Sirius quedó en seco, casi tanto como Ron allí presentes. Hermione lo tironeó fuera de la sala, y Marlene optó por irse a la vez.
- ¿Qué me estás diciendo, Emmeline?
- No sé lo que ocurrió esa noche, Sirius. Pero solo sé que estoy embarazada.
- ¡Creí que te cuidabas!
- ¡Yo nunca di eso por sentado! Dejé de cuidarme meses atrás, porque mi ginecóloga me lo recomendó. Pero, ¿sabes una cosa? Me preparé mucho tiempo para esta situación, Sirius, y te puedo decir totalmente tranquila de conciencia que no necesito de ti, ni el bebé lo hace. Sabes que es tuyo, pero de aquí en más, la decisión que tomes te compete a ti, no a mí.
- ¡¿Cómo puedes estar tan tranquila?! ¡¡Estás embarazada, Emmeline!! ¡De mí! ¿Tienes idea de lo que es eso? ¿De lo terrible que es que yo vaya a ser padre? ¿Y cuánto tiempo lo ocultaste? ¡Semanas enteras! Tendrías que haber recurrido a mí, Emmeline, no a Harry o a Ginny... Solo que quizás, no estás tan segura de que sea mío, y es más fácil convencerte a ti misma que lo es
¡Plaf! La potente mano de la castaña golpeó con fuerza la mejilla del pelilargo.
- Nunca más en la vida, me vuelvas a tratar de una aprovechadora, Black. Quiero tu trasero lo más lejos posible de mí, y del niño – los ojos verdes se aguaron en lágrimas y se fueron de la habitación lo más rápido posible.
Sirius se quedó parado al lado de la puerta recientemente cerrada, refunfuñando.
- Eres el ser más estúpido del planeta – concretó Harry, sin moverse del lado de una sonriente Ginevra.
- ¿Yo soy estúpido? ¡Me comí la historieta de que era tu mujer la embarazada! ¡Me desesperé cuando supe que le habían disparado en el abdomen! Harry James Potter, me ocultaste que sería padre, ¿sos consciente de ello?
- Aprendí a mentir gracias a ti, Sirius. Sería lógico pensar que algún día se volvería en contra tuyo.
- No digas estupideces, Harry. ¿Escuchas lo que te digo? ¿Lo comprendes? Un niño con mi sangre... Ya bastante castigo tiene con ello, como para encima tenerme en su vida.
- Los niños... cambian a las... personas. Lo he visto...
- Tú no me conoces, pelirroja – bramó él – No sabes lo que soy capaz de hacerle a ese niño. Lo contaminaré, arruinaré su vida. Lo mejor que puedo hacer es alejarme de él, de una vez por todas. Emmeline estará bien
- Eres... demasiado... cobarde – gritó la pelirroja sin moverse demasiado – Deberías... enfrentar tus malditos problemas. Auch.
- Tranquila, cielo. Debes relajarte.
- ¿No lo ven? Yo nunca podría ser como ustedes. Harry, te llevé por un camino que no te pertenecía y lo lamento. Pero te reencontraste contigo mismo, y en el camino encontraste a la pelirroja. Eso me basta. Pero yo no, ¿comprendes? No sirvo para las flores, los corazones, la familia...
- No lo sabes aún, Sirius. Tuviste una vida que apestó, Black – gruñó Harry – Lo sé, y lo comprendo. Tu familia fue una mierda, y tu padre un asqueroso pulgoso. Pero no significa que tú vayas a repetir los errores de él. Debes decidirlo, y hacerlo rápido, qué clase de padre quieres ser. Si vas a dejar a tu hijo a la deriva, serás como Orion. Pero si decides acompañar a tu hijo, amarlo, protegerlo, ser el padre que ese crío merece, entonces, valdrá la pena, y serás un buen padre. Serás como mi abuelo, como mi padre, como Remus... Pero todo radica en tu decisión, Sirius. Replantéate a quien deseas parecerte. ¿A Orion o a Charlus? Y ahora, que ya tienes la respuesta en tu cabeza, ve, busca a Emmeline y aclararé cómo será. Ella es la que lleva el niño y merece una respuesta. Merece saber si en este camino estará sola, o no.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...