El tiempo pasó rápido, y el dos de enero apareció, como quien no quiere la cosa. Temprano en la mañana, Ginny y Harry despertaron en Grimmauld Place, luego del feriado del comienzo de año.
Ambos se ducharon, juntos como acostumbraban, y quizás algo más. Harry se calzó su traje gris de pana con una camisa blanca y sus hermosos zapatos, negros y lustrados por la señora Jokins. Ginny, en cambio, llevaba un jean oscuro y una blusa de seda fría, color celeste. Además, llevaba unos zapatos con plataforma, hermosos pero acordes a la situación, color marrón. Arriba de ello, un tapado de polar combinando con sus sandalias, y una cartera blanca.
Cuando terminaron, bajaron a desayunar la comida preparada por la señora Jokins y al terminar, se dirigieron junto a Sawyer hacia el nuevo Audi de Harry: había cambiado el diseño anterior por uno más seguro, de cuatro puertas, luego de todo lo acontecido.
Harry y Ginny subieron atrás, y Sawyer fue el encargado de manejar.
- ¿Nerviosa? – preguntó él con una sonrisa, tomando sus manos, tranquilizador.
- Que no te das una idea – la pelirroja mordió su labio – Pero sé que todo irá bien. O eso espero.
- Eres excelente en todo lo que te propones, cielo. Podrás con esto.
El automóvil se estacionó en la entrada de Marauders' Company y el azabache abrió la puerta, no sin antes darle un cauto beso en los labios a su pelirroja preferida.
- Rómpete una pierna.
- Eso se desea en el teatro, no en Urgencias – él volvió a besarla.
- Nos vemos durante el almuerzo. Sawyer te traerá aquí ¿de acuerdo? Te amo.
- Y yo a ti.
Harry caminó con su portafolio y paso firme hacia la entrada de Recepción, donde estaban Emmeline y Marlene, hablando, como siempre.
- Se siente tan raro verte llegar sin Ginny – y Potter pudo escuchar un leve sollozo de Emme, como si el embarazo y las hormonas estuvieran revolucionándola.
- Buenos días, Harry – convino Marlene - ¿Cómo está la pelirroja?
- Bien, nerviosa, pero feliz de empezar a trabajar de lo que realmente le gusta... ¿Hannah?
- Arriba, hace diez minutos – informó la rubia platinada.
- Si algo no voy a extrañar de Ginny, es la impuntualidad – bromeó el azabache – Que tengan buenos días.
Harry caminó hacia el elevador, donde como siempre, se encontró con su padrino, quien seguramente habría estacionado su automóvil en el subsuelo, dejando a Emmeline en la puerta antes para que pudiera chismorrear con Marlene.
- Hola, Canuto – el pelilargo respondió el saludo - ¿Es cierto que saldrás con la administrativa de mi empresa, Alison McAlister?
- Cien por ciento cierto – suspiró, con las manos en sus bolsillos.
- Extrañaba tanto estas charlas de ascensor donde siempre era la misma historia. La última que tuvimos fue... Fue cuando me enteré que habías... - no se atrevió a seguir.
- Salido con Emmeline, pues sí – suspiró – Gracias a ella estoy envuelto en esto. Ella me concertó la cita con esa tal Alison. Está muy entusiasmada con la idea de que salga de nuevo con mujeres.
- ¿Y tú? ¿Qué sucede?
- No estoy muy seguro respecto a dejar a Emmeline, con Drómeda, Ted, Claire y Aaron, solamente con Charlie y Kate.
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Para vestir santos (Harry Potter)
RomanceUn joven multimillonario y mujeriego decide hacerle un favor a su mejor amigo: contratar en su empresa a su hermanita pequeña, rebelde y rebuscada por naturaleza, para encarrilarla hasta que rinda sus últimos exámenes en la facultad de Londres. D...