Cinco años después...
El mediodía apareció en una Londres completamente diferente. Emmeline Vance bajó por el ascensor de la empresa Marauders con su siempre perfecta cabellera, sus ojos verdes y su hermoso estilo invernal: Un jean oscuro, una camisa blanca, un tapado rojo y unas botas negras. Además, una hermosa cartera de Louis Vuitton que había sido algún regalo de Sirius. Se topó con Marlene, su rubia amiga y confidente, que preciosa como siempre, con un vestido azul petróleo ceñido al cuerpo, se colocaba su tapado gris y topaba su cartera negra.
- ¿Ya es hora? – le preguntó. La castaña asintió.
- ¿Quieres que busque a Mina en el jardín y la traiga aquí?
- Eso sería asombroso, Emme. Gracias.
- Gracias a ti, Mar, por hacerte cargo de la empresa hoy.
- Me encantaría estar contigo hoy, pero sé que el fuerte me necesita más.
La castaña se dirigió hacia el estacionamiento, y tomó su automóvil y comenzó a manejar hasta el jardín y la primaria que tenían convenio con Hogwarts, su escuela. Primero, pasó por el preescolar, donde la pequeña Mina Weasley corrió al verla.
- ¡Tía Emmeline! ¡Tía Emmeline!
Mina ya tenía cinco años. Era preciosa. Tenía el cabello en un rubio rojizo precioso, con pequeños bucles, y los ojos azules, resplandecientes.
- Hola, preciosa. ¿Cómo has estado?
- Bien. ¿Mi mami te envió a buscarme hoy?
- Sí, yo tengo que buscar a tu prima, todavía. Mamá no pudo venir porque tiene que hacerse cargo del trabajo. Ahora te llevaré con ella.
Tomó la mano de la pequeña luego de colgarle su mochila y caminó hasta la esquina, donde se encontraba la puerta de la primaria. Cruzó la misma y se dirigió hasta primer grado. Allí, ingresó al aula y vio que todavía faltaban seis niños por retirarse. Su hija, al verla, se paró de un brinco y la abrazó.
Giennah era preciosa. Era una pequeña de cabello negro como la noche y ojos grises. Idéntica a Sirius, completamente, pero con el cabello lacio y con la nariz de su madre.
- ¿Cómo te fue hoy, princesa? – la niña, con su uniforme de pollera de tablas y medias grises, remera blanca con el escudo de la institución y zapatos negros de abrojo, comenzó a contar su día.
Emmeline saludó a la maestra, tomó la mochila, y agarrando la mano de ambas niñas se dirigió hacia el automóvil. Su teléfono comenzó a sonar de manera alborotada y lo atendió.
- Emmeline Black. – Hace mucho tiempo no utilizaba su apellido de soltera, simplemente porque era mucho más fácil que se la asociara con su marido y su hija de esa manera.
- Soy yo, Emme, Ginny. ¿Llegarás para las dos? – preguntó – No te vi por el jardín cuando fui a retirar a James.
- Se me hizo tarde. Tuve que pasar por Mina y también por Gi. Estoy llevando a Mina a Marauders, luego tengo que comer algo y cambiar a Giennah. Pero estaremos allí, tranquila. ¿Harry y Ron?
- Ron está con toda la mierda legal. Harry está con Sirius ahora. Tranquila, Emme. Todo saldrá bien. Te quiero.
- Y yo a ti.
Cortó la comunicación y aparcó en la puerta de Marauders. Bajó con las dos pequeñas y corrió hacia la recepción. Romilda Vane la rebajaba con la mirada.
- Hola, mi cielo – abrazó a su hija - ¿Qué tienes ganas de comer?
- Ehm... Una cajita feliz de McDonald's, mamá.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...