Capítulo 30: Tiempo

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El tiempo pasó rápido, y el dos de enero apareció, como quien no quiere la cosa. Temprano en la mañana, Ginny y Harry despertaron en Grimmauld Place, luego del feriado del comienzo de año.

Ambos se ducharon, juntos como acostumbraban, y quizás algo más. Harry se calzó su traje gris de pana con una camisa blanca y sus hermosos zapatos, negros y lustrados por la señora Jokins. Ginny, en cambio, llevaba un jean oscuro y una blusa de seda fría, color celeste. Además, llevaba unos zapatos con plataforma, hermosos pero acordes a la situación, color marrón. Arriba de ello, un tapado de polar combinando con sus sandalias, y una cartera blanca.

Cuando terminaron, bajaron a desayunar la comida preparada por la señora Jokins y al terminar, se dirigieron junto a Sawyer hacia el nuevo Audi de Harry: había cambiado el diseño anterior por uno más seguro, de cuatro puertas, luego de todo lo acontecido.

Harry y Ginny subieron atrás, y Sawyer fue el encargado de manejar.

- ¿Nerviosa? – preguntó él con una sonrisa, tomando sus manos, tranquilizador.

- Que no te das una idea – la pelirroja mordió su labio – Pero sé que todo irá bien. O eso espero.

- Eres excelente en todo lo que te propones, cielo. Podrás con esto.

El automóvil se estacionó en la entrada de Marauders' Company y el azabache abrió la puerta, no sin antes darle un cauto beso en los labios a su pelirroja preferida.

- Rómpete una pierna.

- Eso se desea en el teatro, no en Urgencias – él volvió a besarla.

- Nos vemos durante el almuerzo. Sawyer te traerá aquí ¿de acuerdo? Te amo.

- Y yo a ti.

Harry caminó con su portafolio y paso firme hacia la entrada de Recepción, donde estaban Emmeline y Marlene, hablando, como siempre.

- Se siente tan raro verte llegar sin Ginny – y Potter pudo escuchar un leve sollozo de Emme, como si el embarazo y las hormonas estuvieran revolucionándola.

- Buenos días, Harry – convino Marlene - ¿Cómo está la pelirroja?

- Bien, nerviosa, pero feliz de empezar a trabajar de lo que realmente le gusta... ¿Hannah?

- Arriba, hace diez minutos – informó la rubia platinada.

- Si algo no voy a extrañar de Ginny, es la impuntualidad – bromeó el azabache – Que tengan buenos días.

Harry caminó hacia el elevador, donde como siempre, se encontró con su padrino, quien seguramente habría estacionado su automóvil en el subsuelo, dejando a Emmeline en la puerta antes para que pudiera chismorrear con Marlene.

- Hola, Canuto – el pelilargo respondió el saludo - ¿Es cierto que saldrás con la administrativa de mi empresa, Alison McAlister?

- Cien por ciento cierto – suspiró, con las manos en sus bolsillos.

- Extrañaba tanto estas charlas de ascensor donde siempre era la misma historia. La última que tuvimos fue... Fue cuando me enteré que habías... - no se atrevió a seguir.

- Salido con Emmeline, pues sí – suspiró – Gracias a ella estoy envuelto en esto. Ella me concertó la cita con esa tal Alison. Está muy entusiasmada con la idea de que salga de nuevo con mujeres.

- ¿Y tú? ¿Qué sucede?

- No estoy muy seguro respecto a dejar a Emmeline, con Drómeda, Ted, Claire y Aaron, solamente con Charlie y Kate.

Para vestir santos (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora