Capítulo 11: Fallin' for ya

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Hacía diez minutos había finalizado su parcial. La pelirroja caminaba fuera del aula, de un lado a otro, mientras que observaba a su mejor amiga, Luna Lovegood, jugueteando con su rubio cabello enrulado, despreocupada.

Emmeline le mandaba mensajes a su celular cada cinco minutos para chequear como le había ido, mientras ella los ignoraba porque le urgía saber cuál era el resultado antes de responder cualquier cosa.

Su profesor, el doctor Robert Romano, la esperaba paciente, con su examen en mano. La llamó con voz firme y la pelirroja ingresó antes que su amiga. Se sentó enfrentando al hombre de mediana edad, que solamente tenía cabello en sus costados, completamente calvo en el centro de su cabeza. Una barba formalmente arreglada, vestido formalmente con una bata de médico por encima.

- Buenas noches, señorita Weasley.

- Buenas noches, profesor Romano – le sonrió ella.

- Déjeme decirle que su examen fue excelente. Un noventa y seis sobre cien. Debo admitir que, de quererlo, será una gran cirujana. Una gran colega, debo reconocer.

- Muchísimas gracias, doctor – por dentro, la pelirroja saltaba de alegría.

- Ahora hablemos acerca de la residencia que hará – tomó el legajo de Ginevra Weasley, y hojeó algunas páginas – Hace unos días decidió comenzar por la residencia de Urgencias ¿cierto? – ella asintió - ¿Y piensa en seguir con la de Cirugía? – volvió a asentir – No comprendo cómo todos se inclinan a esa residencia primero. Hace unos días, un gran alumno mío, optó dejar la residencia de Cirugía para continuar en Urgencias. Aunque debo reconocerlo, su primera rotación fue en aquella especialidad... Quizás lo conozca, el doctor John Carter.

- Tuve la oportunidad de conocerlo – sonrió – Un excelente colega.

- Concuerdo con usted, señorita Weasley. Así y todo, me desilusionó. Era excelente, tenía todas las capacidades para ser un excelente cirujano. Pero... Puede permitirme cuestionarle... ¿Por qué Urgencias?

- Tuve la oportunidad de colaborar en una urgencia y, me di cuenta que es lo que realmente quiero. Al menos por el momento.

- Perfecto – sonrió el doctor – De manera que, por lo que tengo entendido, empezará con sus rotaciones para poder rendir los finales en diciembre ¿cierto?

- Exacto, profesor – estaba más que nerviosa. Le asignarían un hospital, una rotación para comenzar y luego, iría a pasar la noche con Potter.

- Excelente, señorita Weasley. Excelente – repitió sonriendo – Tiene mucha suerte. Han pedido explícitamente que usted trabajara en el hospital St. Mungo. La directora y cabeza del hospital, Nymphadora Tonks, la ha pedido a usted. Según lo que tengo entendido, trabaja para su sobrino ¿cierto? El señor Potter – ella asintió. Si su profesor tan solo supiera que no solo trabaja para el azabache... - ¿Su horario de disponibilidad?

- Termino a las cinco de la tarde, exagerando, profesor. Quizás salgo más temprano.

- ¿Qué le parece de seis a ocho? Ese horario estará más que bien, para trabajar en el hospital. Una semana por rotación. Empezarás con Cirugía. Está en el segundo piso, y la doctora Elizabeth Corday y el doctor Peter Benton la ayudarán. La doctora Granger será referente para usted, porque es la jefa de residentes. Ella sabe guiar a los nuevos. Me encontrará de vez en cuando en Cirugía ya que soy el encargado en general. No la retengo más, señorita Weasley. Muchas felicidades, y el lunes a las seis de la tarde, en el hospital St. Mungo – Ginevra estrechó la mano del doctor y se retiró de la habitación.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora