Capítulo 15: Por ti

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Ginny se desperezaba en la cama de Harry Potter, con un azabache despeinado a su lado. Ella había salido de trabajar, y se había dirigido directamente a la casa de su... lo que sea. Habían tenido una sesión de sexo increíblemente apasionada, y ahora reían histéricamente, entre comentarios estúpidos y sonrisas enamoradas. ¿Acaso esa palabra existía entre ellos? ¿Amor? ¿Podía suceder? Harry suspiró al pensarlo.

Pero, como siempre les pasaba últimamente, algo los interrumpía. Un timbre sonó, dando a entender que alguien subía por el elevador.

- Demonios – bramó el azabache, parándose de golpe, y colocándose sus jeans.

- ¿Será Ron? – preguntó ella, sin abrir los ojos, embriagada por el perfume de su hombre.

- No lo creo. Le dije al muchacho de portería que si era un hombre pelirrojo, me avise antes de hacerlo pasar. No puedo arriesgarme a que suban los gemelos o Bill, tampoco.

- Tienes razón – admitió ella. Harry tomó el teléfono interno, y dos segundos después se volteó a la pelirroja.

- Hermione. Y no parece contenta – le notificó el azabache. Besó la frente de su pelirroja, y fue directo a la sala de estar a recibir a su mejor amiga. Aunque, para ser sincero, le tenía algo de miedo.

La castaña ingresó al pent-house de su mejor amigo, con la cara roja de la furia.

- ¡Eres un idiota! – le gritó.

- Buenas noches, Herms. Nunca pensé que estarías en mi casa a las – miró su reloj – once y media de la noche. Pero ya que estás, aunque sea exijo que me digas porque me llamas idiota.

- Porque lo eres.

- Aunque sea dime porque lo soy.

- ¿Está Ginevra acá? – preguntó. Harry negó – Vamos, pedazo de idiota. Te conozco. Viví contigo durante mucho tiempo, y llegué a tu casa millones de veces después de que te acostabas con minitas. Conozco tu cara de satisfecho por el sexo. Aunque esa es nueva. Esa cara de pelotudo...

- ¡Cálmate, Hermione! – bufó – Espera aquí.

Harry se fue unos segundos y regresó con una pelirroja, vestida como siempre, luego de tener sexo con él, con una de sus camisas y sus bragas.

- Ustedes dos ya hablaron conmigo sobre todo lo que quisieron. Ahora es mi turno, Ginny. Así que más te vale estar callada. Hace semanas que no nos hablamos, te entiendo, estás dolida. Pero que todo el hospital lo sepa antes que yo, me duele. Y tú, Harry, pensé que no tenías rencor, pero veo que me lo ocultaste.

- ¿Puedes decir de qué demonios estás hablando, Hermione? – pidió Ginevra, algo enojada.

- ¡No te hagas la idiota! ¡De tu embarazo! – le gritó la castaña.

Harry se quedó parado en seco y observó a la pelirroja, absorto. Ginny estaba más que sorprendida.

- ¿Acaso Lydia y Haleh hablaron acerca de los estudios?

- Tú se los habrás dado a ellas, pero así funcionan las cosas del hospital. Tú se lo das a alguien, y va pasando de mano en mano, hasta alguien que pueda llevarlo al laboratorio y examinarlo. En este caso, pasó a Susan, a Anna, quien finalmente le contó a Carter, a quien se le escapó frente a Lucy. Ella me lo contó a mí. Y por lo que sé, no son los únicos que saben. Escuche, en el pasillo, antes de irme, a Mark y Doug, diciendo que debían hablar contigo acerca de la rotación en Cuidados Intensivos, que es peligrosa para una embarazada.

- ¡Oh, mi dios! – bramó ella – Todo me pasa a mí.

- Ginny – susurró Potter - ¿Tú estás embarazada? Yo creí que... te cuidabas.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora