Capítulo 8: Miles away

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Ginevra quedó boquiabierta. Casi tanto como su hermano al despertar por el sonido del celular, que no era el de él, si no el de Hermione.

El sonido retumbaba justo en el piso, cercano a un jean de un azul claro, y de la cama.

- No lo puedo creer – las lágrimas brotaron de sus ojos exageradamente por lo que se trataba, y Hermione despertó al tiempo justo para verla.

La castaña se sentó en la cama y rápidamente se tapó con las sábanas blancas y miró a su amiga.

- Ginny, yo... nosotros – intentó decir Hermione, en vano.

- ¡¡Es patético!! ¡¡Son patéticos, eso son ustedes!! Por dios, ¡Te consideraba mi mejor amiga, Hermione! ¡Y mientras yo estaba afuera te metiste en la cama de mi hermano! Confíe todo en ti. ¡Siempre supiste cuanto me molestan las minas que andan con cualquiera de mis hermanos y así y todo te cagaste en mí y en todo este mes en el que nos volvimos más cercanas que cuando estábamos en la preparatoria!

- Con quien estoy no es asunto tuyo, Ginevra – replicó Ron.

- Ay, claro. Pero con quien yo estoy, si es asunto tuyo, Ronald. No me molesta que estén juntos, claro que no... ¡Una de mis mejores amigas con mi hermano es mi sueño hecho realidad! Pero, ¿Ocultármelo? ¿Con qué fin? ¿Creían que no me iba a enterar? ¿Qué soy tan estúpida?

- Ginny – sentenció la castaña y la miró – Nosotros queríamos probar que duraríamos antes de darte ilusiones a ti con la relación. Lo mismo pasó con Harry.

- ¡¿Harry tampoco lo sabe?! – exclamó en un grito ahogado – Quiero creer que esto fue un impulso del momento, que te habías olvidado de algo cuando te fuiste antes de que yo me vaya al coctel, y fue impulsivo...

- Hace dos semanas nos estuvimos viendo de otra manera. Y la llamé cuando te fuiste para invitarla a cenar – dijo Ron, como si lo estuvieran regañando.

- ¡Son una mierda! ¡Eso son! ¡Yo confío todo, en ti, Hermione! ¡Te pregunté quién era el muchacho que te estaba trayendo loca! ¿Y no tuviste la sutileza de decirme que era mi hermano? Váyanse al demonio – la pelirroja se dio media vuelta y se fue de la habitación, proporcionando un portazo.

Ron se paró de golpe de la cama, y tomando la sábana, se la enroscó en su cintura, y corrió atrás de su hermana. La conocía, más de la cuenta. Hermione seguía perpleja. Tomó el celular, recordando que eso la había despertado más que los gritos de la pelirroja.

Una llamada perdida de Ginny. Un mensaje nuevo.

Harry me besó. De: Ginny Weasley.

Mierda. No podía ser. La pelirroja había confiado en ella algo así, sabiendo que ella era la mejor amiga del azabache, cuando la situación apenas se acercó a un beso, siendo que Ginny era de ir más a lo concreto (por no decir, a la cama de alguien). Se maldijo a sí misma cinco veces, mientras tomaba sus bragas y la remera del pelirrojo, para correr ella también a la habitación de su amiga.

Al llegar a la habitación, Ronald divisó como su hermana metía ropa sin parar en un bolso de viaje. Sus ojos se abrieron como platos.

- ¿Qué piensas que haces, Ginevra? – le gritó.

- Me voy al demonio, Ronald. Eso hago. Cuando llegué aquí me hiciste jurar que no traería muchachos a la casa. ¡¡Lo hice!! ¡Nunca traje a ningún hombre en un mes! ¡Pero tú si puedes! ¡Y encima traer a mi amiga, sin avisarme que cuando llegara lo más probable era que me enterara que te encamaste con ella!

- ¡Hermione es mi amiga también!

- Aish, Ron... ¡Los amigos no se revuelcan con otros! ¿No aprendiste nada de eso?

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora