Capítulo 27: Cuidándote

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Al pasar la medianoche, a las prácticamente dos de la madrugada, todos optaron por regresar a sus hogares. Sawyer tenía el automóvil preparado para que ingresen Harry y Ginny. Al ver a Jin-Soo, el guardia de Luna, llegar con su automóvil y custodiar a la pareja platinada, James Ford lo saludó con una sonrisa.

- Sawyer – lo llamó Harry cuando él se subió en la parte delantera del Audi A5 de Potter, mientras Ginny y él lo hacían en los asientos de atrás - ¿Tú sabías que vendría la señorita Lovegood con el señor Scamander?

- Sí – admitió él – Sun me llamó esta tarde para comentarlo. Señor Potter, usted confía en mí la seguridad de su familia y amigos. No dejaría nada librado al azar. Mi equipo y yo, gracias a dios, tenemos una excelente comunicación.

- ¿A mis padres quien se los llevaba?

- Kate Austen los llevará a todos a Grimmauld Place. Allí está Cortez, y ella los acompañará, como es su trabajo, hasta su casa en el Valle de Godric.

- Gracias, Sawyer.

- Es mi trabajo, señor – y el auto se puso en marcha, camino al pent-house de Harry James Potter.

En la escalinata, ya no había periodistas. Pero el frío de la madrugada golpeaba directo a los hombros desnudos de todas las mujeres con sus vestidos. Emmeline Vance y Nymphadora Lupin sonreían como nunca.

- Vámonos, Dora. Recuerda que debemos pasar por Teddy... - inquirió Remus, pero la mujer no parecía estar dispuesta a separarse de Emmeline.

- Nunca me divertí tanto como hoy – sonrió Tonks - ¡No puedo creer que vi a las brujas de Macbeth! – bramó.

- Yo igual. Es la primera vez que las veo en vivo – dijo Emmeline, sobreexcitada.

- Remus y yo fuimos a un concierto en nuestra segunda cita. Él me llevó tras bastidores. Fue la mejor experiencia de mi vida – sonrió – Pero en esos momentos, el bajista y el guitarrista rítmico no eran los de ahora. Cambiaron. Pasamos una gran noche, Emme. Y estoy feliz de que vayas a ser parte de mi familia.

La castaña no pudo hacer más que sonreír, mientras se frotaba los hombros a causa del frío, cosa de la que Sirius se percató.

- ¿Tienes frío, Emme? – ella realizó una mueca indescifrable – Toma mi saco.

- No, Sirius. El frío existe para todos – intentó poner una barrera entre ellos, que Black traspasó sin pedir permiso, quitándose el saco del esmoquin, y poniéndolo sobre los hombros de la castaña. El interior del saco era de pana por lo cual era muy abrigado.

- Vamos, Emme. No te vas a poner en idiota hoy – sonrió él, de costado, tan seductoramente como siempre – Súbete al auto. Remus, nos vemos en Grimmauld Place.

- No sé qué le hiciste a mi tío – concluyó Nymphadora, mientras abrazaba a la castaña – Pero me alegro que lo hayas hecho.

Ambos merodeadores se subieron con las mujeres a sus respectivos autos. Mientras que Hermione Granger se despedía de sus colegas del hospital.

- Por desgracia de dios, mañana volverá a ser la jefa de residentes más exigente de la historia – espetó el pediatra – "¡Doug, controla a tu residente! ¿O también tengo que hacerlo yo?" – intentó imitarla. Todos lo encontraron divertido, menos Ron.

- Ey, Weasley – lo llamó Mark Greene, sonriente - ¿Qué ocurre?

Ron negó, con una media sonrisa, y todos entendieron como excusa que estaba cansado, menos Hermione. Se despidieron una vez más de los doctores de St. Mungo y se subieron a la parte trasera del automóvil de Ron, que esta vez era manejado por Juliet Burke, la pediatra investigadora que los custodiaba.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora