Capítulo 10: Propuesta indecente

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Una nueva semana laboral comenzaba para los trabajadores de Marauders. La cuarta para la pelirroja. Se despertó en la casa de Emmeline, y se bañó rápidamente. Lo hizo con tiempo, de manera que, cuando la castaña fue a ducharse, ella ya preparaba el desayuno.

Ginevra optó por una blusa negra suelta y una pollera tiro alto blanca, con medias pantis oscuras por el frío, junto a unas botas negras de taco ancho. Por encima, un bléiser floral estampado. Se maquilló y tomó su cartera para dejarla en un costado, cerca de la puerta.

Emmeline optó por un pantalón oxford color beige, una blusa blanca y un bléiser marrón haciendo juego. Unos zapatos color blanco, realmente altos, maquillaje, cartera y una sonrisa. Ginny le ofreció un café y algunas tostadas con una sonrisa.

Ambas se subieron al automóvil de la treintañera y se dirigieron a Marauders. Para Harry era una sorpresa que Ginny llegara menos cinco, justo junto a él. Le sonrió a Emmeline al verla en Recepción.

- Buenos días, chicas – les dirigió un cordial saludo. Romilda Vane, desde su asiento detrás del mostrador, no estaba demasiado contenta – Emme, ocho y media en mi oficina ¿te parece?

- Me parece perfecto – sentenció con una sonrisa – aunque hoy pasaré el día con Ginny. O eso creo – alzó la mirada suspicaz y Ginny negó con la cabeza.

- Ginny, ¿subimos? – preguntó el azabache, con su voz tremenda de seductor empedernido. Pero lejos de flaquearle las piernas, la pelirroja caminó frente a él, seguida de Emmeline. Y para desgracia de ésta última, Sirius Black subió al elevador segundos antes de que la puerta se cerrase.

- Buenos días – espetó con aquella voz cargada de intriga y seducción – Ahijado – inclinó su cabeza saludando a Potter – Señoritas.

- Black – dijeron las dos muchachas al unísono. Él solo arqueó la ceja. Todos subieron hasta el noveno piso. Bajaron y Black, sin esperar demasiado, caminó a la oficina de su ahijado. Emmeline se sentó detrás del mostrador.

- Ginny, cariño, ¿podrás traernos dos cafés? Para mí y Sirius, si no te molesta.

- Claro que sí – aceptó ella y se dispuso a prepararlos, mientras Harry se perdía en su oficina, Emmeline daba vueltas con la silla ejecutiva.

- Voy a pedir que nos den de estas en Recursos Humanos – inquirió la castaña.

- ¿Cómo pasaste la noche? – le preguntó la pelirroja.

- Ay, cariño. Dormí excelente. Pero estoy agotada... ¿Viste que dicen que cuanto más tiempo duermes, más cansada te levantas? ¡Es una realidad!

Ginevra se negó, mientras con la bandeja, les llevaba los cafés a los dos muchachos.

- Gracias, Ginny – dijo Potter cuando la muchacha dejó la bebida, para luego abandonarlos en la inminente charla que se avecinaba – Ya te dije que a las ocho y media tengo una reunión con Emmeline.

- Lo sé. Pero me podré quedar con la pelirroja y conocerla mejor ¿no crees? – arqueó una ceja, suspicaz.

- Cállate, Sirius – le espetó el azabache. El pelilargo se limitó a lanzar una carcajada – Tuve sexo con ella el fin de semana.

- ¡Guau! – gritó Sirius, con una sonrisa traviesa - ¡Te felicito, ahijado! ¿Y es todo lo que promete ser detrás de las sábanas?

- Es... excelente – le comentó él con una sonrisa – Nunca estuve con una mina que de veras tomara la iniciativa. Y no sabes cómo lo hizo...

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora