Ella le sonrió, tranquilizadora.
- Estaba tan feliz. Luego de dos días internada en el hospital, íbamos a vernos más de una hora seguida. Te había preparado un pastel para que tomemos el desayuno juntos – le susurró, con la mirada fija en sus ojos – Entonces... Fue cuando sentí un golpe en la cabeza. Fue seco y me golpeó la nuca. Quedé inconsciente, creo, ya que no recuerdo nada. Cuando volví a despertar, estaba todo oscuro. Me vendaron los ojos, me amordazaron y me ataron manos y piernas. Me tenían arrodillada en un piso de madera.
- ¿Cuántas personas eran? – preguntó tranquilizador. Él necesitaba saber la mayor cantidad de cosas posibles. Era su deber. Él debía contenerla, pero antes necesitaba escuchar lo que había vivido su Hermione.
- Cuatro. Bueno, en realidad yo tuve contacto con cuatro nada más. Había dos hombres. Ellos fueron los que me atraparon, creo. Siempre estaban en la misma habitación que yo y me custodiaban. Los reconocía porque ellos dos eran los que me pegaban, nada más. Y tenían olor a cigarro y cerveza, y se expandía por toda la sala. Era asqueroso...
- ¿Quién más, cielo?
- Bueno, cuando desperté nuevamente, apareció una mujer. Generalmente le gustaba reírse y burlarse de cómo me lastimaban. Su voz era chillona, y creo que era la mujer de uno de ellos, y la cuñada del otro. Eran cuidadosos, no decían sus nombres.
- ¿Entonces...?
- Me tuvieron allí un tiempo, hasta que los llamaron por el tema del rescate y hablé contigo. Mientras la mujer se fue a llamarlos, apareció otro muchacho. Era joven, y no fumaba ni tomaba como un desquiciado. Él se acercó – carraspeó y emitió un sollozo – y me besó en los labios.
Ron se sorprendió y sobresaltó, pero dejaría que ella continuara su relato.
- En un principio, odiaba a ese hombre, porque se aprovechó de mí en una situación de debilidad. Pero intenté comprenderlo: quizás le parecía atractiva, y era su forma de entretenerse. Hasta que comprendí que no me había besado de manera asquerosa ni mucho menos. Lo hizo como si de veras quisiera hacerlo...
- ¿Y qué sucedió luego?
- Hablé contigo, y aquellos hermanos siguieron maltratándome. Existieron cinco minutos, quizás menos, en los que quedé completamente sola. Y... enseguida apareció la mujer con el muchacho joven. Los dos hombres mayores estaban detrás. Podía escuchar sus pasos arrastrados cerca del umbral de la puerta, Ron, lo juro... - él le acomodo el cabello. Lágrimas reales comenzaron a recorrer la mejilla de la castaña.
- Vamos, cariño. Tú puedes. Llegaste hasta aquí...
- Y la mujer incitaba al menor para hacer algo. Yo creí que él era alguno de esos cadetes en entrenamiento, y que lo haría golpearme. Pero se arrodilló enfrente mío y me acarició la mejilla, tembloroso, Ron.
Hermione tomó la mano de Ronald que la rodeaba entre sus dedos y los posó en su mejilla. Haría que Ron viviera aquel recorrido tortuoso para ella... Pero esta vez sería diferente. Él no era aquel secuestrador, era su pelirrojo. Probablemente el hombre al que más quería en el mundo.
- Y comenzó a bajar hacia mi esternón, hasta llegar la línea de mis pechos – dibujó el recorrido – Con la yema de sus dedos recorrió el contorno de mis senos, y luego... - respingó su nariz – lo repitió por debajo de la camiseta.
Granger rompió en llanto y se aferró a su pareja, quien seguía estupefacta. Apretando sus puños, se prometió a sí mismo no dejarla a ella en esas condiciones, pero estaba seguro que si llegaba a ver a ese maldito en la calle... Haría justicia con sus propias manos y le valía mierda que lo metiera en la cárcel.
ESTÁS LEYENDO
Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...