Ginny se había levantado y dado una ducha en aquel sábado. Luego de ponerse un jean y una remera informal, tomó su cartera y se dirigió manejando hasta la nueva casa de sus hermanos gemelos.
La misma quedaba a media hora de Londres, en una zona residencial. Se habían mudado hace poco, teniendo en cuenta que ahora cada uno -vivía con su novia. Pero así y todo, no se separaban. Las casas eran tipo dúplex idénticas, como ellos, y estaban conectadas en un precioso jardín. Era la primera vez que Ginny la visitaría.
Se estacionó a las doce menos cuarto del mediodía en el espacio de garaje de la casa, y tocó bocina para notificar su llegada. Corrió hacia el precioso jardín, y allí, sentadas en unas reposeras se encontraban Katie y Angelina, las novias de sus hermanos. Les dirigió una sonrisa.
Abrazó a cada una de sus cuñadas que la saludaron efusivamente.
- ¿Mis hermanos? – preguntó tomando un sorbo de la limonada que Angelina le ofrecía.
- Por allá. En el asador, haciendo la barbacoa – sentenció Katie, la novia de Fred.
- O intentando hacerla, mejor dicho – repuso Angelina. La pelirroja se dirigió a encontrarse con sus hermanos.
- ¡Mira quien ha aparecido a horario después de desaparecer ayer! – gritó Fred, irónico.
- No puedo creer que Ron se los haya contado – rodeó los ojos la pelirroja.
- ¿A nosotros solos? – cuestionaron los gemelos a la vez – Lo hicieron también con Bill, con Percy, además de con Charlie, con mamá, con papá, la tía Muriel, Luna y el santo obispo – iban nombrando cada uno de los pelirrojos alternadamente.
- Es un idiota – se molestó – Buscaban que hiciera algo productivo de mi vida, y cuando lo hago, resulta ser que soy una irresponsable.
- No es así, hermanita. Ron se preocupó. Tú estás a su cargo.
- ¡No tengo quince años, soy mayor! No estoy a cargo de nadie...
- Lo sé. Pero siempre serás nuestra pequeña hermanita enojona que nos hace la vida imposible – concretó George – Llamó a todos los compañeros de trabajo que conoce. Incluso a Harry... ¿Te habíamos dicho que jugamos al fútbol con él?
- No – espetó, algo confundida – Pero Harry fue la llamada que atendí. Cuando tomé el teléfono justo él estaba llamando.
- Y por lo que tengo entendido, esta noche saldrás con él...
- No saldré con él, Fred. Es un coctel de beneficencia. A él no le gusta tener citas, por eso le pide a sus secretarias que lo acompañen.
- Seré su secretaria si me lleva a ese tipo de lugares. Será en el hotel más prestigioso de Londres... Los empresarios y celebridades más reconocidas del ámbito estarán allí, donando dinero para la lucha contra el cáncer.
- ¿Lucha contra el cáncer? – cuestionó Ginny, absorta.
- ¿Acaso Harry no te dijo para que era la causa? – cuestionó George, girando un pedazo de carne – Habrá celebridades de todo tipo. Serás afortunada. Si llegas a ver a Jennifer López, solo pídele que se case conmigo.
- No creo que a tu novia le guste la idea – exclamó una voz dulce, pero enojada por detrás.
- ¡Era una broma, Angie! – intentó arreglarlo Fred – Sabes que mi hermano te ama solo a ti... - dijo con una deslumbrante sonrisa.
- Ya estará la comida – comunicó el otro pelirrojo.
Luego de una larga y tendida comida y charla con sus hermanos, a dar las tres de la tarde, la pelirroja tomó su auto y se dirigió a la casa de Hermione, hasta la cual tenía algo así como media hora de viaje. Su reproductor de música hacía sonar Karma Chameleon de Culture club. A pesar de ser una canción vieja, a ella siempre la relajaba cuando viajaba.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...