Capítulo 41: Un enorme dragón

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La estadía en el hospital se había extendido un poco para Draco Malfoy. Se encontraban en el piso de recuperación siendo que la bala había rozado un músculo, por lo cual requirió operación y una rehabilitación que traería consigo un bastón por un tiempo indeterminado.

La culpa invadía su corazón y su mente, sintiéndose culpable por lo ocurrido. Su madre sollozaba a más no poder, su tía los había llamado y maldecido en todos los idiomas que dominaba; y él quería morirse. En uno de esos momentos de culpabilidad, sintió que alguien se sentó a su lado. Se sacó las manos de los ojos y giró su cabeza.

Una castaña de ojos verdes lo miraba, expectante. Debía ser una enfermera del lugar porque llevaba puesto un ambo, y el cabello recogido.

- ¿Qué te tiene tan mal? – preguntó ella, mirándolo, con intriga.

- ¿Te importa? – retrucó él, no con maldad, pero por pérdida de costumbre, no sabía lo que era que alguien se interese en uno.

- Por algo te estoy preguntando ¿no crees? – bufó – Las personas acá pasan momentos feos, de veras, y trabajando aquí me concentré en ayudarlos. Necesitan alguien con quien hablar, y yo soy buena escuchando.

- Es mi culpa lo que sucedió a mi padre.

- ¿Lucius Malfoy? ¿Tu padre? – él asintió – No entiendo como podría ser tu culpa. Cuando los padres se meten en situaciones extremas...

- No entiendes. No es en sentido figurado. Es mi culpa. Yo disparé el arma.

A pesar de que él había confesado algo de importancia, ella no se sorprendió.

- Nosotros, los hijos, seríamos capaces de todo por impedir que nuestros padres se metieran en problemas.

- ¿Qué quieres decir? – preguntó él, con una ceja enarcada.

- Lo de la niña Black. Se dice que una de las familias vinculadas es la Lestrange.

- ¿Y eso que tiene que ver?

- ¿Bellatrix Lestrange no es tu tía? – preguntó ella.

- ¿Cómo lo sabes? – exclamó, estupefacto.

- Tu tía es una mujer con muchos contactos – carraspeó – Y uno de esos contactos es mi padre. Así que, sé lo que se siente... Ver como tus padres se meten en problemas por el afán de ser millonarios, y van perdiendo su humanidad en el camino. Pero nosotros estamos a tiempo.

- ¿Cómo hiciste para cambiar? Yo intento pero...

- El primer paso siempre es darse cuenta de que estás en el lugar equivocado. Y por lo visto, eso ya sucedió... ¿Qué pasó con la niña? ¿Cómo logró reencontrarse con sus padres?

- Yo la llevé hasta la casa, a costas de mi familia – admitió en un susurro.

- Ese es el segundo paso. Romper los estereotipos. Que no puedan manipularte...

- ¿Y el tercer paso?

- El tercer paso es desvincularte. Buscar un rumbo para tu vida, afirmarte... Buscar ayuda en tus amigos.

- No tengo amigos.

- Me tienes a mí – le sonrió ella. Una bella sonrisa que podía dar vuelta a cualquier hombre sobre la paz de la tierra – Yo me fui de mi casa a los veinte años. Estudié enfermería, conocí a la jefa de enfermeras de Urgencias, Carol Hathaway, ella me trajo aquí, y soy muy feliz. Ayudo a quien lo necesita, me mantengo a mí misma. No veo a mi familia, a excepción de mi hermana, que un año después decidió separarse de mi familia también. Lo que puedes hacer es buscarte un proyecto, un trabajo, y buscar la felicidad, por tu lado.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora