La tarde del sábado había sido la más atípica de todas las que había vivido la pelirroja. En el mediodía, ella se había encontrado con Harry. Con su novio... y con el hijo de él.
Potter había decidido que era hora de que el pequeño Jason conociera a la mujer con la que él pasaba el tiempo, y como todo niño estaba ávido de respuestas.
- Y... ¿Cómo se conocieron? – preguntó el muchacho.
- En el colegio – respondió Harry con una media sonrisa – Yo era compañero de su hermano. Ella era muy amiga de Hermione, ¿la recuerdas? La doctora que te presenté la otra vez... - Jason asintió.
- Pero luego, empezamos a trabajar juntos – completó la pelirroja.
- ¿Y tú qué haces? Harry es el dueño de ese lugar tan inmenso al que fuimos con mamá... ¿tú? – inquirió.
- Yo soy doctora, también. Pero ahora estoy ayudando a tu papá en ese lugar inmenso...
- Ah – se detuvo unos segundos pensando - ¿Y trabajas en un hospital como los doctores? – ella asintió – Genial.
Harry estaba más que encantado con la fluida relación que tenían el pequeño con Ginevra, y claro que le dolía que su hijo no lo llamara papá, pero podía comprender que pasaron muchos años en los que él fue un desconocido. Por otra parte, agradecía a dios, a la vida y a Ron por hacer que esa grandiosa mujer empezara a trabajar para él. No podía imaginar que hubiera hecho si el niño hubiera aparecido y ella no estaba para ayudarlo. Ella sí sabía cómo tratar niños, a diferencia de él que recibía regaños de su ahijado por ser demasiado aburrido en cuanto a sus juegos.
- ¿Tú vas a la escuela primaria, verdad? – preguntó Ginny.
- A primer grado – notificó el niño sonriente – Y el año siguiente iré a segundo. Y mi señorita tendrá el cabello rojo como tú.
- ¿De veras me lo dices? – sonrió Weasley, asombrada.
- Sí. Y por lo que me dijo Harry, es su mamá. ¿Por qué la mamá de Harry y tú tienen el mismo color de cabello?
- Porque es bonito ¿no lo crees? – bromeó ella con una media sonrisa.
- A mí me gusta más. No conozco a nadie con ese color. Es raro... Pero bonito.
- Gracias – sonrió encantadora Ginevra. Harry sonrió embobado ante esa escena. Se acercó con un cuenco de cereales para el pequeño, y un café para la pelirroja – Gracias a ti, cielo. Nos atiendes como a la realeza. ¿La señora Jokins sigue de compras? – Harry asintió - ¿Y Sawyer? ¿Sigue al teléfono?
- Está hablando por Handy con los chicos. Hoy está ese coctel que organiza Hogwarts anterior a las fiestas, y debemos ir. Pero así y todo, no estaremos desprotegidos. Sawyer, Juliet, Ana Lucía y Jack irán de seguro, porque nosotros, mis padres, Remus, Dora, tu hermano y Hermione, estamos todos invitados. Kate no lo sé. Sirius irá, pero no creo que quiera dejar a Emmeline sin protección, y más cuando estará Teddy en Grimmauld Place, para que lo cuide Drómeda.
- Tienes razón – la cara de preocupación de la pelirroja volvió a desaparecer para dirigirle una sonrisa al pequeño Jason.
- Cho está subiendo por el ascensor – advirtió Harry, pero ni la pelirroja ni el niño parecieron escucharla, ya que reían a carcajadas ante lo que veían en el televisor.
Pero todo cambió cuando una muchacha de ojos rasgados cruzó el marco del elevador, y con una voz muy prepotente inquirió:
- Hola, Jason, cielo – y eso bastó para que el niño corriera hacia los brazos de su madre a abrazarla. Ella parecía bastante enojada.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomansaUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...