sirius una vez que él se fue del box.

Menos de diez minutos después, Black volvió a entrar a su habitación con una silla de ruedas.

- Sube que te llevo – le guiñó un ojo, sonriente. Ayudó a la castaña a sentarse en la silla, y una vez en ella, le besó la frente - ¿Lista para conocer a tu hija?

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora