Capítulo 34: Todo sigue igual

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La familia Black, junto a Emmeline, llegaron a la mansión.

- Puedo sola, Sirius. Gracias – espetó la castaña mientras caminaba con dificultad debido al dolor causado por los tacones y bailar toda la noche.

- Déjame que te cargue hasta tu recamara, por lo menos.

- No – negó rotundamente ella – Iré a recostarme. Estoy cansada – le dio un beso en la mejilla y luego saludó con la mano al resto – Hasta mañana.

- Deberías dejarla respirar un poco – sugirió Kate – O se dará cuenta de que estás desquiciado por ella.

- No estoy desquiciado por ella, Kate.

- Todos te lo dijimos, Sirius – admitió Andrómeda, observando sonriente a su primo – Deberías haber visto lo fácil que era enamorarse de una mujer tan llena de vitalidad como Emmeline. Yo me iré a acostar también.

Pronto, el matrimonio Tonks, como el matrimonio Pace (Charlie y Claire con el bebé) y Kate, se fueron a dormir también. Sirius se quedó un momento sentado en el living, pensando.

No sabía que estaba mal con todas las personas que lo rodeaban, pero todos tendían a casarse. Y todas las mujeres a su alrededor quedaban embarazadas. Era como si la madre naturaleza intentara mostrarle lo que ocurría con su vida, como cambiaría y cuál era la raíz de su cambio.

Todavía podía ver con claridad cuando se encontraba en la secundaria con Remus y James, y estaba completamente seguro de que no se casaría ni tendría hijos nunca. Y ellos también lo creían. Pero, cuando James se enamoró de Lily, se casaron y tuvieron a Harry, todo cambió. Y para empeorar, después Remus conoció a Dora, y la historia se repitió teniendo a Teddy. Quizás él no era tan tradicional. Él primero conoció a millones de mujeres, y tendría que haber previsto que alguna vez le saldría el tiro por la culata y alguna quedaría embarazada. Tenía suerte de que esa una había sido una mujer tan maravillosa como Emmeline.

Dentro de su cabeza se estaba dando una encrucijada que no podía resolver: Él tendría un bebé, y era bastante consciente de ello. El bebé llegaría tarde o temprano, y se encontraría con una situación familiar bastante confusa que consistía en sus dos padres viviendo bajo el mismo techo pero no tenían una relación. Y, tarde o temprano, Emmeline querría conocer algún muchacho, salir, volver a tener citas. Antes era una suposición, ahora lo sabía: No lo toleraría. Y lo que más lo aterró fue saber que la encrucijada no pasaba por su cabeza, y tampoco los sentimientos eran tan confusos: Todo estaba en su corazón y él amaba a Emmeline y a su hijo. Pero no la amaba a ella como madre de su hijo, si no como a una mujer. Como a una grandiosa mujer. Sabía lo que quería, pero sabía lo que una persona era capaz de hacer por la persona que amaba.

Lo había escuchado demasiadas veces, pero siempre le había parecido una estupidez resignarse de una persona porque era lo mejor. Pero ahora entendía porque las personas lo hacían: porque les nacía de adentro su instinto protector. Él no merecía a Emmeline y lo sabía. Ella merecía toda la felicidad posible, y él no se la podría dar porque era un maldito patán.

Cuando terminó de repensar todo lo que seguía ocurriendo en su vida, subió las escaleras para irse a acostar. Cuando pasó por la habitación de Emmeline, notó que la luz de noche estaba encendida y se escuchaban los pasos de la castaña. Tocó dos veces la puerta para ver que ocurría.

- ¿Quién es? – preguntó una voz irritada desde el otro lado de la puerta.

- Soy yo, Sirius – abrió la puerta apenas, solo lo suficiente para entrar - ¿Sucede algo?

- Esta barriga del demonio, eso sucede. Ya no me entran mis pantalones – comenzó a angustiarse – y cuando me acosté para dormir, no pude. No encuentro posición en la que esté cómoda... ¡Duermo boca abajo, Sirius! ¡Y es imposible! Tengo sueño y me pongo de muy mal humor cuando estoy cansada... Pero acomodé las almohadas de todas las maneras posibles, y así y todo no me puedo dormir... Ve a acostarte, Sirius, buscaré la manera de dormir aunque sea sentada...

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora